martes, 18 de diciembre de 2007

ANTICAPITALISMO ROJO Nº 22

Manifestación masiva, en 2006, por el centro de Bilbao, contra la ilegalización de Batasuna.




S U M A R I O 15 de diciembre de 2007

Editorial
Euskadi: no se silencia a un pueblo...
¡NO PODRÁN!

Tras la Conferencia de Annapolis
LA NUEVA GUERRA EN ORIENTE MEDIO, MÁS CERCA

Tribuna anticapitalista
Un debate necesario: antifascismo y/o anticapitalismo
CUATRO ESCRITOS Y UNA INVITACIÓN

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Editorial

Euskadi: no se silencia a un pueblo...
¡NO PODRÁN!

Tras la muerte de dos guardias civiles, a raíz del encuentro con un comando de ETA en la localidad francesa de Capbreton, se ha recrudecido, si cabe, la represión contra la organización independentista y, más en general, contra el conjunto del Movimiento Vasco de Liberación Nacional (MVLN).

Desde que el Estado español dejara estallar con víctimas mortales la bomba ingenuamente puesta por ETA, el 30 de diciembre de 2006, en el aparcamiento del aeropuerto de Madrid-Barajas, con el objetivo de «llamar la atención de la opinión pública y presionar a un Gobierno que estaba dejando morir de inanición el denominado proceso de paz sin hacer una sola concesión al respecto» («Tras el asesinato de Estado de Barajas: ¿A dónde va la cuestión vasca?..., », Anticapitalismo rojo, núm. 3, 31.01.07, p. 2), en el año transcurrido hemos asistido a una escalada represiva, desconocida por su intensidad, contra la totalidad del movimiento abertzale. No en vano, a inicios del presente mes de diciembre, los detenidos ―acusados de pertenecer a ETA o a otras organizaciones independentistas que, como Jarrai, Haika o Segi, han sido tramposamente declaradas por la Audiencia Nacional española como parte de la primera―, ascendían ya a la cifra de 188, sin contar a los pretendidamente «implicados en la kale borroka», la lucha callejera, extremadamente jóvenes en su inmensa mayoría (fuente: El País, 02.12.2007, p. 2).

Muestra irrefutable de la «solución policial» que, finalmente, tras la vacilación, en 2006, de la negociación, el Gobierno “socialista” de Zapatero ha decidido dar a la cuestión vasca la constituyen las durísimas condenas ―con penas, de entre dos a 22 años de prisión, más graves incluso que las solicitadas por el fiscal― dictadas contra 47 de los 52 procesados del llamado «caso Ekin», de acuerdo con las cuales y sin más pruebas que las presunciones del juez Garzón, decenas de conocidos dirigentes y militantes históricos de Herri Batasuna, así como de otras organizaciones nacionalistas y culturales del país, y de medios de comunicación ―pese al carácter público de su actividad en todo momento―, engrosarán las filas del, ya rayano en el millar, colectivo de presos políticos vascos (El País, 01.12.2007, pp. 14-15). La violación que este proceso ha supuesto de los fundamentos mismos de todo Estado de derecho ―léase, de la libertad de expresión y de asociación, y de tener y sostener las propias convicciones― ha sido tan flagrante que hasta el “Gobierno vasco”, por boca de su consejero de Justicia, Joseba Azkarraga (Eusko Alkartasuna), se ha visto obligado a tachar de «irregular» y «esperpéntica» la instrucción practicada, reconociendo que, con las detenciones producidas, «se ha consumado un atropello» (El País, 02.12.2007, p. 21). Azkarraga, tras interrogarse acerca de «cuáles son las verdaderas razones de montar esta especie de espectáculo mediático», no ha podido por menos que calificar de «rigurosamente falsa y políticamente interesada» la base sobre la que se asentó el sumario judicial, la cual, confiesa, no ha sido otra que «la de sostener que todo es ETA, que ETA es la desobediencia civil o una parte de la cultura vasca o los medios de comunicación clausurados» (ib.). Joseba Egibar (presidente del Partido Nacionalista Vasco ―PNV― en Guipúzcoa) ha criticado, por su parte, que la Audiencia Nacional española haya impuesto penas «absolutamente desproporcionadas» a personas «que nada tienen que ver con ETA» mediante el «juicio político» realizado, detrás del cual está «la mano del PSOE» (ib.).

En la actualidad, tres son las líneas conocidas de trabajo, convergentes en una acentuación de la represión contra los patriotas vascos, que está desarrollando el Estado español. En primer lugar, la formación, conjuntamente con el Estado francés, de lo que Zapatero eufemísticamente ha bautizado como un «equipo de investigación conjunta permanente en ambos países», con orientación tanto persecutoria como preventiva (El País, 10.12.2007, p. 16). En segundo lugar, la reactivación, por la Fiscalía de la Audiencia Nacional, de la solicitud de extradición de un centenar de etarras que hoy residen en otros países (Francia, pero también México, Venezuela, Uruguay, Cuba o Cabo Verde), incluso si sus órdenes de detención se reconoce que se hallan «a punto de prescribir» (ib., p. 17). La tercera línea represiva en marcha es la ilegalización, ya resuelta por el Gobierno a la espera de vestirla judicialmente de forma adecuada, de Acción Nacionalista Vasca (ANV) con la excusa de no haber condenado las últimas acciones de ETA...

En este contexto, sería tanto como negar la realidad no tomar en consideración la situación actual de debilitamiento en la que, como consecuencia de dicha persecución, pero, sobre todo, de las nefastas y fallidas ilusiones depositadas en la posibilidad de dar salida a la cuestión vasca mediante la negociación con el Estado capitalista español, se encuentra, a día de hoy, el conjunto del MVLN. Pero aún más engañoso sería que esos árboles ―la precariedad de la vigente fase de recomposición política y militar que está recorriendo el movimiento abertzale― impidieran a la vanguardia del proletariado divisar el bosque, a saber, la maduración profunda que necesariamente tiene y tendrá lugar, precisamente de la mano de ese extremadamente difícil tránsito, en las fuerzas vivas del nacionalismo revolucionario vasco y, en particular, en la nueva generación de jóvenes de Euskadi que, empujada por las continuas humillaciones a las que el Estado español somete a su país, se siente creciente e indefectiblemente llamada a entrar en liza en todos los órdenes. Es sabido, un verdadero Ejército revolucionario no se forma en la victoria, sino en la derrota; no en los festejos, sino bajo la represión. Es así que el efecto más perverso que resultará, para la burguesía española, de su vigente escalada de desmanes imperialistas contra el pueblo vasco y los patriotas que defienden, por todos los medios a su alcance, su causa, será, con toda probabilidad, la emergencia de una nueva vanguardia nacionalista abertzale, de una nueva dirección política de ETA y de la totalidad del MVLN mil veces menos inclinada que la anterior a condicionar la acción de éste por las expectativas de negociación con el Estado capitalista español, mil veces más determinada a enfrentarse abiertamente a éste como tal y, en la misma medida, mil veces más atenta a los ofrecimientos revolucionarios de ayuda procedentes no del campo de la izquierda y extrema izquierda del Estado capitalista, sino del de la clase explotada, del proletariado, del anticapitalismo.

Pronto se cumplirá 50 años del nacimiento de ETA, constituida el 31 de agosto de 1959. De la misma manera que no es posible tapar el sol con una mano, no es posible explicar el surgimiento y desarrollo, hasta hoy, de dicha organización y, más ampliamente, del conjunto del movimiento abertzale, sin admitir como base real de dicho fenómeno, la opresión de la nación vasca por la española. Y el caso es que, pese a las obligadas concesiones realizadas, por la burguesía española, al pueblo vasco ─al hilo de la problemática sustitución del franquismo por la democracia y de la necesidad imperiosa de consolidar ésta─, hoy, cinco décadas más tarde de la fundación de ETA, el sometimiento forzoso de Eukadi a España sigue siendo un hecho más palpable que nunca, si cabe, tal como demuestra escandalosamente, sin necesidad de ir más lejos, que el supuesto presidente de los vascos (el lehendakari Ibarretxe) no sea dueño de sus actos para hablar con quien quiera o para convocar una consulta popular.

Obviando tanto la debilidad histórica del desarrollo de su capitalismo como el vigente lugar real de éste, de furgón de cola de los Estados avanzados del planeta, ignorando el frágil equilibrio sobre el que fue posible, hace ahora tres décadas, la tramposa transición a la democracia, dando la espalda, en definitiva, a las contumaces lecciones de la historia y de la lucha de clases, pretende la burguesía española atajar la cuestión vasca y, más en general, la cuestión nacional de los pueblos secularmente pisoteados por ella, mediante, en primer lugar, la odiosa represión desplegada por los «destacamentos de hombres armados» (la expresión, ya se sabe, es de Friedrich Engels) que componen el núcleo duro de su Estado. No advierte que, actuando así, no sólo empuja, tal como ya hemos apuntado, al nacionalismo revolucionario vasco a adoptar posturas más consecuentes, sino que, asimismo, acrecienta la base social, mayoritariamente antiespañola, que ya existe en Euskadi, de la cual da prueba fehaciente el reciente apoyo, acordado por unanimidad, por el primer partido del país, el PNV, a la propuesta de referéndum soberanista mantenida por el lehendakari, pese a su prohibición anunciada por el Estado español.

Nuestra clase, la clase explotada, el proletariado no tiene patria; está llamada, en defensa de sus intereses histórico-universales (idénticos, más allá de las fronteras, en su dependencia esencial del trabajo asalariado), a deshacerse tanto de la explotación de los capitalistas españoles como de la de los patronos vascos, como de la de no importa qué otra clase capitalista, de la nacionalidad que sea. Pero sólo los enemigos del proletariado o los proletarios que, embrutecidos de tanta explotación, se dejan conducir por ellos, pueden contemplar, con indiferencia, la opresión nacional y, para el caso, la brutal represión que el Estado español ─nuestro primer enemigo─ está desatando contra el sector avanzado del pueblo vasco. Es, por el contrario, en estos momentos de exacerbado ataque al nacionalismo abertzale que corresponde a la vanguardia comunista, al anticapitalismo consecuente, al anticapitalismo rojo, alzar su voz, alta y clara, sin condicionantes de ningún tipo, en defensa de los patriotas vascos. Es precisamente ahora, cuando la burguesía y sus aparatos reformistas, de todo tipo, sueñan con borrar de escena a un pueblo entero, que corresponde al comunismo contemporáneo no sólo asegurar, en público, que no podrán hacerlo, sino también llamar a lo más avanzado del proletariado a tomar partido, abierta y activamente, por la libertad del pueblo vasco y del resto de naciones sojuzgadas por España (Eukadi, Catalunya, Galicia, Canarias). Es ahora que deviene tarea distintiva de la vanguardia comunista proponer y preparar, en el cuadro del combate por el triunfo de la revolución proletaria de mañana, los términos políticos de su futura confluencia con las vanguardias nacionalistas revolucionarias de la Península en un Frente Antiimperialista Revolucionario que, asumiendo como su primer objetivo, de común interés a la clase explotada y a la emancipación nacional, la destrucción de los Estados capitalistas español y portugués, vele para hacer realidad, sobre la base de la más amplia acción revolucionaria de las masas trabajadoras, los derechos inalienables de autodeterminación ─incluyendo, si así lo deciden las masas, la separación efectiva y total de España─ que subyacen a la lucha revolucionaria que libran dichos pueblos por su soberanía.

La clase explotada, en su combate para acabar con el capitalismo, no tiene, en suma, interés alguno en atizar ningún tipo de enfrentamiento entre las naciones, entre los pueblos. Por el contrario, defiende la confraternización de las masas trabajadoras, por encima de las fronteras, en la misma medida en que ésta permite desarrollar la unidad política y orgánica del proletariado mundial. Ahora bien, forjar, de veras, esta unidad sería de todo punto imposible quedándose en el terreno de las meras palabras, sin mostrar, en los hechos, y sin lugar a doblez alguna, la plena y sincera disposición de la clase explotada a hacer auténticamente efectivos los derechos negados por el capitalismo a las naciones sometidas. Tales son, en este terreno, nuestros propósitos, que llamamos a hacer suyos a todos los proletarios conscientes:

¡Defensa incondicional de los patriotas vascos!
¡Autodeterminación, sin condiciones, sin cortapisas, para Euskadi y el resto de naciones oprimidas por el Estado español!
¡Hacia una Federación Ibérica de Repúblicas Soviéticas, en el camino de la victoria definitiva de la revolución comunista mundial!


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ANTICAPITALISMO ROJO no es un órgano de opinión. Es un arma de lucha, un instrumento de organización propia de los proletarios, un medio de reunión de la vanguardia revolucionaria, consecuente, del anticapitalismo.

Para destruir al sistema y sus Estados, para derrotar al reformismo que los defiende:

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Ignacio Rodas
ANTI-NEGRI

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Tras la Conferencia de Annapolis
LA NUEVA GUERRA EN ORIENTE MEDIO, MÁS CERCA

Cuando los poderosos hablan de paz, ¡prepárense los explotados y oprimidos para la guerra! Esta lección histórica ─verificada, una y otra vez, a sangre y fuego, por el capitalismo, a lo largo de todo su desarrollo─ asoma, de nuevo, la oreja, tras las apariencias pacíficas de la Conferencia de Annapolis, reunida el pasado 27 de noviembre, en la ciudad homónima del Estado norteamericano de Maryland, bajo el patrocinio declarado de EE UU. Con la presencia de mandatarios de 49 países ─entre ellos, representantes, además de la delegación estadounidense, encabezada por el presidente Bush y dirigida por la secretaria de Estado, Condeleezza Rice, de China, Rusia, la ONU y la Liga Árabe─ , que comprendían no sólo al primer ministro de Israel (Ehud Olmert) y al presidente de la tan engañosamente denominada «Autoridad Palestina» (Abu Mazen, también llamado Mahmud Abbas), sino también a los ministros y viceministros de relaciones exteriores de los principales países árabes (Arabia Saudí, Siria, Egipto, Jordania y los países del Golfo), la conferencia finalizó, mediante un «acuerdo de entendimiento conjunto» alcanzado, en el último minuto, entre el Estado sionista y los traidores palestinos participantes, haciendo votos, como tantas otras veces, por el «fin del derramamiento de sangre», del «sufrimiento y las décadas de conflictos entre nuestros pueblos», y por «entrar en una nueva era de paz» (ELPAIS.com, 21.11.2007,
http://www.elpais.com).

¡Pobre del explotado, del oprimido que crea en las palabras hipócritas de sus explotadores, de sus opresores, que no sepa desconfiar de ellas hasta llegar a leer entre líneas los auténticos propósitos que ocultan!

La pregunta a hacerse, en consecuencia, ante este nuevo acontecimiento, por parte de todo proletario consciente de su condición, por parte de todo oprimido que no se resigne a devenir mera carne de cañón de los intereses, inconfesables por inhumanos, de los amos del mundo, no es otra que ¿de qué se trata esta vez?, ¿qué es lo que, de veras, se esconde tras esos adormecedores, por pacíficos, cantos de sirena impulsados y entonados por los mayores criminales, en activo, del planeta, EE UU e Israel, por este mismo orden?...

Lo primero a constatar, al respecto, es ─no han dejado de ponerlo de relieve todos los observadores prácticamente sin excepción─ que la conferencia ha sido posible merced a un cambio sensible en la política, de corte absentista, desplegada por EE UU con relación a Palestina en los últimos años; en particular, desde que la invasión de Irak, en marzo de 2003, acaparara la atención, política y militar, en el plano exterior, de Washington. En efecto, hasta hace bien poco, era opinión incontestada en la Casa Blanca que el conflicto palestino-israelí constituía un laberinto en el que se perdería cualquiera que entrase, pues, como ha reconocido la propia Rice, en un libro escrito sobre su pensamiento en 2001, por la periodista del The New York Times Elisabeth Bumiller, tras el fracaso cosechado por Clinton, «no existía ninguna perspectiva de que el proceso de paz fuese a conducir a ningún sitio» (El País, 2.12.2007, p. 9). La misma Rice no dudaba, hasta ayer mismo, de calificar cínicamente la masacre cotidiana del pueblo palestino a la que estamos asistiendo y, más en general, la trágica situación vivida por las masas trabajadoras de Oriente Medio como «El Día de la Marmota», «aludiendo a la película del mismo título en la que los mismos hechos se suceden día tras día indefinidamente» (ib.). ¿Qué ha motivado, entonces, a ese mismo Gobierno, a enviar, ahora, a la misma Rice a recorrer más de 100.000 kilómetros en los últimos meses para poder hacer realidad la Conferencia de Annapolis?... Pretender explicar el hecho en términos de tratar de mejorar, a última hora, en la recta final de su mandato, el desastroso legado del Gobierno Bush o por razones electoralistas de parte del Partido Republicano certifica la indigencia científica de los analistas que tal proclaman en la misma medida en que dichas “explicaciones” sustituyen la aproximación debida a la comprensión de las determinaciones económicas y políticas que, en el plano objetivo, subyacen a todo acontecimiento social, por la casuística subjetiva de la intencionalidad de los gobernantes.

Si, por el contrario, más allá de las pretensiones de no importa quién, situamos nuestro examen en el terreno social, fehaciente, de lo ocurrido, en seguida, topamos con un primer elemento que apunta hacia la adopción actual, por EE UU, de esa nueva línea de su política exterior consistente en su implicación declarada en la cuestión palestina; a saber, el desarrollo imparable, más allá de las contingencias, tras cuatro años largos de guerra fallida en Irak y otros 6 de inconclusa en Afganistán, de los movimientos antiimperialistas revolucionarios en los países atrasados del planeta, alentados por la cada vez más poderosa Al Qaeda, la influencia de cuya prédica islamista militante ─tal como reconoce el grueso de los comentaristas─ «ha aumentado enormemente desde que ocurriese la invasión norteamericana de Afganistán», en especial entre las masas trabajadoras de Oriente Medio, hasta el punto de que, en la actualidad, «hace temblar a los gobiernos aliados de USA» en la zona (Abel Samir, Círculo de Estocolmo La Haine: «A dónde conduce la conferencia de Anápolis?», ). Es la pura evidencia que, después del sonoro fiasco reportado por la acción militar del imperialismo estadounidense en Irak y Afganistán, y ante su manifiesta y creciente incapacidad para poner en cintura a Irán, la política norteamericana sólo puede aspirar a salir airosa de la situación poniendo en pie una alianza político-militar que incluya al conjunto de los países de la Liga Árabe; alianza que, a su vez, es absolutamente impensable sin escenificar una supuesta “solución” a la cuestión palestina que pueda ser presentada, por dichos regímenes árabes reaccionarios, ante sus descontentas masas, como justificación de su apoyo servil a la acción imperialista de Washington.

Bajo tales premisas y teniendo en cuenta que, en cualquier caso, no entra dentro de la capacidad de ningún Gobierno de EE UU la renuncia al mantenimiento del Estado sionista de Israel, bajo la tapadera de «hogar nacional de pueblo judío», como gendarme principal, a su dictado, del mantenimiento del orden imperialista en la zona, la resultante de todos esos vectores en términos de política exterior estadounidense sobre Oriente Medio sólo puede orquestarse, en primer lugar, en torno a la tentativa de hacer realidad un Estado títere palestino, sometido, en los hechos, económica, política y militarmente, en todos los terrenos, a los intereses asimétricamente combinados de Washington y Tel Aviv.

Esta política de formación de un falso Estado palestino ─en realidad, desprovisto de toda soberanía nacional, pero útil para ser agitado, a modo de espantapájaros, contra la movilización revolucionaria de las masas en Oriente Medio y en la totalidad de los países sojuzgados por el imperialismo estadounidense─ se ha hecho tanto más imprescindible cuanto que prosigue, a ojos vistas, la descomposición de la democracia israelí, cada vez más manifiestamente impotente para asumir las tareas bélicas que, sin solución de continuidad y en dinámica in crescendo, se desprenden, para Israel, de la ocupación del territorio palestino sobre la que se asienta. Este vector, que ha sido ya objeto de nuestra atención con anterioridad, al hilo del análisis del significado de las consecuencias sociales de la última retirada, vergonzante, de las tropas israelíes del Líbano y del desencadenamiento de los escándalos de corrupción en la cima del Estado judío («Los insufribles crímenes de la paz capitalista… Israel, con el apoyo cómplice de todas las grandes potencias, masacra al pueblo palestino», Anticapitalismo rojo, núm. 19, 01.11.2007 y «Hamás arrolla en Gaza. ¡Viva la Palestina antiimperialista!», Anticapitalismo rojo, núm. 13, 01.07.2007), ha reforzado precisamente, durante estas últimas semanas, su presencia en la situación de la mano de dos acontecimientos de importancia. El primero de ellos, en tanto que muestra inequívoca de la incapacidad creciente de una parte, cada vez mayor, de la población israelí para continuar sosteniendo la actual situación bélica, para emprender una nueva guerra, la masiva manifestación ─reunió entre 100.000 y 150.000 manifestantes, según las distintas fuentes, sobre una población total israelí de poco más de 7 millones de habitantes─ «por la paz» que, con motivo del duodécimo aniversario del asesinato de Isaac Rabin por un ultranacionalista judío, tuvo lugar, en Tel Aviv, el pasado 3 de noviembre (EFE, 3.11.2007). En segundo lugar, la reivindicación expresa, por el primer ministro Edhud Olmert, en el cuadro de la Conferencia de Annapolis, en la línea del sionismo declarado que gana posiciones por momentos en la escena política israelí, de Israel como «Estado judío» (El País, 1.12.2007, p. 31).

Así, pues, en definitiva, en la presente situación, tanto EE UU, por razones de política exterior, como el propio Israel, por motivos de política interna, precisan, como agua de mayo, de la constitución formal, engañosa, de un Estado palestino. Es preciso añadir, a este propósito, que, desde luego, no serán Mahmud Abbas y Al Fatah quienes frustren dichos planes reaccionarios, situados en las antípodas de las justas aspiraciones de la nación palestina a su emancipación. Por el contrario, tal como ha trascendido, a raíz de una documentación publicada por el diario Haaretz (El País, 23.11.2007, p. 9), los traidores a la causa palestina, con tal de no ser culpados de obstaculizar la negociación, han tachado de sus cuadernos de reivindicaciones, necesidades tan irrenunciables del pueblo palestino y exigidas tan unánimemente por éste como son la detención de la construcción de los asentamientos judíos en Cisjordania, la demolición del muro que ya separa este territorio, así como el levantamiento de los 560 obstáculos a la circulación y de los innumerables controles militares presentes y, por supuesto, la apertura de los pasos fronterizos de Gaza, la Palestina revolucionaria, gobernada por Hamás y cercada desde el pasado mes de junio.

En cualquier caso, más allá de la intención o no de Israel de atender estas necesidades inmediatas; más allá, asimismo, de la capacidad de Abbas y el resto de servidores enmascarados del imperialismo para dar la espalda a su pueblo, el «acuerdo de paz» entre Israel y el pueblo palestino es hoy, si cabe, más imposible que nunca. En primer lugar, porque todo acuerdo que respete la existencia de Israel ─o, lo que es lo mismo, que intente erigir un pretendido Estado palestino que exista simultáneamente al sionista─ deja y dejará irresueltos los problemas históricos que han motivado y motivan la heroica resistencia de la nación palestina, a saber: el regreso, a las tierras de las que fueron expulsados, de los refugiados palestinos, cuya cifra se eleva, según las fuentes más moderadas, «entre siete y ocho millones de personas» (ELPAIS.com, 27.11.2007, ); el estatuto, en Israel, de los no judíos ─1.300.000, en la actualidad; esto es, ya cerca de un 20 % de la población total ()─; la capital del Estado (irrenunciablemente Jerusalén, para el sionismo, pese a que no fuera conquistada hasta la Guerra de los Seis Días de 1967 y a que la resolución 242 de la ONU ─base de toda negociación internacional sobre la cuestión palestina, excepto, claro está, para Israel─ estipule el retorno del Estado israelí a las fronteras anteriores a dicha guerra) (ELPAIS.com, 27.11.2007, ) y hasta el abastecimiento de agua, dado que, tras la desviación del Jordán hacia el Neguev mediante el Acueducto Nacional, violando flagrantemente los derechos árabes, Israel controla, en la actualidad, el 80 % del agua subterránea de Cisjordania (ib.).

Un “Estado” sin un territorio continuo, al que no podrían volver sus millones de refugiados (mientras que sí tendrían que soportar ver cómo los judíos de todo el mundo pueden continuar instalándose en las tierras que fueron de los palestinos); un “Estado” que tendría que convivir con otros Estados ─Israel en el que el número, ya más que considerable, de palestinos y árabes allí nacidos jamás tendrían la perspectiva de devenir ciudadanos de pleno derecho a causa de no ser judíos─; un “Estado” que no sería dueño ni del agua que necesita consumir su población…, tal es el perfil real, verdaderamente intolerable para no importa qué pueblo, del «Estado palestino» del que se ahora se llenan la boca, llevados de sus propios intereses reaccionarios, EE UU, Israel y los ayudantes de éstos en el seno mismo de las filas palestinas, Mahmud Abbas y Al Fatah.

Así lo ha percibido, sin duda alguna, el conjunto del pueblo palestino, manifestándose ampliamente contra la Conferencia de Annapolis antes, durante y después de ésta. Así, el 4 de diciembre, miles de palestinos salieron a la calle, contra dicha conferencia, en Gaza, pero, asimismo, la movilización prendió, durante dichos días, de forma generalizada, en los campos de refugiados palestinos, desde Líbano hasta Jordania e Irán, e incluso en la Palestina gobernada por los citados servidores del imperialismo estadounidense, Abbas y Al-Fatah, cuya policía reprimió violentamente, llegando a asesinar a un manifestante en Hebrón, las manifestaciones masivas que, pese a todo, tuvieron lugar en dicha ciudad, Naplusa y Ramallah (Cristina Castello: «Repudio palestino a la conferencia de Annapolis», ), en esta última localidad incluso con la participación de «activistas del partido Al-Fatah» (EFE, 27.11.2007).

Es indudable; sin la aprobación de la principal fuerza política de Palestina, Hamás ─ganadora, no se olvide, de las elecciones de 2006 con más del 70 % de los votos depositados y situada, acto seguido, en la picota de su política “antiterrorista” por Washington debido a su negativa a reconocer a Israel─, los acuerdos imperialistas de «paz» visualizados en la conferencia de Annapolis no pueden ser otra cosa que papel mojado. Pero esta realidad no detendrá los propósitos imperialistas de EE UU e Israel, con el cobarde soporte, en un segundo plano, de la UE. La primera exigencia de éstos se halla ya patente en el texto, ya citado, del «entendimiento» pactado en Annapolis. No es otra que Abbas y Al-Fatah utilicen los miles de millones de dólares y el nutrido armamento que recibirán, de parte de las grandes potencias capitalistas y de Israel para «confrontar el terrorismo y la incitación» (ELPAIS.com, 27.11.2007, ); esto es, para lanzarse al asalto de la Palestina revolucionaria de Hamás que ha rechazado participar en dichos acuerdos de traición. Que la meta declarada de Anaapolis ―sostener «unas negociaciones vigorosas y continuas» hasta hacer realidad «dos Estados, Israel y Palestina, que vivan lado a lado en paz y seguridad» (ib.)―, trata en primer lugar de esto, de la organización, con el apoyo efectivo de Al Fatah, de la guerra civil contra la Palestina revolucionaria, queda rotundamente claro, por si aún fuera necesario, tras la gran operación terrestre contra el sur de Gaza, llevada a cabo por el Ejército israelí el pasado 11 de diciembre (precisamente la víspera de la prosecución de la negociación entre Olmert y Abbas), con la participación «de unos 30 tanques y blindados» y una «redada casa por casa que acabó con 60 detenidos» y la muerte, en los combates, definidos por un portavoz militar israelí de «rutinarios», de ocho milicianos (El País, 12.12.2007, p. 10). No contento con ello, Israel, como prueba de en qué consiste, a la hora de la verdad, su «determinación» ―expresada en Annapolis― «de poner fin al derramamiento de sangre» (ELPAIS.com, 27.11.2007, ), sumó ese mismo día, a lo anterior, «dos ataques aéreos en el norte del territorio» (El País, 12.12.2007, p. 10), lo que no ha impedido, por supuesto, a Abbas y los suyos, continuar las conversaciones «de paz»...

El estallido y desarrollo, a cubierto de un falso Estado palestino, de la guerra civil contra la Palestina revolucionaria, tal es, pues, con toda claridad, la primera estación de la nueva Hoja de Ruta salida de la Conferencia de Annapolis. Pero la caja de Pandora abierta con Annapolis no finaliza, desde luego, ahí. Las masas trabajadoras árabes no podrán dejar de ver ese nuevo y redoblado ataque, ya en marcha, contra el pueblo palestino, incluso si cuenta con la criminal implicación en él de Al Fatah, sino como un ataque del imperialismo estadounidense y sus sicarios sionistas contra ellas mismas y, en tales condiciones, bajo la presión de sus masas en la calle, que los debilitados regímenes reaccionarios árabes se vean obligados, para sobrevivir, a responder a tal estado de cosas con la declaración diversiva de una nueva guerra contra Israel devendrá necesidad ineludible.

El Estado sionista, por su parte, bien que muy superior militarmente a cualquier coalición árabe que pueda oponérsele, está viendo, de forma inédita e imparable, cómo, fruto de la evidencia, cada vez más palmaria, de su impasse histórico, se deshace, en pedazos, la cohesión social precisa para sostener no importa qué conflicto bélico. Teniendo en cuenta, sin embargo, que, tanto por su papel estratégico decisivo en la zona que desempeña Israel como por las exigencias de mantenimiento de la predominancia imperialista mundial de EE UU, es absolutamente impensable que Washington permitiera el hundimiento del régimen de Tel Aviv, cabe prever, desde hoy mismo, que la nueva guerra árabe-israelí, que la Conferencia de Annapolis sitúa definitivamente en el horizonte de Oriente Medio, deberá contar con una participación estadounidense mil veces más directa que en las anteriores. Es más, esta implicación, también muy probablemente, puede alcanzar, de una u otra forma, el terreno militar ―no en vano, el «entendimiento» de Annapolis finaliza declarando que «Estados Unidos monitoreará y juzgará el cumplimiento del compromiso por ambas partes del mapa de ruta» y que «a menos que lo determinen de otra forma alguna de las partes, la implementación del futuro tratado de paz que estará sujeto a la aplicación del mapa de ruta será evaluado por Estados Unidos» ―(ELPAIS.com, 27.11.2007, )―, lo cual, a la postre, mientras que, en el plano regional, sólo podría que inflamar aún más los movimientos antiimperialistas revolucionarios en detrimento de la capacidad de los Estados árabes de hacerles frente, en el plano internacional de las relaciones entre las grandes potencias capitalistas, colocando a la UE en una situación imposible, haría camino hacia el nuevo enfrentamiento mundial entre ellas al que, paso a paso, tras la brecha abierta con ocasión de la guerra de Irak, conduce el curso actual de los acontecimientos (cf. «De los atentados antiimperialistas del 11 de septiembre... Seis años», Anticapitalismo rojo, núm. 17, 1.10.2007).

Sea como fuere, y por complejo que pueda ser, en un próximo futuro, el desarrollo de los acontecimientos ―una guerra civil reaccionaria desatada contra la Palestina revolucionaria, utilizada, a su vez, como pretexto, por los regímenes árabes explotadores y opresores de las masas trabajadoras, para declarar una guerra imperialista reaccionaria contra un Estado, Israel, pese a todo merecedor de ser borrado del mapa...―, así como la orientación del imperialismo pasa por el intento de liquidación de la Palestina revolucionaria (hoy localizada en Gaza, pero cada vez más fuerte, como demuestran, asimismo, los últimos acontecimientos, en la Cisjordania gobernada por Abbas y los traidores palestinos), la del proletariado, en Oriente Medio, en el seno de las grandes potencias capitalistas y en todo el planeta, pasa por la defensa incondicional, hasta las últimas consecuencias de ésta, así como por la impulsión de la ruptura de las masas proletarias de todos los lazos que puedan ligarlas a sus propias burguesías, a sus propios Estados burgueses, ya sean éstos los regímenes árabes, para los cuales, a la hora de la verdad, la suerte del pueblo palestino no es más que moneda de cambio en sus aspiraciones de promoción en el orden imperialista internacional, ya sean las poderosas burguesías y grandes Estados imperialistas de Occidente, responsables, a todos los efectos, de la barbarie bélica a la que asistimos y asistiremos en Oriente Medio y en todo el globo, ya sea la burguesía judía y el Estado sionista, enemigo irreconciliable no sólo de las masas palestinas, sino del propio proletariado israelí.

I.Sánchez
15 de diciembre de 2007

Por la unidad mundial del proletariado...
Por los intereses de la revolución proletaria internacional, del comunismo...

¡Abajo los acuerdos de Annapolis! ¡Liquidación del Estado de Israel!

¡Por un Estado Palestino auténticamente soberano, laico y democrático,
abierto al retorno de todos los refugiados palestinos que lo deseen,
en el que tengan cabida, en pie de igualdad, las masas trabajadoras palestinas e israelíes!

¡Defensa incondicional de la Palestina revolucionaria!

¡Abajo Mahmud Abbas, Al Fatah y todos los traidores al pueblo palestino!

¡Ningún apoyo a las burguesías árabes, ninguna confianza en los Estados árabes,
servidores encubiertos del orden imperialista!

¡Viva la revolución antiimperialista Palestina!

¡Viva la revolución comunista mundial en Israel, en Oriente Medio,
en las grandes potencias capitalistas y en todo el planeta!
Tribuna anticapitalista

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Un debate necesario: antifascismo y/o anticapitalismo
CUATRO ESCRITOS Y UNA INVITACIÓN

Todas las fuerzas y partidos de la izquierda capitalista que han luchado contra el fascismo, armas en mano, han encontrado siempre en su antifascismo histórico ─irreprochable, por otro lado─ un anzuelo infalible, hasta ahora no cuestionado más que de forma ideológica, para poder reeditar, en determinados momentos, y sin que nadie la ponga en duda, la unidad de acción entre reformistas y anticapitalistas, entre burgueses y proletarios.

Por eso, a pesar de la crisis terminal del estalinismo y de todos esos sagrados postulados de la “humanidad progresista”, todavía resulta extraño, a la inmensa mayoría de anticapitalistas el pensar y aceptar que se puede combatir o atacar al fascismo sin por ello ser o pretender ser “antifascista”.
Pero, por fortuna, cada vez son más las voces que comprenden la equivocación, cuando no es el engaño abierto, de aquellos que piensan que esa unidad de acción es táctica y que tiene por objetivo derrotar y atacar las bases mismas del fascismo. Su finalidad, demostrada con hechos del pasado y del presente ─no nos cansaremos de insistir en ello─, es diluir las fronteras de clase de todo movimiento proletario para, acto seguido, desactivarlo o reprimirlo. Precisamente, por eso, hemos querido alertar, en estos días en los que arrecian las campañas antifascistas, contra la esencia interclasista que se oculta tras dichos llamamientos, que, tomando como excusa la necesidad real que siente todo anticapitalista de defenderse colectivamente de los ataques y provocaciones fascistas, obran, en los hechos, para arrastrarlo a las convocatorias ciudadanas de la izquierda del sistema.

Aun así, estamos bien lejos de habernos librado de la herencia ideológica de la pasada contrarrevolución y, en particular, de su preciada mitología antifascista, tan necesaria al capitalismo como la del fascismo, ahora y en determinadas condiciones históricas. Sin duda, exponer el escrito «Cómo se lucha contra el fascismo…y cómo se apoya la democracia capitalista» (Anticapitalismo rojo, núm. 21, 1.12.2007) en las páginas de
www.klinamen.org ─entre cuyos anuncios y posts, se empiezan no obstante, a dejar ver, como síntomas de un avance, aunque sea incipiente, algún texto y varios comentarios en una línea de cuestionamiento abierto del antifascismo─, ha sido un acierto. De entrada, las 630 visitas de «Cómo se lucha…» y, en particular, el contenido de algunas de ellas y de otros textos, certifican, a nuestro entender, de una u otra manera, que hay indicios de esa maduración. Nos referimos, por ejemplo, a «Información escandalosa sobre la brutalidad de las FSE con uno de los detenidos el día del asesinato de Carlos» (http://www.klinamen.org/article3498.html), donde se da el paso de admitir que, «el antifascismo también puede ser capitalista» y que «nosotrxs somos anticapitalistas»:

Si esto se hubiera sabido desde el principio, ¿qué habría dicho al respecto el Foro Social de Madrid? No sólo hay que devolver los golpes a los nazis, es absolutamente necesario devolvérselos a la policía, a la delegada del gobierno, que sepan que cuando revientan a alguien a hostias les va a salir caro, y vamos a poner todo patas arriba. Y esto no va a poder ser recuperado por la izquierda, en ninguna de sus graduaciones, porque esta respuesta no será de los “antifascistas”, etiqueta interclasista, cada vez más etiqueta que cada vez nos dice menos (en estos días se ha declarado antifascista desde el partido del gobierno, pasando por toda la izquierda: el Sindicato de Estudiantes, Movimiento contra la Intolerancia, IU, PCE, CCOO, UGT, Paz Ahora demostrando que el antifascismo también puede ser capitalista, por tanto esa etiqueta se queda corta, nosotrxs somos anticapitalistas).
La revolución no es el fin es el camino. Ajustemos cuentas con nuestros enemigos.

Otros posts, que comentaron críticamente nuestro texto, apuntan más claramente a oponer, de forma irreconciliable, antifascismo y anticapitalismo:

La parte positiva del texto

Se debería buscar la manera práctica de explicar las cosas radicalmente, haciendo todas las conexiones y uniendo todos los puntos.
Tanto si se trata de organizar una manifestación o de cualquier otra acción, participe quien participe en dichas acciones... hay que dejar siempre claro que el fascismo es solo una parte mas del entramado capitalista-estatal y no la única ni mucho menos la mas importante.
No cegarse con la ideología del antifascismo ni sus llamadas ciegas a una supuesta "unidad" fantasma entre grupos y personas que no tienen nada en común.
Dejar claro que no se cae en la trampa de ver en el fascismo la parte "maligna" de este sistema, contribuyendo a difundir la impresión falsa de que la "democracia" es siempre preferible y un mal menor. La democracia capitalista mata tanto o mas que el fascismo, todos los días y sin freno. Mas sutilmente si se quiere pero mata, y mata bien. A los explotados "privilegiados" los ahoga y los mata lentamente y aquello en algunas otras partes del mundo menos favorecidas son sencillamente masacrados sin más. Lo estamos viendo todos los días y el asesinato de Carlos se inscribe dentro de este orden de cosas, no solo en la orbita cerrada del binomio fascismo-antifascismo.Esto es lo que se debe erigir en proclama y consigna, en grito de guerra y no las llamadas a una "unidad" antifascista inexistente que solo contribuyen a confundir.
En esto, y pese a su tono paternalista y rimbombante, el texto tiene razón.

(...)

¿A qué viene tanto lío?

Mas allá de los egos heridos y los alardes de prepotencia teórica que puedan destilar ciertos escritos a mi me parece que en lo que debemos centrarnos es en la idea básica del texto. Ya ha sido ostentosamente demostrado que el antifascismo no es nada mas que un cajón de sastre en el que cabe todo con la excusa de la autodefensa común. Históricamente ha alentado la colaboración entre individuos y grupos que para nada compartían los mismos intereses desviándonos de los objetivos reales y radicales de nuestra lucha y dando lugar a un caldo de cultivo perfecto para que el reformismo izquierdista, traidor y contra-revolucionario creciese. Esto es verdad y lo que hemos visto en las últimas semanas lleva los mismos errores en su planteamiento teórico y en su practica.Con respecto a quienes hayan podido publicar este texto y su actitud chulesca (para algunos) que les lleva a erigirse en juez y parte y guardianes de la pureza revolucionaria tengo que decir que ciertamente no me parece que este tipo de actitud sea positiva para ningún revolucionario. De estos polvos esos lodos se suele decir, y no sería la primera vez que quienes hoy se creen que lo saben todo al día siguiente se autonombran comisarios del pueblo o cadres necesarios sin cuya clarividencia los demás estaríamos perdidos. Cadres de la autonomía y del anarquismo hay bastantes. Y en aquellos lugares donde se les deja imperar a sus anchas te encuentras colectivos donde uno o dos de estos super teóricos SON el colectivo y luego tienes como unas diez o doce personas de relleno. Tácticas, estrategias y análisis certeros si, pero también respeto, coherencia y principios.

(…)

Por último, es de lamentar que los autores del texto cuya ambigüedad, pese a su planteamiento de clase, criticamos ─«Trabajadores contra el capitalismo y el fascismo» (cf. «Cómo se lucha contra el fascismo…y cómo se apoya la democracia capitalista»…)─, no hayan sentido la necesidad, más allá de su indignación por nuestras «formas», de hacer ver al movimiento si nuestra crítica de su escrito era correcta o no, o en qué lo era o no lo era (¡eso sí que hubiera sido un auténtico debate de interés para todo el anticapitalismo, para «la necesaria unidad entre explotados»!)

Bueno, yo no sé quién más ha escrito por aquí, pero varios de los mensajes son míos y de un compañero. Nosotros fuimos los que escribimos el "texto proletario" que critica el artículo. No somos los voceros de nadie, no pertenecemos a ningún partido ni secta izquierdista o ultra izquierdista, ni a ningún sindicato -revolucionario o no- ni ganas que tenemos. No entiendo bien la interpretación siniestra y tergiversadora que han hecho estos señores de un texto (con infinitas limitaciones y fallos) que se hizo con la única intención de dejar ver cuál era nuestra posición, como parte de la clase explotada y desde un enfoque de clase, sobre este monstruoso asesinato. Está claro que hemos podido escribir cosas que, analizadas desde cierto punto de vista, pueden parecer ambiguas. Pero no ha sido algo intencionado, sino simple y llanamente por inexperiencia, o por la rapidez a la que nos vimos obligados a escribirlo dada la urgencia de la situación y la falta absoluta de tiempo. Y estos tiparracos parece que nos están acusando de hacer proselitismo barato y de oportunismo puro y duro.De hecho si nos hubieran hecho una crítica con otras formas, nosotros habríamos estado encantados. Es solamente así, desde la propia experiencia compartida, como podemos ir avanzando y haciendo posible la necesaria unidad entre explotados.Así que por nuestra parte, sinceramente, no creo que haya interés oculto ninguno, ya que los únicos intereses que tenemos son los mismos que compartimos con toda la clase trabajadora en su conjunto. Y la máxima aspiración, la de poder aportar nuestro granito de arena en la construcción y fortalecimiento de la organización y unión de la clase proletaria, en la lucha por destruir este sistema de explotación cada vez más podrido.

Estos son, como decimos, algunos comentarios que han seguido a la publicación de «Cómo se lucha contra el fascismo… y cómo se apoya la democracia capitalista» (
http://www.klinamen.org/article3531.html), Es importante comentar brevemente el asunto de “las formas” en los escritos, aunque sea de forma escueta, como crítica que se nos hace y contestar a los autores de «Trabajadores contra el capitalismo y el fascismo».

En primer lugar, las formas “chulescas” o “soberbias”, la “prepotencia teórica” ─que aunque así se califiquen aquí, para nosotros no son tales─, siempre han caracterizado y vehiculizado políticamente toda apuesta de ruptura radical ante un impasse o status quo mayoritariamente aceptado. Nos parece, por eso, muy difícil que alguien que aspire realmente a destruir esta sociedad, de explotación, pueda exponer sus planes y desarrollos políticos sin resultar mínimamente “chulesco” en la misma medida en que choca y niega, con contundencia, el pensamiento dominante, las verdades establecidas. Lo que ocurre cuando aparentemente molestan más las formas que el contenido de un texto polític, es que, o no se le da la importancia que se debe a éste o, sencillamente, hay mucha distancia o, cuanto menos, algunas dudas, al respecto.

Por lo demás ─dirigiéndonos a los autores del último texto citado─, si se considera que la redacción de «Cómo se lucha…» no dejaba claro, a pesar de que escribimos que el texto proletario (sin comillas altas) de «Trabajadores contra el fascismo y el capitalismo» «parece estar influenciado» por las sectas izquierdistas (influencia, inevitable, dicho sea de paso, en la actual situación, entre la parte más politizada del anticapitalismo) y nunca que éste fuera un texto de ninguna de ellas (¡de lo contrario, en lugar de calificarlo de «proletario», lo hubiéramos denunciado como oportunista, proclive al reformismo!), no tenemos ningún problema en disculparnos por ello con quien se haya sentido ofendido, mucho más si cabe, si dichos compañeros confirmaran que tienen la conciencia clara de la necesidad de ruptura con el encuadramiento antifascista y no defienden una última barrera política para no romper con él. ¿Es así? Aclarar esto es lo verdaderamente importante para el movimiento y la base sobre la cual es interesante toda discusión.

En cualquier caso, o el antifascismo puede ser, con todo, proletario, o el antifascismo es un encuadramiento burgués con el que hay que romper. O para defenderse de los ataques fascistas hay que organizarse contando con el paraguas que nos ofrece el reformismo o hay que hacerlo separándose/delimitándose organizativamente, por los medios más adecuados en cada caso, de las convocatorias antifascistas de la izquierda del capital. O hay que salir a la calle como antifascistas o hay que hacerlo como anticapitalistas. O no hay fuerzas humanas aún para llevar a cabo esa delimitación, en la práctica organizativa presente, y entonces habrá que empezar imperiosamente por plantearla, o no haciendo esto último, esa renuncia se convertirá en subterfugio ideológico adecuado para perpetuar el actual estado de cosas…

Para nosotros la cuestión es clave. Sólo enfrentados a todas las fuerzas de la democracia burguesa, incluso las más radicales, abriremos las puertas de una verdadera lucha contra el fascismo.

Por esto, este nuevo escrito. Por eso, la insistencia. Para apoyar las iniciativas en pro de un debate entre anticapitalistas de aquí y de allí, de dentro y de fuera, de “humildes” y “chulescos” (por así llamarlos), pero ante todo ─ése es el contorno que define hoy el movimiento a su nivel de masas, por pequeño que sea─, organizados independientemente de cualquier partido, sindicato o secta, de todos los existentes (no por nada, burgueses u oportunistas). ¡Adelante con él! La semilla está puesta.

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Sumarios de Anticapitalismo rojo

Núm. 21 (01.12.2007) >Cómo se lucha contra el fascismo y cómo se apoya la democracia capitalista
Ø Francia. De nuevo los casseurs… ¡El futuro es del anticapitalismo!
Ø Balance comunista de la revolución alemana (1918-1923) (III)
Núm. 20 (15.11.2007) > Se agudiza la crisis de la monarquía española
Ø ¡Ceuta y Melilla para Marruecos!
Ø 90 años de la Revolución Rusa. El anticapitalismo y la Revolución de Octubre (entrevista con I. Rodas)
Núm. 19 (01.11.2007) > Italia: la victoria de Veltroni, un nuevo paso hacia la emergencia del fascismo
Ø Los insufribles crímenes de la paz capitalista…
Israel, con el apoyo cómplice de todas las grandes potencias, masacra al pueblo palestino
Ø Balance comunista de la revolución alemana (12918-1923) (II)
Núm. 18 (15.10.2007) > La monarquía española, en cuestión
Ø Mesa redonda anticapitalista convocada por Anticapitalismo rojo:
El actual movimiento contra la monarquía española y el anticapitalismo revolucionario
Ø Balance comunista de la revolución alemana (12918-1923) (I)
Núm. 17 (01.10.2007) > De los atentados antiimperialistas del 11 de septiembre… Seis años
> ¿Por qué defendemos a Jaume Roura y al resto de patriotas catalanes represaliados?...
¿Por qué no suscribimos los llamamientos a que lo haga «la sociedad civil»?...
Ø Hemos visto… La revolta permanent (masacre de Vitoria, 3 de marzo de 1976). Un balance por realizar
Núm. 16 (15.09.2007) > Las “turbulencias” del capital y la miseria que viene
Ø Declaración de Anticapitalismo rojo con motivo de l’Onze de setembre:
La libertad de Catalunya no vendrá de ninguna Unidad Popular… ¡Vendrá de la revolución anticapitalista!
Nacionalistas revolucionarios, comunistas: trabajemos unidos para formar un Frente Anticapitalista Revolucionario
Ø Del Libro Segundo del Anti-Negri: Antonio Negri, cómplice de la opresión imperialista
Anticapitalismo roig (10.09.2007)
Ø Declaració: La llibertat de Catalunya no vindrà de cap Unitat Popular… Vindrà de la revolució anticapitalista!
Nacionalistes revolucionaris, comunistes: treballem plegats per formar un Front Anticapitalista Revolucionari
Núm. 15 (01.08.2007) > Dos guerras perdidas por el imperialismo. Pero Irak no es Vietnam…
Ø A propósito del escrito de Sánchez Teran, militante de Endavant. O con el estalinismo o con la «Defensa de la Terra»
Ø Carta de Can Masdeu al Tripartito. Hippismo es capitalismo
Núm. 14 (15.07.2007) > El curso de las cosas
Ø Declaración de Anticapitalismo rojo ¡Libertad para Arnaldo Otegi y todos los presos nacionalistas vascos!
Núm. 13 (01.07.2007) > Hamás arrolla en Gaza. ¡Viva la Palestina antiimperialista!
Ø Casseurs: del voto a la abstención en las elecciones francesas. A la espera del nuevo y mayor choque, lección de política anticapitalista
Ø ¡Dejad que los muertos descansen en paz! La Resistencia anticapitalista de 2001 y la de hoy
Ø Memoria anticapitalista. En el 20º aniversario de Hipercor… Mentiras y hechos de un crimen de Estado
Núm. 12 (15.06.2007) > Fin de la tregua de ETA: Hipocresía y debilidad del Estado capitalista español
Ø ¿Vuelve el anticapitalismo negro?… El tiempo de las contracumbres ha caducado
Ø Tribuna anticapitalista: A propósito de la propuesta de una Asociación Internacional de los Trabajadores Inmigrantes… El Partido y el movimiento proletario de masas
Núm. 11 (01.06.2007) > Elecciones burguesas y anticapitalismo
Ø Al Fatah: Así se lucha contra un pueblo
Ø Tribuna anticapitalista: ¿Por una Asociación Internacional de los Trabajadores Inmigrantes? Para defender consecuentemente a los trabajadores inmigrantes hace falta una organización consecuentemente anticapitalista
Núm. 10 (15.05.2007) > ¡Atención a Francia!
Ø Tesis. La cuestión saharaui y los proletariados marroquí y español
Ø ¿Por qué hay que defender, quién defiende y quién no a Núria Pórtulas?…
Núm. 9 (01.05.2007) > Las elecciones francesas señalan el curso
Ø 1 de mayo: ¿manifestaciones anticapitalistas?…
Ø Tras los atentados de Al-Qaeda en el Magreb… Declaración de Anticapitalismo rojo
Ø Tribuna anticapitalista: ¿Por una Asociación Internacional de los Trabajadores Inmigrantes? Continúa el debate
Núm. 8 (15.04.2007) > A los 50 años de su fundación… Crisis agónica de la UE
Ø Metro de París: nueva irrupción del anticapitalismo
Ø Tribuna anticapitalista: ¿Por una Asociación Internacional de los Trabajadores Inmigrantes? Una reflexión marxista
Núm. 7 (31.03.2007) > La caída de las Bolsas anuncia el crash que se acerca
Ø Irak: cuatro años de ocupación… La guerra, la paz y los proletarios del mundo
Ø ¿China capitalista?… ¿Cuándo dejó de serlo?…
Ø Tribuna anticapitalista: ¿Por una Asociación Internacional de los Trabajadores Inmigrantes? Se inicia el debate… Nos escribe un compañero inmigrante
Núm. 6 (15.03.2007) > Italia: el nauseabundo olor del fascismo
Ø De Juana, excarcelado: una victoria revolucionaria
Ø Tribuna anticapitalista: Carta abierta por una Asociación Internacional de los Trabajadores Inmigrantes
Núm. 5 (31.03.2007) > Encuentro del Fórum Social en Nairobi
Ø Siete tesis marxistas sobre Kosovo
Ø Tribuna anticapitalista: un saludo, una propuesta
Núm. 4 (15.02.2007) > ¿«Por una vivienda digna»?… ¡Asambleas anticapitalistas por el acceso a la vivienda!
Ø La revolución comunista de mañana y los países no avanzados. (I…) Un trabajo necesario
Ø Biblioteca roja. Anti-Negri. Libro Primero. El padre filosófico del nazismo, Friedrich Nietzsche, y su amigo “anticapitalista” Antonio Negri
Núm. 3 (31.01.2007) > Tras el asesinato de Estado de Barajas: ¿A dónde va la cuestión vasca?…
Ø Anarquismo y comunismo
Ø Biblioteca roja. Anarquismo y comunismo. Ayer y hoy
Ø Diferencias entre el anarquismo y el comunismo
Núm. 2 (15.01.2007) > Contra el engaño de «la paz» en Palestina ¡Adelante con la guerra revolucionaria!
Ø Entrevista con I. Rodas: ¿Para qué un Anti-Negri?…
Ø Memoria roja: El asesinato de Rosa Luxemburg
Núm. 1 (01.01.2007) > El nuevo anticapitalismo. Vive les casseurs!
Ø ¿Adónde va la guerra de Irak y por qué nos importa a los anticapitalistas?…
Ø Movimiento okupa. Entre el reformismo y el anticapitalismo
Ø Hemos leído… Anti-Negri. Libro Primero. Crítica de la filosofía y la economía críticas

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