viernes, 15 de junio de 2007

ANTICAPITALISMO ROJO Nº12

La única solución a la opresión nacional: la revolución comunista

Editorial

Fin de la tregua de ETA
HIPOCRESÍA Y DEBILIDAD DEL ESTADO CAPITALISTA ESPAÑOL

¿Vuelve el anticapitalismo negro?…
EL TIEMPO DE LAS CONTRACUMBRES HA CADUCADO

Tribuna anticapitalista
A propósito de la propuesta de una
Asociación Internacional de los Trabajadores Inmigrantes…
EL PARTIDO Y EL MOVIMIENTO PROLETARIO DE MASAS

----------------------------------------------------------------------------------------


Fin de la tregua de ETA
HIPOCRESÍA Y DEBILIDAD DEL ESTADO CAPITALISTA ESPAÑOL


ETA ha anunciado la reactivación de su lucha armada. No era posible otro desenlace puesto que el Estado español ya tenía decidido dar carpetazo a la negociación y al denominado proceso de paz con anterioridad a la famosa explosión del coche bomba en Barajas. El desalojo inconcluso de la zona del explosivo, criticado por la propia organización independentista, que había avisado, con una hora de antelación, del lugar exacto donde se encontraba el artefacto, demostró, como indicamos hace meses, hasta qué punto al Estado le interesaba acabar con todo diálogo, poner los muertos sobre la mesa y escenificar, ante la opinión pública, la ruptura de las negociaciones.

¿Nos habría de sorprender, entonces, que, ahora, meses más tarde, ETA anuncie la vuelta a su actividad armada? ¿Podía mantenerse un “alto el fuego permanente” de forma indefinida mientras, en la negociación entre el Estado español y la organización nacionalista revolucionaria, a la segunda se le exigía la quietud absoluta (que, por otra parte, cumplía, salvo en lo que hace, lógicamente, a su aparato logístico), mientras el segundo no cesaba su ofensiva policial, judicial y mediática, desarticulando comandos, deteniendo a presuntos colaboradores, prohibiendo manifestaciones, organizaciones juveniles, revisando o inventándose condenas para los presos a punto de salir en libertad, manteniendo la dispersión, ilegal, de éstos —contraria a las mismas normas penitenciarias— y no ofreciendo, en suma, un solo gesto ni concesión de importancia hacia el mundo abertzale…?

Mientras arreciaba la represión del Estado, ETA esperó, con todo, a agotar lo que seguramente era para ella la última de las cartas que verificarían la ruptura definitiva del proceso: la posibilidad o no de que Batasuna pudiera presentarse a las elecciones recuperando, con ello, el estatus que le correspondía —y que siempre había ostentado hasta la famosa y antidemocrática Ley de partidos—, como organización política legal. Pero conocemos lo ocurrido. La imposibilidad de que el Estado español permita, siquiera, que el independentismo vasco pueda expresarse democráticamente, en Euskadi, ni a través de Batasuna ni a través de las listas de ANV (Acción Nacionalista Vasca), ha llevado, finalmente, a ETA a retomar el único camino que le ha dejado su enemigo, el de la resistencia armada.

A todo ello, sin que se les caigan los anillos, los medios de comunicación anuncian, como «la primera consecuencia de la ruptura del alto el fuego», el retorno a prisión de De Juana Chaos, apoyándose en las declaraciones del ministro de Interior, quién, justo al día siguiente del anuncio de ETA, informaba, a bombo y platillo, del inmediato encarcelamiento del preso como si se tratara de una decisión propia de su ministerio o del Gobierno. ¿Y los jueces? ¿No dicen que son ellos los que deciden, dictan, anulan o revisan sentencias o prisiones atenuadas?…

Aquí tenemos una muestra de la hipocresía y la debilidad de un Gobierno (y, por ende, de un Estado cada vez más dividido), que, durante todo el caso De Juana Chaos, se limitaba a reafirmar que la libertad del preso etarra estaba exclusivamente en manos de la “justicia”…
Lo mismo puede decirse de la apresurada encarcelación de Arnaldo Otegui, portavoz de la ilegalizada Batasuna e interlocutor, para más inri, con el Estado, en las negociaciones de estos últimos meses. Cuatro largos años han pasado, sin que la justicia dicte sentencia alguna contra él, desde que el político abertzale cometiera el supuesto delito de enaltecimiento del terrorismo por participar, en 2003, en el homenaje a Argala, el miembro y dirigente de ETA —conocido, entre otras cosas, por participar y accionar el detonador que acabaría con la vida del vicepresidente, y sustituto designado por Franco, Carrero Blanco—, en el 25º aniversario de su asesinato por los servicios secretos del Estado.

Que la sentencia condenatoria de Otegui se produzca, asimismo, como un puro acto de venganza, a los pocos días del anuncio por ETA del fin de su alto el fuego, es otro ejemplo palmario de esa farsa denominada «independencia del poder judicial» con la que se pretende ocultar, en este caso, a la opinión pública, el carácter político de tales medidas represivas.

Ésta y tantas otras hipocresías, que hemos tenido ocasión de apreciar, ampliamente, a lo largo del proceso, hoy roto —roto precisamente por la ficción en que se había convertido dicha negociación—, denotan que la debilidad del Estado español permanece intacta y acorde con su trayectoria y naturaleza históricas…

Lo que quizás resulta novedoso y verdaderamente interesante, a la luz del resultado de esta última experiencia negociadora; es decir, con la prueba empírica de su desenlace en la mano, es que este Estado no puede ni podrá acabar o ahorrarse el problema nacional vasco (pero tampoco el catalán y otros que se reavivarán en el futuro) ni por la represión —ETA, y el movimiento de liberación nacional vasco, pese a todos los intentos de décadas por desmantelarlos policialmente, siguen existiendo— ni mediante concesiones, que, por otra parte, no está en condiciones de ofrecer, como acabamos de ver…

El conflicto vasco se agrava. Deviene y permanecerá crónico, bajo el capitalismo, hasta la muerte misma del Estado que lo produce y exacerba, lo que significa, consecuentemente, que permanecerá activo, hasta la muerte del sistema económico y social que le sirve de base. No es, por tanto, por gusto o predilección ideológica, de ningún tipo, por lo que los marxistas nos abstenemos de negligencias e indiferentismos a la hora de tratar y ofrecer una solución al problema objetivo de las opresiones nacionales. El camino de la revolución comunista, contrariamente a lo que postula el oportunismo izquierdista y el anarquismo, será un camino aún de relaciones sociales capitalistas con problemas agravados y derivados de las mismas…

Dar una solución concreta a estos problemas, en función de los intereses generales de la clase explotada, es la tarea inédita, aunque anticipada por la anterior revolución, que tendrán por delante los revolucionarios de mañana…


En la misma medida en que es abolida la explotación del hombre por el hombre, es abolida la explotación de una nación por otra nación.
Al mismo tiempo que el antagonismo de las clases en el interior de las naciones, desaparecerá la hostilidad de las naciones entre sí. (Manifiesto del Partido Comunista, 1848)

¡LIBERTAD PARA OTEGUI Y TODOS LOS PRESOS NACIONALISTAS VASCOS!

Contra la ofensiva represiva del hipócrita Estado español, cárcel de pueblos…
¡EL ÚNICO CULPABLE DE LA VIOLENCIA ES EL ESTADO OPRESOR!

Para defender los intereses de la clase explotada, cuya consecución final sólo puede pasar por la destrucción revolucionaria del Estado de la clase explotadora:
¡SOSTEN INCONDICIONAL DE LOS LUCHADORES VASCOS!
¡LIBRE DERECHO DE AUTODETERMINACIÓN DEL PUEBLO VASCO
Y DEL RESTO DE LOS PUEBLOS OPRIMIDOS POR ESPAÑA!



¿Vuelve o no el anticapitalismo negro?
EL TIEMPO DE LAS CONTRACUMBRES HA CADUCADO


Ante los hechos ocurridos hoy, y que ahora intentaré describir, hace falta que nos replanteemos ciertas cosas.
La gente no ha llegado hasta prácticamente las 7, provocando que la primera media hora fuéramos no más de 30 personas repartidas por toda Plaza Catalunya (es decir, nada). No han aparecido responsables de ningún tipo (tampoco decimos que sean necesarios, pero si convocas, al menos lleva una pancarta individual, octavillas, etc…), hecho que ha provocado que cierta gente decidiera marcharse, aparte de haber mantenido inactiva la convocatoria hasta que gente, a nivel individual, ha comenzado a hacer pancartas con cartones y ha aparecido una pancarta, que rápidamente se ha usado de cabecera. Así que de manera totalmente improvisada se ha comenzado a caminar en dirección Ramblas, en donde se nos ha prohibido el paso. Desde ese momento, no hemos tenido la posibilidad de elegir cuál era el recorrido que queríamos hacer o si queríamos abandonar la zona, por lo que hemos sido rodeados por la policía, que no dejaba salir a nadie. Este cordón se ha endurecido después de un intento de romperlo y caminar por donde quisiéramos, hecho que ha valido algún porrazo suelto y que se duplicara el número de antidisturbios, así como que el número de furgonas de policía llegara a…23 furgonetas!!!!!! Sólo para 150 manifestantes (si es que llegábamos a 100).
Y así hasta Pla del Palau, donde después de rodearnos un rato, decidieron romper el cordón y dejar que la gente se marchara… no sin haber hecho fotografías ilimitadas sobre cada uno de nosotros.
Bueno no sé, por mi parte, tan sólo decir que espero que este sábado la gente aparezca, con material, y ganas de hacernos sentir, ya que lo que pasa en Rostock y otros lugares no nos ha de dejar indiferentes.
Muerte al Estado y que viva la anarquía!
Muerte al G-8!


Como puede verse, este testimonio anónimo de un participante en la manifestación del jueves, 7 de junio, en Barcelona, contra el capitalismo y el G-8 —a pesar de las esperanzas del autor, la segunda convocatoria del sábado no fue mucho mejor— son el vivo retrato de una realidad que es necesario asumir: EL TIEMPO DE LAS CONTRACUMBRES antiglobalizadoras, con el anticapitalismo negro a remolque, como en 2001 y 2002, HA CADUCADO.

Por mucho que voluntaristamente se intente reeditar aquel movimiento —y lo de Alemania con la cumbre del G8 no ha sido más que eso, una caricatura, en miniatura, de formas pasadas, ya inofensivas, a cargo de la extrema izquierda capitalista (¿o es que nadie se ha puesto a contar los cientos de banderas estalinistas, los cientos de globos y disfraces de payaso entre los que esa otra caricatura de “blackbloc” resucitado se ha movido tan felizmente, como si no hubiera pasado el tiempo, como si nada hubiera ocurrido desde entonces?)—, la realidad es que ese movimiento fue dispersado por el reformismo, inmediatamente después de Génova, mediante una acción combinada de “servicios de orden” (anti-blackbloc) y “días de acciones descentralizadas” en los que, a cambio de renunciar a constituir su propio bloque tras las manifestaciones antiglobalizadoras —justo lo contrario de lo que, en la manifestación contra el Banco Mundial de junio de 2001, en Barcelona, hizo la Resistencia anticapitalista—, a los anticapitalistas se les cedía un lugar y una fecha de desfogue “descentralizado” para no contagiar al resto de jóvenes que desfilaban tras los partidos y ONG´S…

Pocos fuimos los que nos esforzamos entonces por sacar un balance de aquello. Los que criticamos ese nefasto apoliticismo, lleno de ilusiones en la acción por la acción (esa trampa en la que se convirtió la denominada “acción directa”; directa contra las cristaleras, si, pero nunca contra los lacayos de izquierda del capital, algunos de los cuales, incluso, la promovían o jaleaban muy radicalmente, a medida que todo se iba viniendo abajo). Los que pusimos en solfa todos esos nefastos prejuicios apolíticos del anticapitalismo negro que, en el fondo, son los que impidieron, a la postre, y siguen impidiendo hoy —con un pie lleno de ilusiones ¡parece mentira! en la misma antiglobalización que los barrió de escena— organizar nada serio y afrontar al reformismo organizada y unitariamente como hacía falta.

Pero como éramos “autoritarios” y “vanguardistas”, no se nos hizo caso y todo continuó su pendiente en degeneración hasta la liquidación absoluta. Tan es así que de la desbandada aquella de “Març attack”, en Ramblas, en marzo de 2002, con motivo de la cumbre de la UE, donde tampoco había pancartas ni responsables, donde también se esperó una eternidad y nadie sabía hacia dónde caminábamos, ignorando el recorrido, sin dirección, ni consignas, ni cabecera, ni carteles, y donde, a pesar de ser 2.000 o 2.500, la policía nos dispersó como a conejos cuando le dio la gana, lo único que se ha sacado en claro, cinco años más tarde, es que… «No han aparecido responsables de ningún tipo [aunque] tampoco decimos que sean necesarios»…

Todo parece repetirse. Ni hubo “responsables” hace cinco años ni los ha habido ahora, salvo con la diferencia de que el hoy es una caricatura, como decimos, del ayer. Antes éramos miles, ahora han sido cien y, al día siguiente, doscientos, si es que llegaron… No hace falta insistir, por tanto, en que ese tipo de anticapitalismo —repetición acrítica del pasado con todos los errores y limitaciones de entonces— no sirve. Los nuevos elementos hay que buscarlos no en Rostock, sino en Francia; no tras las pancartas anti-Bush de los antiglobalizadores y su cortejo de ONG, sino en las nuevas formas de lucha de los casseurs de las barriadas francesas y en su fusión fraternal con los estudiantes de clase trabajadora, durante, por ejemplo, las movilizaciones contra el CPE (Contrato de Primer Empleo), la última batalla del Metro de París, o, recientemente, en los días siguientes a la elección de Sarkozy como presidente de la República francesa. Acciones que fueron llevadas a cabo completamente fuera del control de los sindicatos y organizaciones de la extrema izquierda capitalista.

Ésta es la verdadera lucha que está haciendo avanzar al movimiento de los jóvenes explotados. No los debates estériles sobre si las asambleas han de ser públicas o secretas (tales han sido las quejas y los balances, en los últimos días, al respecto de la manifestación de Barcelona). ¡Las circunstancias, acciones, o “delegaciones” determinarán cuando habrán de ser públicas o secretas! El auténtico debate que se rehuye es: las reuniones de los anticapitalistas ¿han de ser abiertas a los reformistas, por muy alternativas que sean sus formas —entendidos éstos como los individuos y organizaciones que, de una u otra manera, forman parte de las instituciones del Estado capitalista, incluyendo, claro está, entre ellas, las interclasistas asociaciones de vecinos o de barrio a través de las que se vehiculiza, a un primer nivel, la participación ciudadana—, o, por el contrario, el carácter abierto y no sectario de las reuniones y acciones anticapitalistas se refiere solamente a aceptar en su seno a los anticapitalistas, explotados y precarios de todo tipo, sin ningún discriminante ideológico, dispuestos a actuar independientemente de esas organizaciones, impulsando la unidad de todos los que luchan, en los hechos, contra el sistema?
flecha

----------------------------------------------------------------------------------------

Ignacio Rodas
Anti-Negri. Libro Primero
Crítica de la filosofía y la economía críticas

En 2000 y 2004, el profesor Antonio Negri publicó respectivamente Imperio y Multitud, obras de gran impacto que tuvieron la virtud de exponer una teoría general del pensamiento y la acción alternativos de nuestro tiempo, antiglobalizadores. El Anti-Negri, de Ignacio Rodas, cuyo Libro Primero, dedicado a la crítica de la filosofía y la economía críticas, ve ahora la luz, constituye, ante todo —al hilo de la demolición sistemática a la que se entrega, por alienante de la realidad social, del discurso postmoderno expuesto por el señor Negri—, la afirmación científico-revolucionaria de que existe vida más allá de los trillados caminos del pensamiento oficial y crítico, que copan la escena.

Formalmente, la obra de Rodas se ancla en la más estricta ortodoxia marxista. En este Libro Primero, en particular, la crítica de la doctrina del señor Negri ha proporcionado al autor la oportunidad de llevar a cabo un despliegue, que abruma por su consecuencia, del más genuino materialismo dialéctico y de la implacable crítica de la economía burguesa tan característicos de la ciencia comunista. Pero, contrariamente a lo que podría esperarse, ese impecable ejercicio de marxismo, en las antípodas de recrearse como un fin en sí mismo, deviene, en manos de Rodas, instrumento privilegiado de aprehensión, concreta y activa, del curso vigente del capitalismo en su inédita especificidad.

En definitiva, de la crítica implacable, que nos depara el Anti-Negri, de los pilares de la praxis reformista radical de hoy emerge, en positivo, una profunda, y novedosa por su original contemporaneidad, comprensión teórica y política, tan intachablemente revolucionaria como plenamente verificable por los hechos más destacados del mundo actual, del papel que desempeñan los aconteceres más significativos que tienen lugar ante nuestros ojos en el movimiento histórico general de las masas explotadas y oprimidas del planeta por su emancipación.

edcurso@edicionescurso.com www.edicionescurso.com

----------------------------------------------------------------------------------------


Tribuna anticapitalista

A propósito de la propuesta de una
Asociación Internacional de los Trabajadores Inmigrantes…
EL PARTIDO Y EL MOVIMIENTO PROLETARIO DE MASAS


Aun y sin compartir buena parte de las respuestas dadas, entiendo que la carta del camarada Flecha, publicada en la Tribuna del último número de Anticapitalismo rojo, es merecedora de la mayor atención, tanto por la complejidad de los niveles de reflexión que suscita como por la claridad con la que expresa sus conclusiones.
Con independencia de que los revolucionarios deban, o no, crear organizaciones específicas de un parte de la clase (de proletarios inmigrantes, de mujeres trabajadoras, de trabajadores discriminados por su raza…), la primera cuestión planteada hace claramente a la pertinencia o no, en general, de tales organizaciones particulares nacidas con la vocación de agrupar a un sector determinado del proletariado. Ésta es, sin embargo, una cuestión resuelta tanto en el plano histórico como en el teórico-político. En el terreno histórico, porque el recorrido del movimiento emancipador de la clase explotada ha tenido lugar al hilo del surgimiento y desarrollo transitorios de un auténtico reguero de organizaciones específicas de tal o cual sector proletario, desde la Asociación de Cultura de los Obreros Alemanes en Londres, en la que se concentraban los elementos más resueltos de la emigración y que tanto ayudó a la labor de Partido de Marx y Engels en la larga década de reacción de 1850-60, hasta los movimientos anticapitalistas de nuestros días —destinados, con toda evidencia, a organizar no al conjunto del proletariado, sino, en particular, a su juventud marginada y precarizada de hoy—, pasando, cómo no, por la Internacional de las Juventudes Comunistas, constituida a iniciativa de la Internacional de Lenin, el Secretariado Internacional Femenino de ésta, encargado, en colaboración con las Conferencias Internacionales de las Mujeres Comunistas, de desarrollar, por todo el planeta, «los órganos femeninos de los partidos comunistas» («Resolución concerniente a las formas y los métodos del trabajo comunista entre las mujeres», III Congreso de la Internacional Comunista —IC—) y la lucha declarada de la IC, con vistas al avance real de la unidad proletaria, para organizar, cuando se hacía indispensable —dada su no admisión en los sindicatos tradicionales—, a los trabajadores «negros en sindicatos especiales» y reunir «Conferencias generales» de los proletarios negros («Tesis sobre la cuestión negra», IV Congreso de la IC)…. Por no hablar, claro está, de la organización específica, por excelencia, característica del capitalismo anterior a nuestro tiempo: los sindicatos que, por supuesto, jamás pudieron, ni se propusieron siquiera, agrupar ni a la masa de los trabajadores que se quedaban sin empleo, ni a los jóvenes que ya no accedían a él, ni, en general, a las capas más explotadas de la clase, como gran parte de los inmigrantes, que no llegaban a alcanzar un trabajo mínimamente estable…
En el terreno teórico-político, la cuestión ha sido, asimismo, resuelta, por cuanto la diferencia entre la política revolucionaria del Partido Comunista, con respecto a las organizaciones específicas, y la política reformista jamás ha sido cortada bajo el patrón abstracto de la impulsión o no de las anteriores, sino, por el contrario, bajo dos criterios mucho más concretos, a saber: a) contrariamente al reformismo, que forma organizaciones específicas interclasistas, colaboradoras del Estado burgués, los comunistas impulsan la formación de organizaciones específicas proletarias, que se enfrentan a dicho Estado y b) esas organizaciones proletarias situadas en el cuadro de la independencia de la clase explotada obran, bajo la influencia o/y la dirección comunistas, no por su aislamiento (tal como pretende el reformismo) sino por su integración, cada vez mayor, con el conjunto del proletariado.
La segunda pregunta de calado suscitada por la carta del camarada es: ¿pero es que existe hoy un movimiento de inmigrantes?…
Estoy convencido de que, a día de la fecha, la respuesta a este asunto no puede ser categórica: sí o no. De entrada, parece indudable, tal como se ha explicado en varias de las cartas anteriores, publicadas sobre este tema en la Tribuna anticapitalista de Anticapitalismo rojo, que dada la dimensión, creciente e imparable, que está adquiriendo la emigración de las poblaciones de los asolados países atrasados a los países avanzados, se desarrollan cada vez más las condiciones materiales para que los trabajadores inmigrantes se asocien entre sí, teniendo en cuenta, como muy oportunamente apunta el camarada en su carta, «la afinidad cultural y lingüística que les es propia» y les permite «comunicarse más fácilmente entre ellos que con los trabajadores del país receptor». Prueba de esta dinámica es no sólo el florecimiento de asociaciones reformistas e interclasistas de inmigrantes, sino también la emergencia episódica, en los últimos años, de ciertas manifestaciones y acciones de trabajadores inmigrantes, llevadas a cabo al margen de la totalidad de las fuerzas reformistas que defienden el flanco izquierda del Estado burgués. No obstante, también es cierto que, precisamente por las infames condiciones de vida que se ven obligados a soportar y por las menores, cuando no nulas, oportunidades culturales de que han gozado, los proletarios inmigrantes no son precisamente un sector fácilmente organizable y, de hecho, esas expresiones puntuales de independencia que han tenido lugar al margen de los aparatos reformistas no han superado, hasta hoy, que se sepa, la calidad de conatos, sin cuajar en ninguna auténtica organización de proletarios inmigrantes situada fuera del cauce ciudadano, de colaboración de clases, impuesto por el Estado capitalista y las fuerzas reformistas que le sirven.
Con todo, la imparable dinámica creciente a la que asistimos de la inmigración masiva que reciben y recibirán —a tenor de la ruina de una parte creciente del planeta—, y pese a todas sus medidas represivas de prevención y control, los Estados capitalistas avanzados, permiten concluir, en mi opinión, con fundamento, que nos hallamos ante los primeros pasos, inevitablemente titubeantes, de un movimiento de inmigrantes proletarios en gestación que, más pronto que tarde y bajo formas inéditas que aún no pueden predeterminarse, eclosionará en la superficie social como inexorable respuesta a los ataques in crescendo tanto de las fuerzas democrático-capitalistas como de las fascistas a la situación de los proletarios extranjeros.
Tercera cuestión de interés suscitada por la carta del camarada Flecha: en cualquier caso, en la actual situación, no revolucionaria, ¿entra o no dentro de la prioridad contemporánea de tareas de la vanguardia revolucionaria del proletariado la impulsión de ese movimiento de proletarios inmigrantes o, más en general, de no importa qué otro movimiento de masas de la clase trabajadora?…
Antes de responder propiamente a la pregunta es preciso despejar el terreno de un posible malentendido. Nótese que la cuestión real no es si los comunistas —de hoy, para el caso, pero aquí también podría escribirse con total justificación, de mañana— crean o no esas organizaciones específicas, pues hacerlas realidad «sin que el propio movimiento proletario las cree de su necesidad cotidiana» sería ciertamente, como plantea Flecha, «una impulsión burocrática e irreal de dicho movimiento». Y, por eso mismo, en este debate, nadie ha defendido, para el caso, que yo sepa, constituir ya la Asociación Internacional de Trabajadores Inmigrantes propuesta. Es más, en mi carta anterior, publicada también en la Tribuna de Anticapitalismo rojo (núm. 8), ponía expresamente en guardia, al respecto, sobre cualquier tentación en ese sentido y exponía la necesidad insoslayable de desarrollar previamente a la creación de dicha asociación un sólido trabajo de agrupamiento del núcleo de vanguardia destinado a dirigirla. La cuestión no es, pues, si los comunistas deben crear o no dichas organizaciones —es evidente que no deben hacerlo—; la cuestión es si pueden y deben impulsarlas, cuando, como demuestra la polémica desarrollada en Anticapitalismo rojo, surgen compañeros proletarios dispuestos, en principio, a asumir el reto de trabajar por hacerlas realidad.
En el segundo capítulo del Manifiesto del Partido Comunista, dedicado a clarificar las relaciones entre «Proletarios y comunistas», Marx y Engels juzgaron preciso añadir —después de señalar que «los comunistas sólo se distinguen de los demás partidos proletarios» en que, en todo momento, «representan los intereses del movimiento en su conjunto»— que «prácticamente» constituyen «el sector más resuelto de los partidos obreros de todos los países, el sector que siempre impulsa adelante a los demás». Creo que sería un muy grave error considerar éstas como afirmaciones de época, sólo válidas para circunstancias revolucionarias. Por el contrario, tienen todas las trazas de integrar el patrimonio programático histórico del Partido Comunista. Un patrimonio que, a un nivel u otro, se ha expresado y se expresa en todas y cada una de las formas bajo las que, de acuerdo con las condiciones objetivas del curso histórico, nuestro Partido ha existido y existe. Tomemos, como ejemplo, la actividad de Marx y Engels, en esa década ya referida de los años 1850, cuando la certeza de que la posibilidad inmediata de la revolución proletaria había sido descartada, por todo un indeterminado periodo de tiempo, les llevó a disolver la primera organización del Partido Comunista vista por la historia, la Liga de los Comunistas. ¿Pensamos, no obstante, que el reconocimiento, sin ambages, que hicieron del cuadro objetivo de la situación reaccionaria imperante, les contuvo, en lo más mínimo, en cuanto al establecimiento de relaciones con cuanto proletario avanzado llamó a sus puertas?… Ahora bien, por supuesto —los hechos lo verifican incontestablemente—, ninguno de esos elementos de vanguardia proletaria que se les acercó por aquellos años (como, en realidad, durante la totalidad de su vida revolucionaria) tenía la capacidad de incorporarse directamente, en aquellas condiciones, a su lucha de Partido, determinada ya por la preparación de lo que sería El Capital y, más en general, por la escritura de una literatura comunista de alcance histórico. ¿Qué tipo de relaciones establecieron, por tanto, con esos compañeros?… Desde luego que no ideológicas; tal como hubiera sido el establecimiento, con ellos, en el aire, sin un trabajo común real a desarrollar, de una labor de delimitación programática. Una aproximación, siquiera somera, al detalle cotidiano de cualquier buena biografía de Marx basta para responder, con certeza, a la pregunta: a los compañeros más avanzados, los sumaron, de una u otra forma, como colaboradores de su labor literaria; con el resto, la mayoría, compartieron múltiples tareas concretas, que iban desde el impulso de la citada Asociación de Cultura de los Obreros Alemanes en Londres, a la publicación de periódicos y de proyectos, más o menos visionarios, de creación de nuevas asociaciones proletarias, de efímero recorrido en la práctica totalidad de los casos. En definitiva, organizaron con ellos relaciones de trabajo de masas al nivel real en que podía desarrollarse la labor de cada uno de esos compañeros. De la utilidad real de tal trabajo habla, sin ir más lejos, la influencia real que, desde el principio, estuvieron en condiciones de desempeñar Marx y Engels en la Asociación Internacional de los Trabajadores (I Internacional), fundada en 1864.
Ahora mismo, Jalefa —un compañero proletario inmigrante consciente de la realidad de explotación de la clase trabajadora que subyace a la democracia capitalista— sintió la necesidad de trabajar, con otros compañeros como él, para hacer realidad una Asociación Internacional de Defensa de los Trabajadores Inmigrantes. Para ello, escribió una propuesta clasista de organización —tal como el propio camarada Flecha reconoce— y la dio a conocer a través de las páginas de Anticapitalismo rojo. M. H., con sus escritos, y otros compañeros proletarios inmigrantes, con sus opiniones, respondieron, de una u otra forma, a la iniciativa, mostrando, en cualquier caso, su disponibilidad a trabajar para hacerla efectiva. Los camaradas comunistas no podemos dar la espalda a este proceso real de preparación de un nivel, por reducido que pueda ser, de asociacionismo proletario, por parte de estos compañeros, respondiendo con palabras, de forma dogmática, al avance innegable que, para ellos, supondría asumir la tarea de organizar a los proletarios inmigrantes bajo criterios de independencia de clase. Cuando estos compañeros afirman que están por una organización clasista, proletaria, de los trabajadores inmigrantes, verdaderamente no podemos contestar poniendo condiciones previas de no importa qué tipo («una organización consecuentemente anticapitalista», «un partido», «nuestro Partido, el Partido Comunista») al inicio de un trabajo revolucionario con ellos. Por el contrario —por supuesto que sin ocultar jamás nuestra naturaleza de vanguardia histórica de la clase explotada—, los comunistas debemos impulsar dicha labor, dicha comunidad clasista, sin otro requisito que el impuesto por la defensa, en todo momento, al máximo nivel posible, de los intereses del conjunto del proletariado.
No, ningún movimiento clasista, anticapitalista nacerá de una organización clasista, anticapitalista, existente antes que él. No, ningún partido precederá al movimiento. Lo que enseña precisamente «la experiencia histórica» aludida por el camarada Flecha es esto precisamente: que las organizaciones, que los partidos del proletariado se erigen al fuego de la lucha y que pueden hacerlo, cuando llega el momento, porque las condiciones objetivas existentes confluyen con cuadros comunistas que, incluso en las peores situaciones de aislamiento social, han sabido no desaprovechar ninguna oportunidad para desarrollar su trabajo de masas con los proletarios que, de una u otra forma, se les acercan.
Claro está que la clase proletaria no se reduce, en modo alguno, tal como sostienen los sectarios impenitentes, al Partido. Pero tampoco se limita, tal como se desprende del falso silogismo planteado en la carta del camarada Flecha («hace falta una organización anticapitalista» «para poder afrontar al reformismo»; «tal organización no puede ser otra que el Partido», «y ese partido no puede ser otro que nuestro Partido, el Partido Comunista») al binomio formado por los proletarios de base y la vanguardia comunista. Por el contrario, entre la vanguardia comunista, el Partido, y la masa proletaria hay y habrá un sinfín de «organizaciones anticapitalistas» no consecuentes —como inconsecuentes fueron, por ejemplo, en plena revolución rusa, los propios soviets antes de marchar en la dirección de la imposición de su propio poder revolucionario frente al Estado burgués, marcada por el Partido Bolchevique de Lenin— que no pueden ni deben intentar ser el Partido, ni el Partido debe intentar fagocitarlas, pues su naturaleza de masas es justamente la que permite el agrupamiento real del conjunto del proletariado bajo la orientación de éste.
En nuestros días, una Asociación Internacional de Defensa de los Trabajadores Inmigrantes formaría parte, de llegar a ver la luz, de ese terreno intermedio, común, de lucha independiente de clase, en el que los proletarios que combaten, con mayor o menor conciencia de su realidad de clase, pueden compartir experiencias con los comunistas. Tal como tuve ocasión de explicar en mi anterior carta, me antoja, en la actualidad, una tarea ardua —que, en cualquier caso, pasa por la formación de un aguerrido núcleo de compañeros inmigrantes dispuestos a dar, de veras, la batalla, con su organización, al reformismo— el llegar a hacer realidad esa asociación. Pero eso no quiere decir que no sea posible y aún menos que no sea positivo luchar por ello junto con compañeros proletarios que así se lo proponen. La verdad, no acierto a divisar qué tienen a perder los comunistas, más que aislamiento, más que su peligroso conformismo con éste, librando una lucha de este tipo.
Sea como fuere, el camarada Flecha ha tenido el gran acierto no sólo de plantear, en su carta, importantes puntos de reflexión, sino, además, de acabarla proponiendo una reunión de los «elementos proletarios de vanguardia» que hemos ido siguiendo el debate suscitado por la propuesta del compañero Jalefa. Me uno, con entusiasmo, a la propuesta y sugiero que la reunión gire en torno a la consideración de la «Carta abierta por una Asociación Internacional de los Trabajadores Inmigrantes» firmada por dicho compañero.



I.Rodas
11 de junio de 2007


En Tribuna anticapitalista….

¿Por una Asociación Internacional de los Trabajadores Inmigrantes?…

Ø Carta abierta por una Asociación Internacional de los Trabajadores Inmigrantes (Jalefa) (Anticapitalismo rojo núm. 6)
Ø Se inicia el debate… Nos escribe un compañero inmigrante (M. H.)
(Anticapitalismo rojo núm. 7)
Ø Una reflexión marxista (I. Rodas)
(Anticapitalismo rojo núm. 8)
Ø Continúa el debate (M. H.)
(Anticapitalismo rojo núm. 9)
Ø Para defender consecuentemente a los trabajadores inmigrantes hace falta una organización consecuentemente anticapitalista (Flecha)
(Anticapitalismo rojo núm. 11)
Ø El Partido y el movimiento proletario de masas (I. Rodas)
(Anticapitalismo rojo núm. 12)






----------------------------------------------------------------------------------------
Sumarios de Anticapitalismo rojo
Núm. 11 (01.06.2007)
Ø Elecciones burguesas y anticapitalismo
Ø Al Fatah: Así se lucha contra un pueblo
Ø Tribuna anticapitalista: ¿Por una Asociación Internacional de los Trabajadores Inmigrantes? Para defender consecuentemente a los trabajadores inmigrantes hace falta una organización consecuentemente anticapitalista
Núm. 10 (15.05.2007)
Ø ¡Atención a Francia!
Ø Tesis. La cuestión saharaui y los proletariados marroquí y español
Ø ¿Por qué hay que defender, quién defiende y quién no a Núria Pórtulas?…
Núm. 9 (01.05.2007)
Ø Las elecciones francesas señalan el curso
Ø 1 de mayo: ¿manifestaciones anticapitalistas?…
Ø Tras los atentados de Al-Qaeda en el Magreb… Declaración de Anticapitalismo rojo
Ø Tribuna anticapitalista: ¿Por una Asociación Internacional de los Trabajadores Inmigrantes? Continúa el debate
Núm. 8 (15.04.2007)
Ø A los 50 años de su fundación… Crisis agónica de la UE
Ø Metro de París: nueva irrupción del anticapitalismo
Ø Tribuna anticapitalista: ¿Por una Asociación Internacional de los Trabajadores Inmigrantes? Una reflexión marxista
Núm. 7 (31.03.2007)
Ø La caída de las Bolsas anuncia el crash que se acerca
Ø Irak: cuatro años de ocupación… La guerra, la paz y los proletarios del mundo
Ø ¿China capitalista?… ¿Cuándo dejó de serlo?…
Ø Tribuna anticapitalista: ¿Por una Asociación Internacional de los Trabajadores Inmigrantes? Se inicia el debate… Nos escribe un compañero inmigrante
Núm. 6 (15.03.2007)
Ø Italia: el nauseabundo olor del fascismo
Ø De Juana, excarcelado: una victoria revolucionaria
Ø Tribuna anticapitalista: Carta abierta por una Asociación Internacional de los Trabajadores Inmigrantes
Núm. 5 (31.03.2007)
Ø Encuentro del Fórum Social en Nairobi
Ø Siete tesis marxistas sobre Kosovo
Ø Tribuna anticapitalista: un saludo, una propuesta
Núm. 4 (15.02.2007)
Ø ¿«Por una vivienda digna»?… ¡Asambleas anticapitalistas por el acceso a la vivienda!
Ø La revolución comunista de mañana y los países no avanzados. (I…) Un trabajo necesario
Ø Biblioteca roja. Anti-Negri. Libro Primero. El padre filosófico del nazismo, Friedrich Nietzsche, y su amigo “anticapitalista” Antonio Negri
Núm. 3 (31.01.2007)
Ø Tras el asesinato de Estado de Barajas: ¿A dónde va la cuestión vasca?…
Ø Anarquismo y comunismo
Ø Biblioteca roja. Anarquismo y comunismo. Ayer y hoy
Ø Diferencias entre el anarquismo y el comunismo
Núm. 2 (15.01.2007)
Ø Contra el engaño de «la paz» en Palestina ¡Adelante con la guerra revolucionaria!
Ø Entrevista con I. Rodas: ¿Para qué un Anti-Negri?…
Ø Memoria roja: El asesinato de Rosa Luxemburg
Núm. 1 (01.01.2007)
Ø El nuevo anticapitalismo. Vive les casseurs!
Ø ¿Adónde va la guerra de Irak y por qué nos importa a los anticapitalistas?…
Ø Movimiento okupa. Entre el reformismo y el anticapitalismo
Ø Hemos leído… Anti-Negri. Libro Primero. Crítica de la filosofía y la economía críticas




----------------------------------------------------------------------------------------


viernes, 1 de junio de 2007

ANTICAPITALISMO ROJO Nº11


S U M A R I O 1 junio 2007

Editorial
ELECCIONES BURGUESAS Y ANTICAPITALISMO

Al Fatah
ASÍ SE LUCHA CONTRA UN PUEBLO…

Tribuna anticapitalista
PARA DEFENDER CONSECUENTEMENTE A LOS TRABAJADORES INMIGRANTES
HACE FALTA UNA ORGANIZACIÓN CONSECUENTEMENTE ANTICAPITALISTA


----------------------------------------------------------------------------------------

ELECCIONES BURGUESAS Y ANTICAPITALISMO

Las recientes elecciones presidenciales francesas, que han erigido a la cabeza de la República a Nicolas Sarkozy, y las elecciones municipales españolas que acaban de celebrarse invitan, por la disparidad de la actitud tomada por la juventud proletaria ante ellas, a una reflexión por parte de los anticapitalistas conscientes de su condición.

Efectivamente, como es sabido, mientras que, en las primeras, más de cuatro de cada cinco jóvenes de las banlieues —los suburbios de las grandes ciudades francesas— emitieron su voto, en las municipales españolas la abstención de la juventud de la clase explotada ha continuado siendo inmensamente mayoritaria.

He aquí —es legítimo considerarlo así, puesto que, si de un lado, la participación de la mayor parte de los casseurs en los comicios galos fue antecedida y seguida la misma noche de éstos de la reivindicación expresa y la puesta en práctica, respectivamente, de su resuelta acción, fuera del cuadro democrático-burgués, contra el capitalismo y su Estado, de otra parte, la falta de apoyo de los jóvenes proletarios españoles a la totalidad de las candidaturas presentadas, ¿qué otra cosa supone, ante todo, sino su protesta latente contra el sistema?…— dos respuestas anticapitalistas, de muy diferente grado, ante las elecciones burguesas, cuya realidad confirma, en todo caso, que el problema de qué hacer frente a éstas está planteado para el anticapitalismo contemporáneo.

¿Participar en ellas?, ¿seguir absteniéndose? Con su votación masiva en las elecciones, mientras seguían amenazando con volver a incendiar Francia en cuanto les sea posible, los casseurs, los jóvenes proletarios, anticapitalistas, franceses han puesto, en cualquier caso, una pica en Flandes por el anticapitalismo político, cuyo desarrollo sólo puede conducir a la organización, propia e independiente, del movimiento que, surgido de los suburbios, desbordó, entroncando con la lucha contra la precariedad de los estudiantes hijos de las familias trabajadoras, en la primavera de 2006, a la totalidad de las fuerzas de la democracia burguesa. Proceso de organización política, propia e independiente, del movimiento anticapitalista en el cual, de ningún modo, es descartable ya, en el tablero francés, el afloramiento, a medio plazo, de una tentativa de candidatura anticapitalista, impulsada por los casseurs, para mantenerse en la escena política sin tener que prestar su voto —como han debido hacer, en esta ocasión, a falta de candidatura propia— a ninguna de las fuerzas reformistas.

Desde luego que lo primero a explicar, en esta cuestión, es que las elecciones burguesas, por muy democráticas que puedan ser, constituyen un criminal engaño a las masas trabajadoras, pues —dado el aplastante dominio de los «medios de comunicación» por parte de la burguesía y el incontestable predominio cultural de ésta— no cumplen, en lo esencial, otra misión, que la de revestir de legitimidad, frente a los explotados, el poder de la clase explotadora... Desde luego que sin explicar esto claramente al proletariado, sin denunciar la naturaleza de dictadura del capital que, bajo los oropeles de la «libertad de elección» y del «sufragio universal», detenta toda democracia burguesa, no nos situamos en el campo del anticapitalismo, sino, por radical que sea nuestra crítica a lo existente, en el terreno del sistema… A este respecto, la línea entre reformismo y anticapitalismo se traza precisamente aquí: reformista es todo aquel que, de una u otra forma, expresa o implícita, da ilusiones en que los intereses del conjunto de los explotados pueden ser defendidos mediante los mecanismos de la democracia capitalista, mediante las elecciones burguesas, que nos ocupan, para el caso; anticapitalista, es por el contrario, el que obra al margen de dicha confianza, siquiera mínima, en los mecanismos participativos puestos en pie por el Estado capitalista para reforzar el poder de la clase burguesa. En una palabra: reformista no es quien participa en las elecciones (¿alguien, en su sano juicio, podría, entonces, clasificar de reformistas a los casseurs que, reivindicando abiertamente su violencia de resistencia contra el sistema, han votado contra Sarkozy en Francia?) y anticapitalista quien no lo hace. Reformista es, en realidad, quien confía en las elecciones, para resolver la cuestión social, y anticapitalista quien no concede a éstas la menor posibilidad en dicho cometido.

Ahora bien, una vez establecida esta frontera, a propósito de las elecciones burguesas, entre reformismo y anticapitalismo —o confianza o no confianza, y no o participación o abstención—, los interrogantes en lugar de resolverse, parecen multiplicarse. Por el hecho de que las elecciones burguesas son incontestablemente un engaño a los explotados, ¿debe la vanguardia de éstos, deben los anticapitalistas conscientes dejar este terreno libre a las maniobras de la burguesía? Ventilándose aparentemente, en ellas, el problema del poder, de quién debe dirigir la sociedad, ¿deben los comunistas, los anticapitalistas consecuentes abstenerse, por principio, ante las elecciones burguesas?… Brindando como brindan, aunque tan sólo sea por un instante, la posibilidad de difundir los contenidos revolucionarios de la lucha anticapitalista —en primer lugar, por ejemplo, la denuncia del carácter fraudulento, explotador y criminal de todo régimen de democracia burguesa—, ¿deben renunciar los anticapitalistas conscientes, por propia voluntad, a utilizar esa tribuna de resonancia social del combate subversivo para destruir el capitalismo en que se convertiría la campaña electoral de una auténtica Candidatura Anticapitalista?…

Con su participación masiva en los comicios, sin renunciar ni un ápice a su acción anticapitalista, los casseurs franceses han demostrado que sí que es posible y necesaria esa explosiva combinación entre anticapitalismo y política, entre lucha abierta contra el sistema e intervención activa de los explotados en las mistificadas elecciones organizadas por éste. No ha sido, sin embargo, éste el caso, todavía, en España, donde la, ya comentada, abstención general por parte del conjunto de la juventud proletaria, se ha acompañado —¿cómo no?…— de la presentación, por parte del viejo movimiento reformista, de candidaturas pseudoanticapitalistas («alternativas» las llaman) que, como la interclasista Candidatura d’Unitat Popular (CUP) —dirigida, bajo cuerda, por esa fracción catalana del estalinismo constituida por Endavant— sólo sirven objetivamente para cerrar el paso tanto al auténtico independentismo revolucionario catalán como a la colaboración de éste con el anticapitalismo y a la emergencia de una verdadera Candidatura Anticapitalista.

¿Por cuánto tiempo más las cosas seguirán así?… En la misma medida en que, en la actualidad, con excepción de Francia, el anticapitalismo se deja ver sólo muy esporádicamente en escena en el resto de países avanzados, hablar hoy de una actitud activa de los anticapitalistas ante las elecciones burguesas, señalar, por ejemplo, el objetivo de llegar a formar una Candidatura Anticapitalista, parece latín. Pero, con su entrada declarada en política —apartando a un lado, por inservibles, los prejuicios ácratas, abstencionistas, del apoliticismo—, los casseurs marcan el camino. El movimiento anticapitalista de mañana no cederá ni un solo terreno de lucha a la burguesía. Tampoco el electoral.


----------------------------------------------------------------------------------------
Ignacio Rodas
Anti-Negri. Libro Primero
Crítica de la filosofía y la economía críticas

En 2000 y 2004, el profesor Antonio Negri publicó respectivamente Imperio y Multitud, obras de gran impacto que tuvieron la virtud de exponer una teoría general del pensamiento y la acción alternativos de nuestro tiempo, antiglobalizadores. El Anti-Negri, de Ignacio Rodas, cuyo Libro Primero, dedicado a la crítica de la filosofía y la economía críticas, ve ahora la luz, constituye, ante todo —al hilo de la demolición sistemática a la que se entrega, por alienante de la realidad social, del discurso postmoderno expuesto por el señor Negri—, la afirmación científico-revolucionaria de que existe vida más allá de los trillados caminos del pensamiento oficial y crítico, que copan la escena.
Formalmente, la obra de Rodas se ancla en la más estricta ortodoxia marxista. En este Libro Primero, en particular, la crítica de la doctrina del señor Negri ha proporcionado al autor la oportunidad de llevar a cabo un despliegue, que abruma por su consecuencia, del más genuino materialismo dialéctico y de la implacable crítica de la economía burguesa tan característicos de la ciencia comunista. Pero, contrariamente a lo que podría esperarse, ese impecable ejercicio de marxismo, en las antípodas de recrearse como un fin en sí mismo, deviene, en manos de Rodas, instrumento privilegiado de aprehensión, concreta y activa, del curso vigente del capitalismo en su inédita especificidad.
En definitiva, de la crítica implacable, que nos depara el Anti-Negri, de los pilares de la praxis reformista radical de hoy emerge, en positivo, una profunda, y novedosa por su original contemporaneidad, comprensión teórica y política, tan intachablemente revolucionaria como plenamente verificable por los hechos más destacados del mundo actual, del papel que desempeñan los aconteceres más significativos que tienen lugar ante nuestros ojos en el movimiento histórico general de las masas explotadas y oprimidas del planeta por su emancipación.

edcurso@edicionescurso.com www.edicionescurso.com

----------------------------------------------------------------------------------------

Al Fatah
ASÍ SE LUCHA CONTRA UN PUEBLO…


A pesar de que el conflicto entre el Estado de Israel y el pueblo palestino nos acompaña durante más de medio siglo, encabezando, a diario, las principales portadas de la prensa, lo que está ocurriendo actualmente en Oriente Medio y Palestina, con enfrentamientos militares entre fracciones nacionales, merece una mirada crítica por parte de la vanguardia comunista, con vistas a establecer una posición —al margen de todas las comprensiones democráticas burguesas, humanistas, o de la sustentada por la reaccionaria Autoridad Palestina— que, favoreciendo una comprensión revolucionaria, por parte de las nuevas generaciones proletarias, en España y el resto del mundo, les permita tomar partido sobre este conflicto de acuerdo con los intereses históricos de la clase explotada.
A lo largo de la historia humana, todo el esfuerzo científico y filosófico de investigación o de análisis ha sido dirigido a la búsqueda de la verdad y el reconocimiento de la realidad. Ésta es una conclusión irrebatible. Tan real como que toda la historia de la sociedad humana, desde el Neolítico hasta hoy, es una historia de lucha de clases entre explotadores y explotados; una lucha que, a lo largo de cada fase de desarrollo, ha condicionado el esclarecimiento de la verdad y de las realidades mismas en cuanto éstos no han sido convenientes para los intereses de la clase dominante. Pues bien, en esta etapa y en este caso en concreto —el conflicto palestino israelí—, lo primero que hemos de ver es que lo que se halla en cuestión, sobre el tapete, son los intereses directos del orden imperialista internacional.
El Estado de Israel nació formalmente el 14 de mayo de 1948, cuando concluyó el mandato del Reino Unido sobre Palestina y se proclamó un Estado judío con el nombre anterior. Para el pueblo palestino, el 14 de mayo es el día de la Anacba o del desastre nacional. Remontémonos un poco en la historia para comprender el significado de estos hechos...
Durante cinco siglos, el Imperio Otomano dominó la medialuna fértil de Medio Oriente. Pero, a fines del siglo xix, Turquía comenzó a declinar ante el desarrollo económico de las grandes potencias capitalistas. Derrotada tras su alianza con Alemania en la Primera Guerra Mundial, Francia e Inglaterra emergieron disputándose el control de esa zona estratégica como puente hacia las rutas del petróleo. En 1915, ambos imperialismos firmaron el acuerdo de Seykes-Picot, que partía Medio Oriente en dos grandes zonas coloniales. Francia impuso su dominio sobre Siria, Líbano y la parte sudeste de Turquía. Inglaterra, por su parte, ocupó Egipto, el territorio de Adén, la Península Arábiga y el Golfo Pérsico, pero, en 1917, el Imperio Británico, aplicando una nueva política imperialista acorde con la adecuación a las circunstancia de su apetito colonial, lanzó la Declaración Balfour, que promovía la creación de un «Hogar Nacional Judío» en Palestina con la finalidad de sentar las bases de un Estado aliado que, ejerciendo de tapón, contrarrestara el desarrollo de los movimientos de liberación nacional de los pueblos árabes. De este modo, la génesis del Estado de Israel, fundado poco después de la Segunda Guerra Mundial, ya con el patrocinio abierto de EE UU, constituye, por sí misma, la expresión material más acabada —hablamos dialécticamente― de esta política imperialista colonial, destinada a poner en pie un Estado gendarme en guerra permanente contra los pueblos árabes y plenamente acorde, por lo demás, en todo momento, con los intereses y planes de explotación de los recursos naturales de la región por las grandes potencias capitalistas, así como de desarrollo del mercado de armamento.
En esta dirección, y con el objetivo de desalojar de su territorio a un pueblo entero, en los pasados años cuarenta se crearon las milicias sionistas (llamadas los rabinos), encargadas de eliminar y expulsar a los palestinos de sus aldeas y ciudades a través del terror financiado por el imperialismo mundial. Paralelamente a estas medidas, se inició todo un proceso de propaganda sionista, destinada a engañar a las masas trabajadoras que profesaban la religión judía, basada en la emigración al «País de los cielos» y en el hecho histórico de que sus antepasados vivían en aquellos lugares hace milenios.
En aquel mismo momento, el pueblo palestino decidió coger las armas para resistir a dicho Estado sionista, creado y sostenido, como hemos visto, por el imperialismo mundial. También desde entonces, las potencias capitalistas, a través de las instituciones internacionales, como la ONU, la títere Liga Árabe o la Unión Europea, no han cesado de idear fórmulas políticas para la supuesta solución del conflicto, siempre, claro está, dentro de los marcos aceptables para el orden imperialista en la zona. Sin embargo, la realidad ha sido y es mucho más fuerte y tajante que las intenciones de los amos del mundo y sus potentes arsenales militares, diplomáticos y económicos. La resistencia, a sangre y fuego, del pueblo palestino, con sus refugiados incluidos, ha demostrado ser una inagotable fuerza, que se alimenta sólo y exclusivamente de la opresión nacional de dicho pueblo, pese a que ésta no haya sido jamás reconocida realmente como tal, por parte de las grandes potencias capitalistas y sus instituciones, ni combatida, de veras, en instante alguno, por los Estados árabes subordinados a las anteriores, los cuales, en la actualidad —dada su manifiesta naturaleza de correas de transmisión del imperialismo—, se encuentran ,en nuestros días, en la antesala de una auténtica crisis política frente a sus masas trabajadoras, sobre todo, a raíz de la ocupación imperialista de Irak y del surgimiento y desarrollo a los que asistimos de movimientos nacionales antiimperialistas en la región.
Este breve repaso histórico nos permite plantear la siguiente pregunta: «¿Qué ha pasado y qué está pasando hoy día en Palestina para que Al Fatah, apoyado por el imperialismo, los Estados árabes, y, por supuesto, el Estado judío, cargue tan ostentosamente contra Hamás, ganador, por mayoría absoluta, de las elecciones democráticas al Parlamento palestino?».
Para responder a esta pregunta con una cierta precisión, volveremos a los mismos principios de este conflicto, pero esta vez no desde el plano histórico, sino desde el político-militar ― los cuales, por cierto, jamás se separaron uno del otro―, en el marco nacional del movimiento de resistencia palestino.
La fundación del Estado de Israel y la expulsión de más de la mitad de pueblo palestino de su territorio hacia los países árabes vecinos fueron los detonantes del surgimiento espontáneo de más de cuarenta organizaciones de resistencia armada contra la ocupación sionista, tanto dentro de Palestina como en los campos de refugiados en Siria, Líbano, Qatar, Jordania, Kuwait…. Tras la guerra árabe israelí de 1956 y la ocupación de la franja de Garza, estos movimientos se dieron cuenta de la necesidad de organizar y movilizar sus propias fuerzas independientemente de los Estados árabes si querían conseguir la liberación de su territorio nacional, lo que dio lugar, en 1961, a la fundación del Movimiento de Liberación de Palestina (Al Fatah).
Hay que reconocer que toda expresión social, política y militar no deja de ser una manifestación objetiva, consciente o espontánea, del desarrollo material de las fuerzas productivas de una sociedad y de su entorno, incluso si es una expresión, como en este caso, de resistencia, de combate por una causa justa, como es el caso de la lucha del pueblo palestino.
En este sentido, las primeras organizaciones de resistencia palestina, aglutinadas en Al Fatah, no traducían otra cosa que el clamor de la clase burguesa reaccionaria palestina, dominante en toda la región en aquella época. Por ello mismo, Al Fatah no tardó mucho en ser adoptado política y financieramente por parte de los Gobiernos reaccionarios árabes, justo después de la denominada «Guerra de la dignidad» (1968), momento en que fue reconocida, por primera vez, en el cuadro del V Congreso de la Cumbre Árabe, celebrado en Rabat, capital de Marruecos, en 1969.
Ya desde aquella época, aunque no de forma oficial, la burguesa y reaccionaria Al Fatah reconocía, de tapadillo, al Estado de Israel, al amparo de la estrategia llamada «Programa transitorio», adoptada, en el II Congreso Nacional Palestino de 1974 —en nombre del «realismo político»—, en sustitución del objetivo de la liberación de Palestina (léase, la disolución del Estado de Israel). Esta política de Al Fatah, fruto directo de la derrota árabe de 1967, será posteriormente desarrollada a través de la proclamación de la independencia de Palestina, en 1988, en Argelia.
En esta breve cronología política del devenir materialista dialéctico de Al Fatah podemos añadir que los «Acuerdos de paz» de Oslo, de 1993, culminaron, de forma abierta, esta oposición irreconciliable, en los hechos, de la burguesía palestina, a través de Al Fatah, a los intereses del conjunto de la nación palestina. Los acuerdos también reflejaban, claro está, los intereses de las potencias imperialistas operantes en la región, que aspiraban a conseguir una relativa calma que les permitiera llevar a cabo, sin sobresaltos, tanto la dominación económica sobre las burguesías sometidas como la política sobre sus masas trabajadoras, y, asimismo, por supuesto, el interés propio del Estado de Israel —a pesar de su condición de agencia del imperialismo de EE UU en la zona, posee unos intereses específicos— de debilitar la resistencia nacional palestina, con la contrapartida de la concesión de una mísera autonomía política y policial, a fin de obtener un control efectivo de la situación.
Durante todo este proceso político por una paz imposible entre Israel y Palestina, no se ha visto más que la guerra permanente y la destrucción hasta cotas jamás conocidas en toda la zona. La razón de ello es que la clave de este conflicto responde, en su determinación profunda, como venimos diciendo, a una realidad material —vale decir, social— conformada por la lucha de clases, en la que el movimiento pequeñoburgués nacional, antiimperialista, de Palestina, se halla en inconciliable contradicción con el Estado de Israel, por un lado, y con su propia burguesía reaccionaria, por el otro.
Ello se debe no sólo a la ineludible demanda de retorno de los refugiados a sus hogares; un derecho que, por sí mismo, niega la existencia del Estado de Israel —el territorio es el pilar básico de cualquier Estado―, sino también, y de forma mucho más acuciante, por los intereses de los pequeños comerciantes y empresarios palestinos de dotarse de un Estado propio que proteja y favorezca sus negocios, libre tanto de la ocupación israelí como de la dominación imperialista de las grandes potencias. Pero, puesto que el proceso político, capitaneado por Al Fatah y amparado por conjunto del imperialismo, no satisface ni puede satisfacer, ni mucho menos, ninguna de estas dos demandas, el Movimiento de Resistencia Islámica (Hamás), no ha cesado de crecer y ganar fuerza, entre las masas trabajadoras, desde su victoria en las últimas elecciones palestinas y su entrada en el Gobierno, lo que ha preocupado tanto a la burguesía reaccionaria palestina, encaramada en los puestos de la Autoridad Palestina, como al imperialismo y al propio Estado sionista, hasta el punto de llegar al momento actual en que han formado entre todos una coalición para intentar liquidarlo.
Pero esta vigente guerra civil que se desarrolla en la zona, unida a episodios recientes como el enfrentamiento del Ejército de Líbano, con el apoyo directo de Washington, con el grupo revolucionario Al Fatah Al Islam en el campo de refugiados palestinos de Al Wad Al Barred, no hacen sino certificar, por encima de cualquier otra consideración, dentro del impasse global que vive Oriente Medio, el fracaso clamoroso de la estrategia democratizadora que el imperialismo de EE UU había diseñado, arrogantemente, años atrás, para la zona.
He aquí, en suma, cómo este conflicto nace y se desarrolla ante nuestros ojos, vehiculizando los intereses no sólo de las fuerzas burguesas reaccionarias directamente en liza, sino, asimismo, los de las grandes potencias imperialistas y de los Estados capitalistas árabes colindantes. La visión material y realista que hemos desplegado nos permite obtener las siguientes conclusiones objetivas, al respecto, como vanguardia comunista:

1) La causa del pueblo palestino a la hora de reivindicar su territorio es una causa justa —esto es, revolucionaria—, pues favorece los intereses mundiales del proletariado en la misma medida en que contribuye a desgastar el orden imperialista internacional.
2) Los comunistas nos mostramos, por tanto, contrarios al reconocimiento del Estado de Israel, avalado por la organización imperialista de la ONU, creado, en 1948, por los Estados imperialistas ganadores de la Segunda Guerra Mundial, cuando éstos tenían, para más inri, a medio mundo colonializado militarmente.
3) Apoyamos el derecho de todos los refugiados, y desplazados palestinos, expulsados de sus territorios mediante el uso de fuerza militar, a retornar a sus hogares, aunque estén ocupados por colonos judíos actualmente.
4) Conscientes de que la resolución del conflicto sólo podrá tener lugar en el cuadro de la revolución proletaria internacional que llegue a hacer realidad una comunidad humana mundial sin explotación ni clases, sin Estados ni fronteras, los comunistas entienden que, ahora y en el futuro, su máxima prioridad en él es la impulsión de la unidad revolucionaria entre el proletariado palestino y el israelí
5) Bajo esa determinación, reconocemos y apoyamos incondicionalmente la resistencia armada del pueblo palestino contra el Estado de Israel, representada en la actualidad, tal como fue expresado popularmente en las urnas, por Hamás, dado que dicho movimiento mantiene viva, como hemos indicado, la llama de la lucha antiimperialista.
6) Situados en esta perspectiva histórica, entendemos, más allá de los horrores inenarrables que comporta para el pueblo, la guerra civil en curso entre Al Fatah y Hamás como un paso inevitable en el proceso político de desarrollo del movimiento nacional revolucionario palestino.

Sin detrimento de nuevos análisis que nos permitan afinar un paso más en nuestra toma de posición, invitamos a debatir nuestro texto a todo aquel proletario, anticapitalista, que busque una respuesta revolucionaria al conflicto palestino-israelí y, más en general, a lo que está ocurriendo en Oriente Medio.

Carlos Togues
25 de mayo de 2007

Tribuna anticapitalista

Para defender consecuentemente a los trabajadores inmigrantes
hace falta una organización consecuentemente anticapitalista


Con relación a la posibilidad de crear una Asociación Internacional de los Trabajadores Inmigrantes, planteada por Jalefa y considerada por los compañeros I.Rodas y M.H, en números anteriores de Anticapitalismo rojo, me gustaría hacer las siguientes apreciaciones.
Bien que las premisas sobre las que Jalefa asienta su iniciativa, en su carta, sean 100% clasistas, como demuestra el hecho de que dirija su proyecto a los inmigrantes proletarios y de ningún modo a los que, por ejemplo, han conseguido levantar un pequeño negocio explotando fuerza de trabajo ajena, o de que busque dotar a la misma de una línea de resistencia proletaria —de esos mismos inmigrantes— a los ataques del capitalismo, ajena, por lo mismo, totalmente, aunque demande reformas parciales, a toda ilusión de reforma en el sistema, pienso que un proyecto de ese tipo escapa no sólo a las reducidas fuerzas de los revolucionarios de hoy día, sino incluso a las tareas más acuciantes que éstos tienen entre manos.
Es cierto, tal y como se ha ido explicando a lo largo del debate, que los asalariados inmigrantes sufren una explotación, discriminación y privación de derechos mucho más profundas que los trabajadores autóctonos de los grandes Estados capitalistas receptores de mano de obra extranjera. Es cierto también que, debido a esas condiciones de explotación y discriminación específicas —consecuencia misma de un mundo burgués dividido en naciones y Estados— y debido a la afinidad cultural y lingüística que les es propia, éstos últimos tienden a asociarse y comunicarse más fácilmente entre ellos que con los trabajadores del país receptor, realidad de la que se sirven numerosas asociaciones para organizarlos —reaccionariamente— sobre su primitiva base nacional. Una organización proletaria internacional de inmigrantes, sobre bases anticapitalistas, como la que propone Jalefa o una organización anticapitalista en defensa de los proletarios inmigrantes —abierta en su seno, por tanto, a la participación de proletarios autóctonos (algo seguramente más efectivo y positivo para los intereses revolucionarios )— sería, por supuesto, absolutamente contraria a fomentar cualquier división sectorial, nacional y racial de las reivindicaciones de la masa de trabajadores extranjeros y lucharía por unificar sus luchas con la fuerza de trabajo autóctona, teniendo en cuenta y dando respuesta, a su vez, a los problemas específicos de la inmigración. Pero, en mi opinión, aunque, en sus planteamientos, y sobre el papel, dicha organización sea irreprochablemente anticapitalista, la cuestión a dilucidar para los revolucionarios, con relación a esta cuestión, versa sobre dos asuntos clave. Uno, si la tarea de la vanguardia proletaria pasa, ahora y en el futuro, por erigir, por sí misma, organizaciones de resistencia proletaria (antes que cualquier organización revolucionaria) sin que el propio movimiento proletario las cree de su necesidad cotidiana, es decir, sustituyendo las necesidades del movimiento real por lo que sería una impulsión burocrática e irreal de dicho movimiento, y dos, si los revolucionarios, consecuentemente con dicha línea, habrían de emplear sus escasas fuerzas en la creación de otras tantas organizaciones anticapitalistas para responder a cada una de las opresiones y explotaciones específicas que se dan también cotidianamente en la sociedad capitalista (inmigración, opresión de la mujer, opresión nacional, discriminación racial, etc…) y que el reformismo, por otra parte, con toda la fuerza material que le confiere hoy la situación, así como con el apoyo del Estado capitalista, toma profesionalmente a su cargo, separándolas precisamente de su tronco y base común…
Mi respuesta es que la tarea revolucionaria no pasa hoy ni mañana por dispersar sus fuerzas en la creación ni de nuevos sindicatos ni de nuevos organismos, ni otro tipo de asociaciones de resistencia de los explotados, sea cual sea su procedencia y condición, cuando la situación no los haya creado de antemano, esto es, distintas a las actuales, donde, por otro lado, podemos y en ocasiones debemos participar, delimitándonos de las políticas de la izquierda del sistema, por muy radical que sea su reformismo.
Ahora bien, para llevar a cabo una línea verdaderamente proletaria en el seno de estás, o incluso crear nuevas organizaciones de resistencia, como propone la carta inicial de Jalefa, en el supuesto de que fuera posible y pertinente crearlas, hace falta algo más que un pequeño núcleo de revolucionarios determinados para hacer efectivas dichas voluntades. Hace falta una organización anticapitalista, con unos medios, una infraestructura y una base de masas suficiente para poder afrontar al reformismo, en los hechos, sin ser desalojados de escena a la primera de cambio. Tal organización no puede ser otra que un partido. Y ese partido no puede ser otro que nuestro Partido, el Partido Comunista. Así lo enseña tanto la experiencia histórica como la más inmediata de las lecciones detraídas de la lucha de clases en la sociedad capitalista.
En resumidas cuentas, lo que propongo a todos los compañeros tocados e interesados por el problema planteado por Jalefa es una reflexión, en tanto que elementos proletarios de vanguardia, al respecto de lo planteado en las anteriores aportaciones de Jalefa, Ignacio Rodas, M.H. y esta misma carta, de cara a poder reunirnos, discutir fraternalmente y extraer las conclusiones pertinentes que lleven a materializar, sobre un base sólida, el trabajo que tienen planteado, en la actual situación, los elementos revolucionarios.

flecha

----------------------------------------------------------------------------------------
Proletario, proletaria, anticapitalista…

LEE, DEBATE, ESCRIBE A LA Tribuna anticapitalista

Para toda correspondencia

Anticapitalismorojo@hotmail.com
----------------------------------------------------------------------------------------

Sumarios de Anticapitalismo rojo

Núm. 10 (15.05.2007)
Ø ¡Atención a Francia!
Ø Tesis. La cuestión saharaui y los proletariados marroquí y español
Ø ¿Por qué hay que defender, quién defiende y quién no a Núria Pórtulas?…
Núm. 9 (01.05.2007)
Ø Las elecciones francesas señalan el curso
Ø 1 de mayo: ¿manifestaciones anticapitalistas?…
Ø Tras los atentados de Al-Qaeda en el Magreb… Declaración de Anticapitalismo rojo
Ø Tribuna anticapitalista: ¿Por una Asociación Internacional de los Trabajadores Inmigrantes? Continúa el debate
Núm. 8 (15.04.2007)
Ø A los 50 años de su fundación… Crisis agónica de la UE
Ø Metro de París: nueva irrupción del anticapitalismo
Ø Tribuna anticapitalista: ¿Por una Asociación Internacional de los Trabajadores Inmigrantes? Una reflexión marxista
Núm. 7 (31.03.2007)
Ø La caída de las Bolsas anuncia el crash que se acerca
Ø Irak: cuatro años de ocupación… La guerra, la paz y los proletarios del mundo
Ø ¿China capitalista?… ¿Cuándo dejó de serlo?…
Ø Tribuna anticapitalista: ¿Por una Asociación Internacional de los Trabajadores Inmigrantes? Se inicia el debate… Nos escribe un compañero inmigrante
Núm. 6 (15.03.2007)
Ø Italia: el nauseabundo olor del fascismo
Ø De Juana, excarcelado: una victoria revolucionaria
Ø Tribuna anticapitalista: Carta abierta por una Asociación Internacional de los Trabajadores Inmigrantes
Núm. 5 (31.03.2007)
Ø Encuentro del Fórum Social en Nairobi
Ø Siete tesis marxistas sobre Kosovo
Ø Tribuna anticapitalista: un saludo, una propuesta
Núm. 4 (15.02.2007)
Ø ¿«Por una vivienda digna»?… ¡Asambleas anticapitalistas por el acceso a la vivienda!
Ø La revolución comunista de mañana y los países no avanzados. (I…) Un trabajo necesario
Ø Biblioteca roja. Anti-Negri. Libro Primero. El padre filosófico del nazismo, Friedrich Nietzsche, y su amigo “anticapitalista” Antonio Negri
Núm. 3 (31.01.2007)
Ø Tras el asesinato de Estado de Barajas: ¿A dónde va la cuestión vasca?…
Ø Anarquismo y comunismo
Ø Biblioteca roja. Anarquismo y comunismo. Ayer y hoy
Ø Diferencias entre el anarquismo y el comunismo
Núm. 2 (15.01.2007)
Ø Contra el engaño de «la paz» en Palestina ¡Adelante con la guerra revolucionaria!
Ø Entrevista con I. Rodas: ¿Para qué un Anti-Negri?…
Ø Memoria roja: El asesinato de Rosa Luxemburg
Núm. 1 (01.01.2007)
Ø El nuevo anticapitalismo. Vive les casseurs!
Ø ¿Adónde va la guerra de Irak y por qué nos importa a los anticapitalistas?…
Ø Movimiento okupa. Entre el reformismo y el anticapitalismo
Ø Hemos leído… Anti-Negri. Libro Primero. Crítica de la filosofía y la economía críticas