viernes, 3 de agosto de 2007

ANTICAPITALISMO ROJO Nº15

Soldados estadounidenses son atendidos después de un ataque de la insurgencia irakí


S U M A R I O 1 Agosto 2007

Editorial
Dos guerras perdidas por el imperialismo
PERO IRAK NO ES VIETNAM…

A propósito del escrito de Sánchez Teran, militante de Endavant
O CON EL ESTALINISMO O CON LA «DEFENSA DE LA TERRA»

Carta de Can Masdeu al Tripartito
HIPPISMO ES CAPITALISMO

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Dos guerras perdidas por el imperialismo

PERO IRAK NO ES VIETNAM…



No son pocos los que comparan el curso de la guerra de Irak con el seguido, en su día, por la de Vietnam, que, tras cerca de nueve años de intervención militar estadounidense, vio salir, derrotadas, del país a las tropas de EE UU, tras los acuerdos de París, firmados en enero de 1973…

En cierto sentido, la comparación es pertinente. Ambas son guerras antiimperialistas y ambas están dirigidas, directamente, contra la primera potencia capitalista del planeta. Ambas, además, son guerras perdidas, de antemano, por el imperialismo y, en ambas, por ende, esta realidad de la derrota en curso no ha tardado en abrirse paso, de forma inequívoca, al poco tiempo de desarrollo del conflicto, en la conciencia de las fuerzas vivas que dirigen el Estado norteamericano. La potente ofensiva de Vietnam del Norte y de la guerrilla del Vietcong, en 1968 —después de que, durante cuatro años, el ejército estadounidense, ampliamente ya desplegado en Vietnam del Sur, masacrara criminalmente, en vano (incluso con el empleo, como es sabido, de armas químicas), a la población civil norvietnamita—, constituyó, por aquellas fechas, el elemento fehaciente que, de forma definitiva, convenció a Washington del signo adverso de la guerra, de la misma manera que el fracaso, a ojos vistas, de la «Operación surge [marea, oleaje]», a la desesperada lanzada, el pasado mes de enero, por Bush, con la promesa de estabilizar la situación en el país, ha trazado el Rubicón a partir del cual la burguesía norteamericana ha empezado a debatir abiertamente el problema de la guerra en los términos concretos de cómo hacer efectiva la retirada de su ejército con los menores gastos políticos, sociales y militares posibles.

Ciertamente, todas éstas son similitudes entre la guerra de Irak y la de Vietnam, pero, una vez tomado nota de ellas, es preciso poner los puntos sobre las íes, clarificando que la comparación no resiste ir más allá de lo expuesto. Dicho de otra forma, las semejanzas hacen a la consideración, en sí, de ambos conflictos, pero desaparecen, por completo, en cuanto ponemos a éstos en conexión con el curso general de los acontecimientos en el que se inscriben, o lo que es lo mismo, en cuanto pasamos a considerarlos no en tanto que un vacío compendio de abstracciones ideales coincidentes —guerras imperialistas, guerras contra EE UU, guerras perdidas por EE UU y percibidas, como tales, a los pocos años de haberse desencadenado…—, sino en su realidad concreta, viva, en tanto que vectores activos del devenir general de la situación mundial.

Verdaderamente, una vez las hemos situado en las coordenadas generales de las que forman parte, en el plano internacional que integran, sólo podemos llegar a una conclusión fundada: la guerra de Irak es absolutamente diferente a la de Vietnam.

Esta última se hallaba, en efecto, inscrita en el curso definitivamente abierto con el mayo francés de 1968. Dicha dinámica, considerada, con total unanimidad, por el izquierdismo pequeñoburgués, como de «inminencia de la revolución», demostró contundentemente, más allá de toda posibilidad real de polémica, no ser otra que la de la democratización necesaria del capitalismo destinada a optimizar los últimos desarrollos de la composición taylorista del capital impuesta sobre la base de la gigantesca destrucción de fuerzas productivas llevada a cabo por la Segunda Guerra Mundial a modo de continuación, sólo interrumpida por la revolución, de la Gran Guerra de 1914-1918. Trabajo para el conjunto del proletariado y relativo, pero innegable “Estado de bienestar” para el grueso de las masas trabajadoras, definieron tal curso en los países avanzados, junto con un limitado, pero real, desarrollo industrial en los países semidependientes y dependientes que recientemente, en gran parte, habían conseguido su propia soberanía estatal.

En ese curso general, la retirada de las tropas estadounidenses de Vietnam —pese a la enorme derrota exterior e interna que suponía para EE UU— era tanto más asumible cuanto que se incluía en una tendencia a la estabilización no sólo en la zona directamente afectada, sino, asimismo, a escala internacional, tal como demostraron, inequívoca y respectivamente, en la escena regional, el pronto fin del conflicto militar histórico de Indochina, tras la reunificación de Vietnam, en 1976, inmediatamente después de la caída, el año anterior, del régimen títere que gobernaba el sur del país, tras su abandono por las tropas estadounidenses, y, en la escena mundial, las décadas de crecimiento récord de la economía y general “paz social” vividas, entre 1980 y 2000, por los Estados capitalistas más desarrollados del globo.

Hoy, sin embargo —se advierte fácilmente—, es muy otro el curso de las cosas. La retirada de las tropas norteamericanas de Irak —lejos de integrarse, de la forma que fuera, en proceso alguno de estabilización, en el propio Irak, a escala zonal (en Oriente Medio) o en un plano mundial— tendría lugar en una dinámica de crecientes dificultades económicas, políticas, sociales y militares del capitalismo en su totalidad. Cuando al enlentecimiento imparable de la economía norteamericana —insustituible locomotora de la nueva revolución productiva— debe sumársele el rampante aumento, por doquier, del proteccionismo de todos los países y la falta total de consenso, en particular, entre las grandes potencias…, cuando al unilateralismo desbocado de EE UU se le une la crisis agónica de la UE y el inicio por Japón de su propia política exterior…, cuando la reactivación del polvorín de los Balcanes —de la mano de la independencia de Kosovo, impuesta, al unísono, por EE UU y Alemania, dado sus intereses imperialistas transitoriamente coincidentes sobre la cuestión— y de la política nacional propia de la Gran Rusia, en la periferia inmediata de los países avanzados del Viejo Continente, se simultanea con un ascenso general, en los cuatro confines del planeta, de los movimientos de las naciones oprimidas que combaten por la emancipación del yugo imperialista…, cuando, en fin, en el seno mismo de las principales potencias burguesas, el nuevo siglo ya ha deparado dos amplios movimientos anticapitalistas de la juventud proletaria —precarizada como nunca, cuando no decididamente marginada del proceso productivo— cuales han sido las movilizaciones anticumbres del anticapitalismo negro, de influencia anarquista, ampliamente presentes, en la escena social, desde 1999 a 2001 y el, ahora latente, movimiento de los casseurs, en Francia, que resta, en la actualidad, a la espera de un nuevo choque con el Estado burgués…, en tales condiciones, la retirada del ejército norteamericano de Irak —lejos de contribuir, de la manera que fuera, a la pacificación de la situación— no podrá por menos que exacerbar los enfrentamientos, hoy incipientes, en un primer plano, entre los propios Estados capitalistas y, a nivel más profundo, entre los opresores y los oprimidos, entre los explotadores y los explotados de todo el globo.

Por añadidura, la retirada de las tropas estadounidenses de Irak —forzada, como sería, por la derrota militar— no podría sino impulsar un repliegue, en todos los órdenes, de la primera potencia imperialista del orbe sobre sí misma, que dejaría el terreno libre, no únicamente al estallido de guerras regionales (Oriente Medio, en primer lugar, cuenta ya con todos los pronunciamientos favorables para el desencadenamiento de una nueva contienda, dada la debilidad social, sin precedentes, tanto de los Estados árabes como de Israel, así como la mecha, encendida hoy más que nunca, de Palestina), sino, asimismo, al choque, en una Europa, de mañana, abandonada a su propia suerte —con el proyecto de la UE ya en el pasado y la emergencia, en todos los terrenos, de nuevo, de la Gran Alemania—, entre sus principales potencias, de poderío económico y militar lo suficientemente igualado entre ellas como para pretender imponer su propia ley, una vez liberadas del arbitraje directo de Washington.

¿Es pronto aún para ver este desarrollo?… ¿Puede prolongarse la ocupación norteamericana, la guerra de Irak?…

No sólo puede, sino que necesaria e inevitablemente se prolongará. Desde la citada ofensiva del Tet, con la que el Vietcong, pese no alcanzar sus objetivos militares, convenció a los dirigentes de EE UU de que no podían ganar la guerra, a la retirada efectiva de las tropas norteamericanas transcurrieron cuatro largos años. Algún tiempo también transcurrirá, con toda seguridad, desde ahora mismo hasta que el Ejército estadounidense deje Irak. Lo que, en este terreno, ha cambiado desde ayer hasta hoy es que, tras el fracasado plan de Bush y los consiguientes movimientos públicos en el Senado de EE UU, la retirada —en tanto que su posibilidad y conveniencia ha sido ya admitida abiertamente no sólo por el Partido Demócrata sino también por el Republicano, por el grueso de las fracciones burguesas— ha devenido inevitable. Tanto más claramente inevitable cuanto que, tras el formidable golpe recibido el 11 de septiembre de 2001, gracias a los atentados antiimperialistas de Al Qaeda, EE UU, en pleno declive de su liderazgo interimperialista, ha confirmado que se halla muy lejos de poder ser aquella potencia que, en los pasados años 60 y 70 hacía marcar el paso, sin rechistar, al resto de potencias capitalistas occidentales. En cuanto al ritmo de preparación de la retirada de las tropas, si tenemos en cuenta que, en la actualidad, en Irak, mueren diariamente de dos a cuatro militares norteamericanos (mientras que, en el momento álgido de la guerra de Vietnam, las bajas estadounidenses diarias alcanzaban los 70 efectivos) y que hay, en torno a unos 150.000 soldados (mientras que, en Vietnam, llegaron a pasar de 500.000), la Casa Blanca todavía dispone de tiempo para adoptar el menos malo, para EE UU, de los caminos posibles. No obstante, primar este criterio de las bajas, aún relativamente reducidas, sufridas, para determinar el tiempo real del que dispone Washington para retirar sus tropas de Irak sería tanto como dejarse llevar por un espejismo, puesto que la auténtica urgencia que dicta la necesidad de retirar las tropas norteamericanas cuanto antes no radica, hoy por hoy y probablemente tampoco mañana, en las repercusiones sociales de la guerra en EE UU, sino en los peligros, auténticamente desbordantes, que, para el liderazgo imperialista de éstos, comporta mantener su ejército, ya no únicamente en un país que cada vez puede controlar menos, sino en una región, como Oriente Medio, que con la crisis, en barrena, de las bases sociales de los diferentes Estados en escena —desde la democracia burguesa en descomposición de Israel hasta el frágil populismo del Irán de Amadineyah—, como con la formidable emergencia de la Palestina genuinamente revolucionaria, liderada por Hamás, en Gaza, ha iniciado la cuenta atrás de su nueva explosión bélica y social. Para más inri, los recientes acontecimientos sucedidos en Pakistán, en torno al asalto de la denominada Mezquita Roja, que pueden haber sentenciado el futuro del régimen amigo de Washington de Musharraf, proporcionan una dimensión aún más grave y profunda de la crisis que, al hilo del surgimiento y la extensión en la generalidad de los países sojuzgados y semidependientes de los movimientos antiimperialistas, está debilitando, por momentos, el orden imperialista mundial.

La historia no deja lugar a dudas: cuanto más hablan de “paz” los poderosos y sus lacayos, los reformistas, de todo orden, más cerca se halla la nueva guerra. En realidad, el proletariado no tiene más vía para avanzar hacia la auténtica paz que prepararse para transformar la próxima guerra reaccionaria, imperialista, hacia la que, otra vez, paso a paso, de forma insoslayable, se encamina el mundo capitalista, en guerra revolucionaria, en guerra de la clase explotada contra la clase explotadora por su emancipación; en guerra de clase para acabar con el capitalismo y dejar, así, expedito el camino que conducirá a la comunidad humana universal, sin explotación, ni clases ni Estados, de mañana.

Al fin y al cabo, como decían los clásicos, Si vis pace, para bellum (Si quieres la paz, prepara la guerra).



ANTICAPITALISMO ROJO no es un órgano de opinión. Es un arma de lucha, un instrumento de organización propia de los proletarios, un medio de reunión de la vanguardia revolucionaria, consecuente, del anticapitalismo.
Para destruir al sistema y sus Estados, para derrotar al reformismo que los defiende:

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A propósito del escrito de Joan Teran, militante de Endavant
O CON EL ESTALINISMO
O CON «LA DEFENSA DE LA TERRA»


El éxito de las «Candidatures d’Unitat Popular» (CUP), en las últimas elecciones municipales, ha sorprendido a todo el arco político conocido, oficial y alternativo, de Catalunya y del Estado español. Los buenos resultados obtenidos por dicha coalición, autodefinida como independentista y revolucionaria, han sido sucedidos de múltiples manifestaciones de euforia, desde distintas publicaciones. Independientemente de cualquier otra consideración, se trata, es indudable, de una expresión cierta, por deformada que sea, del aumento al que asistimos del sentimiento independentista, cada vez más amplio, entre las masas de la juventud catalana. Sin embargo, más allá del eco de las manifestaciones subjetivas, la pregunta está en el aire: ¿son las CUP la expresión política, realmente independentista, revolucionaria, del movimiento nacional catalán, tal como sus principales mentores y patrocinadores, esto es, Endavant, afirman?
Un tal Joan Teran, comentaba, hace bien poco, desde las páginas del periódico Directa (núm. 55, 27.06.2007, p. 7), en calidad de «militante de Endavant», que los buenos resultados de las CUP permitían visualizar por primera vez «las potencialidades del viejo proyecto de la unidad popular». Potencialidades de un “viejo proyecto”, ése de los frentes y unidades populares, que, a pesar de las nulas enseñanzas históricas acerca de éstos que nos proporcionan las páginas y escritos del propio Endavant —muy en la línea, por otra parte, del apoliticismo histórico y teórico que el estalinismo ha potenciado siempre—, los comunistas conocemos bien.
La Unidad Popular es el nombre que ha tomado históricamente la unidad interclasista en la que el estalinismo ha disuelto todo tipo de movimientos de resistencia proletaria y cualquier otro que pudiera molestar al imperialismo, por mor de los intereses reaccionarios, coincidentes momentáneamente, de las democracias occidentales europeas y de la URSS de Stalin. El balance de la pasada contrarrevolución nos ha permitido entender a los marxistas, a diferencia de las historias maniqueas difundidas por trostquistas y anarquistas, el encaje real y social de dicho movimiento como algo bastante más profundo y material que una fraseología, un programa, una ideología o un conjunto de proclamas.
El estalinismo nace como el movimiento político creado en torno al aparato internacional al servicio de los intereses exteriores de la Rusia contrarrevolucionaria de Stalin, que persistió y fue tolerado en el seno de las grandes potencias occidentales —notablemente en Francia, Italia y España— debido al insustituible papel de control reformista que, a favor de dichos Estados, ejercieron siempre sus partidos ahí donde el viejo movimiento obrero era más fuerte. El estalinismo vivió así su apogeo, como hemos dicho, al calor de un pacto entre las burguesías europeas y la rusa que permitirá encuadrar al movimiento obrero hacia la Segunda Guerra Mundial y en el transcurso de ésta, pero su influencia empezó a declinar desde el momento en que, por un lado, tras la contienda, dicho movimiento obrero no precisaba ya ser encuadrado, ni parecía inquietar, como antaño, a los distintos Estados europeos, y por otro, la URSS perdía influencia y entraba en crisis, en el orden internacional…
Desde el desplome de ésta, dichos partidos entrarán, asimismo, en crisis, pero algunos de ellos mutarán de formas para adecuar su naturaleza de fuerza hegemónica de la extrema izquierda burguesa a las nuevas realidades sociales que imperan en la sociedad capitalista contemporánea. En Catalunya, este hecho se aprecia perfectamente con la formación de la PUA (Plataforma d´Unitat d´Acció), que no fue sino el estalinismo adaptado, a finales de los años 90, a las condiciones del movimiento okupa y del anticapitalismo negro en gestación, como cabeza de playa, desde donde lanzar, años más tarde, Endavant, o sea, el primer intento de estructurar, de nuevo, un partido estalinista, usando, a conciencia, los modos y el ideario “asambleario” e “independentista” (fusionados con los de las luchas obreras y vecinales) que vetustos y desprestigiados aparatos como, por ejemplo, el PSAN ( Partit Socialista d’Alliberament Nacional; el viejo estalinismo del viejo movimiento obrero) ya no podían, ni de lejos, asumir, en la escena actual, con el nuevo movimiento anticapitalista.
Incluso si, por cambiar de piel, Endavant no duda hoy —se puede leer en alguno de sus textos—, en acusar tanto a la socialdemocracia como al «estalinismo» de desprestigiar el proyecto de construcción “socialista”, su reivindicación y anclaje en el estalinismo histórico puede verificarse perfectamente en cuanto saca a relucir su defensa del BOC (Bloc Obrer i Camperol) de los años 30, el primer antecedente frustrado de partido estalinista, ya propiamente catalán, que, a diferencia del PSUC, por intentar hacer valer su autonomía y reformismo pequeñoburgués, nacionales, ante la burguesía catalana, perdió su lugar en la Komintern de Stalin. No por casualidad, la teoría que Joaquín Maurín, dirigente del BOC, defendía en 1931, acerca de que el movimiento nacional catalán había pasado sucesivamente por diversas etapas —de estar dirigido por la burguesía (Liga Regionalista) a serlo por la pequeña burguesía (Esquerra Republicana) y tener que estarlo, en el futuro, por la clase trabajadora— encaja perfectamente con la nomenclatura actual del “pueblo trabajador catalán” como protagonista de la lucha liberación nacional o de la clase obrera catalana como «clase nacional» que sostiene Endavant.
Remontándonos todavía en el tiempo, tendrá que llegar 1968 para ver constituido, en Cataluña, el PSAN (Partit Socialista d’Alliberament Nacional), la madre, como delatan sus apellidos, de los actuales Endavant/OSAN (Organització Socialista d’Alliberament Nacional), de donde han salido buena parte de sus cuadros más veteranos. El PSAN era un partido estalinista catalán, es decir, reformista de extrema izquierda, que, por sostener, prácticamente en solitario, las ideas del independentismo, atrajo, en la clandestinidad, a su regazo, a los elementos más comprometidos del verdadero nacionalismo revolucionario. No obstante, en la medida en que estalinismo e independentismo están determinados por objetivos diferentes, la convivencia entre ambos sectores se fue haciendo cada vez más difícil, hasta llegar, en 1974, a la escisión del PSAN-Provisional (que emulaba el nombre del IRA-Provisional) una vez se planteó sobre la mesa la cuestión de la lucha armada, que, no por nada, es el punto cardinal que delimita, en la práctica, de un lado, a los que, reclamándose del “independentismo”, por no molestar al Estado español y a su burguesía lacaya catalana, la niegan por principio (los estalinistas de ayer y de hoy), y, de otro, a los que, con similar ideario, afirman la posibilidad y necesidad de utilizar todos los medios de lucha, incluida la resistencia armada, contra el Estado, en un determinado momento.
Así pues, bien que, a grandes rasgos, el corpus ideológico del PSAN-P fuera estalinista, esto es, el mismo que el del PSAN, el PSAN-P no era un partido determinado por el estalinismo, sino por el nacionalismo revolucionario que acabaría dando lugar a Terra Lliure.
Esa misma separación tendrá lugar, con toda probabilidad, en un futuro, entre los estalinistas de Endavant —defensores, entre otras menudencias, de la Cuba de Castro, la Venezuela de Chávez y demás regímenes críticos, pero encuadrados, a todos los efectos, en el orden imperialista mundial— y los elementos que, a día de la fecha, participan en sus CUP, pero que, no determinados por la Unidad Popular interclasista sino por la verdadera «Defensa de la Terra», se organizan al margen y romperán, como pasó con el PSAN-P, con el aparato estalinista, pues, entre otras muchas cosas, no están dispuestos a ensalzar, como ha hecho, en su escrito, Joan Teran, al psuquero histórico Raimon, autor del famoso estribillo pacifista, de reconciliación con la burguesía española, «No creiem en les pistoles»…
Consúltese, sino, la muestra que nos confieren los textos, donde se verifica la naturaleza, abiertamente distinta, de ambos movimientos. Si bien, como hemos dicho al principio, la ideología no es un criterio determinante para catalogar, en última instancia, el carácter de una fuerza política, no es menos cierto que, a pesar de la mistificación de la realidad que ésta conlleva, necesariamente, han de abrirse camino, a través de ella, algunos elementos reales que, tomados con criterio, de entre la madeja ideológica, nos permiten, a modo de síntoma, leer entrelíneas y aportar pistas acerca del carácter de la fuerza analizada.
Entre los documentos de presentación de Endavant y, por ejemplo, de Maulets, siguiendo este proceder, destaca, en primer lugar, por lo que hace a los estalinistas, la tradicional y laxa insistencia, que por sí misma no dice nada, en el «socialismo», mientras que los segundos, que se definen como «revolucionarios», apuestan abiertamente por el «comunismo», la «sociedad sin clases» y el «socialismo a nivel mundial». En segundo término, Endavant define como la «principal prioridad de la izquierda independentista» construir la «Unidad Popular [interclasista]», ofreciendo un espacio que «ilusione a amplios sectores sociales de nuestro país» (esto es, incluso a una parte de la burguesía para la que, subrepticiamente, trabajan) mientras que Maulets, en el extremo opuesto a ese interclasismo estalinista, habla de buscar la «unidad de todos los jóvenes anticapitalistas». Maulets dice huir de «posiciones reformistas», mientras que Endavant, repitiendo, no por casualidad, la cantinela tantas veces entonada por Izquierda Unida (IU) o Iniciativa per Catalunya (IC), no llega más que a proponer una alternativa «verdaderamente de izquierdas»….
Endavant dice querer «construir una sociedad socialista, adaptada a nuestra realidad nacional» (¿es esto, sí o no, como venimos diciendo, el estalinismo adaptado a Catalunya?…) y Maulets, por el contrario, «defender el derecho histórico de nuestro pueblo» a través de «dotarse de todos los medios que se consideren convenientes en cada situación histórica para asegurar nuestros derechos». ¿Quién de los dos defiende «la Terra»?… ¡Más claro el agua!
Por último, en apoyo de la tesis sostenida a lo largo de todo este artículo —Endavant, cortafuegos al servicio de la burguesía catalana—, dejemos que sea el propio Endavant quien, desde el primer párrafo de su texto Quiénes somos, reconozca el porqué de su formación en el año 2000, justo en un contexto de nuevo ascenso de la lucha independentista, «creciente en los últimos años»:

Uno de los principales objetivos de la fundación de Endavant era cubrir la necesidad que creemos había en la izquierda independentista de una organización independentista y socialista que fuera capaz de dar contenido y solidez teórica y organizativa a la lucha independentista creciente en los últimos años, pero marcada por un exceso de voluntarismo y de falta de reflexión y planteamientos estratégicos.

¿A qué vienen y contra qué y quiénes están dirigidas esas críticas?… A buen entendedor, pocas palabras bastan…
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Ignacio Rodas
Anti-Negri. Libro Primero
Crítica de la filosofía y la economía críticas

En 2000 y 2004, el profesor Antonio Negri publicó respectivamente Imperio y Multitud, obras de gran impacto que tuvieron la virtud de exponer una teoría general del pensamiento y la acción alternativos de nuestro tiempo, antiglobalizadores. El Anti-Negri, de Ignacio Rodas, cuyo Libro Primero, dedicado a la crítica de la filosofía y la economía críticas, ve ahora la luz, constituye, ante todo —al hilo de la demolición sistemática a la que se entrega, por alienante de la realidad social, del discurso postmoderno expuesto por el señor Negri—, la afirmación científico-revolucionaria de que existe vida más allá de los trillados caminos del pensamiento oficial y crítico, que copan la escena.

Formalmente, la obra de Rodas se ancla en la más estricta ortodoxia marxista. En este Libro Primero, en particular, la crítica de la doctrina del señor Negri ha proporcionado al autor la oportunidad de llevar a cabo un despliegue, que abruma por su consecuencia, del más genuino materialismo dialéctico y de la implacable crítica de la economía burguesa tan característicos de la ciencia comunista. Pero, contrariamente a lo que podría esperarse, ese impecable ejercicio de marxismo, en las antípodas de recrearse como un fin en sí mismo, deviene, en manos de Rodas, instrumento privilegiado de aprehensión, concreta y activa, del curso vigente del capitalismo en su inédita especificidad.

En definitiva, de la crítica implacable, que nos depara el Anti-Negri, de los pilares de la praxis reformista radical de hoy emerge, en positivo, una profunda, y novedosa por su original contemporaneidad, comprensión teórica y política, tan intachablemente revolucionaria como plenamente verificable por los hechos más destacados del mundo actual, del papel que desempeñan los aconteceres más significativos que tienen lugar ante nuestros ojos en el movimiento histórico general de las masas explotadas y oprimidas del planeta por su emancipación.

edcurso@edicionescurso.com http://www.edicionescurso.com/



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Carta de Can Mas Deu al tripartit
HIPPISMO ES CAPITALISMO

Hace un par de meses, desde Can Mas Deu, la conocida masía okupada de las afueras de Barcelona, conocida, en Cataluña, por su significado dinamismo del movimiento antiglobalizador, se hacía llegar a los correos del Partit Socialista de Catalunya, de Esquerra Republicana y de Iniciativa per Cataluña, una carta/recogida de firmas para intentar contrarrestar las amenazas de desalojo que, últimamente —de forma intermitente, desde hace años—, se ciernen sobre ella.
Tras poner en conocimiento del lector que el alcalde de Barcelona, Jordi Hereu, acababa de declarar que las okupaciones «no hacen ninguna propuesta interesante» y que éste había prometido, durante las elecciones, instalar un «centro de acceso a la montaña y un albergue juvenil en la masía de Can Mas Deu», los autores de la misma preguntaban, en tono indignado, al alcalde, si acaso éste no conoce las actividades y las «realidades consolidadas» que dicho espacio okupado ha promovido en estos últimos tiempos.

La carta de por sí es un excelente documento que, por un lado, da cuenta de cómo trabaja el reformismo en el seno del movimiento okupa, y, por otro, nos ofrece la visión que le interesa divulgar de él, patente en cada una de las actividades enumeradas en el llamamiento (pues sus autores invitan a firmar la carta y enviarla a los partidos del tripartito). Una abultada enumeración cuyo objetivo no es otro ―los lectores anticapitalistas más políticos lo habrán adivinado― que convencer al vecindario, a las autoridades municipales, a la sociedad burguesa, en su conjunto (eso que aclasistamente se da en llamar “la gente” o “las personas”), acerca de lo inofensivo de las propuestas y actividades que se desarrollan en Can Mas Deu, y, por extensión, en el movimiento okupa…


Así pues, desde las «huertas comunitarias», «formadas por abuelos y jóvenes que cultivan 70 huertos biológicos», las «75 escuelas, ludotecas y espacios de Cataluña que han venido a conocer un ejemplo práctico de agroecología», las «UEC´S (Unidades de Escolaridad Compartida) del Raval y Poble Sec que desarrollan aquí su programa didáctico», los «GAC´s (Grupos de Autoaprendizaje Colectivo) y todo su bagaje en temáticas que van desde la elaboración de pan artesanal a los grupos de crianza», la «vivienda social y digna [léase la propia Can Mas Deu] donde 34 adultos y dos pequeños siguen un estilo de vida que es un laboratorio de prácticas sostenibles […]», la «Oficina Rubana, que desde hace dos años ha asesorado con bases de datos, libros, revistas y simientes autóctonas a todos los que se han acercado con ganas de marchar al campo o de cultivar su balcón», los «más de 5 años de rehabilitación del patrimonio histórico y de autogestión vecinal», etc, la Carta de Can Mas Deu al Tripartit nos ofrece, como decimos, un buen retazo de la versión que el reformismo de izquierda difunde del movimiento okupa. La de unos ciudadanos que, privados de hogar por el capitalismo, deciden ocupar los espacios abandonados por éste para rehabilitarlos y ganarse así su confianza, al objeto de hacerse un sitio, sin molestar a nadie y sin que nadie les moleste, en la vigente sociedad de explotadores y explotados. En pocas palabras, en sinfín de proyectos “sostenibles”, tal como hemos visto, equiparables a los que realizan las ONG y organizaciones de caridad, que tan necesarias son para la continuidad ético-social del capitalismo…


Sin embargo, en ésta y otras ocasiones, aunque pudiera parecer que todos esos cánticos a la participación democrática “desde abajo” no son sino una pancarta, convenientemente dirigida a las autoridades (al efecto de recordarles, entre líneas ―pues de eso se trata―, lo necesarias que propuestas y actividades como las llevadas a cabo en Can Mas Deu son para el control reformista del movimiento okupa …), dichos cánticos también van dirigidos a la masa de participantes en el movimiento okupa, en la medida en que les oculta, por enésima vez, la verdaderas razones de los desalojos…


No se entiende, en efecto, que todos esos talleres tan beneficiosos y educativos para la sociedad, así como todas esas rehabilitaciones de patrimonio cultural, trabajando gratis de sol a sol para arreglar lo que el Ayuntamiento, la administración o el propio Estado no hace, levanten tanta enemistad desde las autoridades capitalistas, sino es por algo que la okupación acarrea, por sí misma, pero en lo que sus agentes reformistas no gustan de ahondar.
Hablamos de la violación de la propiedad privada burguesa, del consecuente conflicto con el máximo garante de ésta, el Estado capitalista, y, a tenor de ello, de la posible toma de conciencia anticapitalista —tal fue el caso en la génesis del anticapitalismo negro, sobre todo en Barcelona y otras partes del Estado— que dicho enfrentamiento suele conllevar, en ocasiones, para los que participan en un movimiento que comenzó a andar, en los años 80, como fruto de la pura necesidad de resistencia.


Bien lejos de eso, cartas como la de Can Mas Deu están hechas para eludir, en lo posible, todo lo que suponga un conflicto con el Estado. Sabemos, además, cuál es la línea política, tan querida al reformismo “alternativo” (y al menos alternativo, que lo financia, utiliza y se oculta tras él) que subyace a los llamados “espacios liberados”. Sembrar ilusiones en que se pueden edificar zonas “liberadas” mientras el Estado de los propietarios, al que se renuncia a destruir y combatir, sigue en pie. La historia nos demuestra, con hechos incontrovertibles en la mano, como los acontecidos en la Guerra Civil Española, que los “espacios liberados”, las “colectivizaciones”, etc. y todas esas ilusiones en “sociedades alternativas” dentro de la capitalista, no son sino un burdo engaño, para que los explotados, embriagados de “comunismo libertario”, se olviden y no puedan ver la existencia real del Estado burgués que los reprimirá …


Otras muchas cuestiones podrían aquí tocarse referentes a la idealización reaccionaria que Can Mas Deu, en coherencia con ese ideario pequeñoburgués, que segrega por cada uno de sus poros, hace de la pequeña propiedad cooperativa, de la pequeña hacienda campesina, de los espacios comunales o del trabajo artesanal. La tomadura de pelo que supone presentar como alternativa a la sociedad actual la dispersión de fuerzas productivas sobre las que se abrió camino históricamente el capitalismo, superándola con éxito, precisamente sobre la base de la baja productividad de las mismas, a medida que éste iba dando paso a la gran propiedad corporativa y a grandes unidades de producción centralizadas, no merece más comentarios. No es lo esencial de este artículo ni de la misiva de Can Mas Deu. Lo verdaderamente importante, más allá de lo que Can Mas Deu escribe y pregona, es el encuadre efectivo y de acción que dicha casa ha tenido ―por otra parte, sobradamente conocido, por un sector de los anticapitalistas― en estos últimos años.


Su amplia hoja de servicios, que la retrata como tentáculo de la Confederación General del Trabajo (CGT), tanto en el seno del movimiento okupa como del difunto movimiento antiglobalizador, es suficiente para justificar un artículo como éste.
Recordemos que, en marzo de 2002, gracias a las trenzas y pañuelos de los hippies de Can Mas Deu, la izquierda del sistema consiguió asestar un golpe por la espalda al anticapitalismo negro al engatusarlo inteligentemente ―usando a fondo toda la verborrea e ideario anarquista y antiautoritario― para incluir la “acción” de éste (que, por otra parte, fue de un desastre organizativo de tal calibre que hace pensar en el sabotaje, a mano de otras fuerzas reformistas, que trabajaban en su interior, notablemente, la del estalinismo de Endavant) en el programa de acciones descentralizadas de la Plataforma Contra la Europa del Capital, evitando con ello, con la memoria archipresente de Génova, la formación de un bloque negro tras la manifestación antiglobalizadora, o lo que, desde julio de 2001, parecía la gestación de una delimitación política, en la calle, de los anticapitalistas frente a los aparatos reformistas..


Pasada la tormenta anticapitalista, y a la par de la pendiente decreciente de la antiglobalización, el Estado ya hizo, en su momento, una tentativa de desalojo de Can Mas Deu, pero toda la izquierda antiglobalizadora salió en su defensa, a cuenta, por supuesto, de los servicios prestados por esta casa. El Estado echó entonces marcha atrás, y se lo pensó dos veces. No en vano, aunque, en el terreno inmediato, el trabajo político y organizador de Can Mas Deu ya no fuera necesario, la conciencia capitalista de izquierda podía estar en lo cierto al respecto de su utilidad futura…


Ahora bien, eso tampoco significaba ni mucho menos ―lo vemos hoy―, el reconocimiento de un cargo vitalicio. Entre la jerarquía capitalista, los grandes favores van siempre ligados a la productividad y en su esfera política ocurre lo mismo. Así pues, los rumores y declaraciones en torno a posibles desalojos de Can Mas Deu atestiguan que, para revalidar su puesto, éste, al igual que otros “centros” de la extrema izquierda del sistema, ha de tener siempre muy presente la presión del amo para no relajarse en su labor y estar dispuesto o dispuestos a actuar en función de los requisitos marcados…


¿Consentiría el Estado, ni un solo mes, una Can Mas Deu que obrara, en los hechos, por la unidad anticapitalista fuera y contra de todo reformismo? Evidentemente, no.
Por eso «y por todo lo que las palabras no pueden expresar»: ¡ningún sostén anticapitalista de Can Mas Deu!
Desde dentro o desde fuera de las casas okupadas: ¡al capitalismo no se le reforma, se le destruye! ¡Al reformismo, no se le elude se le afronta!

Omar




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¡VIVA EL ANTICAPITALISMO! ¡GUERRA AL REFORMISMO!
En Anticapitalismo rojo…



¡Dejad que los muertos descansen en paz!
LA RESISTENCIA ANTICAPITALISTA DE 2001 Y LA DE HOY
Núm. 13, 01.07.2007-08-03

¿Vuelve el anticapitalismo negro?…
EL TIEMPO DE LAS CONTRACUMBRES HA CADUCADO
Núm. 12, 15.06.2007-08-03

1 DE MAYO: ¿MANIFESTACIONES ANTICAPITALISTAS?…
Núm. 9, 01.05.2007-08-03

ENCUENTRO DEL FÓRUM SOCIAL EN NAIROBI
Núm. 5, 31.03.2007-08-03

Movimiento okupa
ENTRE EL REFORMISMO Y EL ANTICAPITALISMO
Núm. 1, 01.01.2007


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Sumarios de Anticapitalismo rojo

Núm. 14 (15.07.2007) > El curso de las cosas
Ø Declaración de Anticapitalismo rojo ¡Libertad para Arnaldo Otegi y todos los presos nacionalistas vascos!


Núm. 13 (01.07.2007) > Hamás arrolla en Gaza. ¡Viva la Palestina antiimperialista!
Ø Casseurs: del voto a la abstención en las elecciones francesas. A la espera del nuevo y mayor choque, lección de política anticapitalista
Ø ¡Dejad que los muertos descansen en paz! La Resistencia anticapitalista de 2001 y la de hoy
Ø Memoria anticapitalista. En el 20º aniversario de Hipercor… Mentiras y hechos de un crimen de Estado


Núm. 12 (15.06.2007) > Fin de la tregua de ETA: Hipocresía y debilidad del Estado capitalista español
Ø ¿Vuelve el anticapitalismo negro?… El tiempo de las contracumbres ha caducado
Ø Tribuna anticapitalista: A propósito de la propuesta de una Asociación Internacional de los Trabajadores Inmigrantes… El Partido y el movimiento proletario de masas


Núm. 11 (01.06.2007) > Elecciones burguesas y anticapitalismo
Ø Al Fatah: Así se lucha contra un pueblo
Ø Tribuna anticapitalista: ¿Por una Asociación Internacional de los Trabajadores Inmigrantes? Para defender consecuentemente a los trabajadores inmigrantes hace falta una organización consecuentemente anticapitalista


Núm. 10 (15.05.2007) > ¡Atención a Francia!
Ø Tesis. La cuestión saharaui y los proletariados marroquí y español
Ø ¿Por qué hay que defender, quién defiende y quién no a Núria Pórtulas?…


Núm. 9 (01.05.2007) > Las elecciones francesas señalan el curso
Ø 1 de mayo: ¿manifestaciones anticapitalistas?…
Ø Tras los atentados de Al-Qaeda en el Magreb… Declaración de Anticapitalismo rojo
Ø Tribuna anticapitalista: ¿Por una Asociación Internacional de los Trabajadores Inmigrantes? Continúa el debate


Núm. 8 (15.04.2007) > A los 50 años de su fundación… Crisis agónica de la UE
Ø Metro de París: nueva irrupción del anticapitalismo
Ø Tribuna anticapitalista: ¿Por una Asociación Internacional de los Trabajadores Inmigrantes? Una reflexión marxista


Núm. 7 (31.03.2007) > La caída de las Bolsas anuncia el crash que se acerca
Ø Irak: cuatro años de ocupación… La guerra, la paz y los proletarios del mundo
Ø ¿China capitalista?… ¿Cuándo dejó de serlo?…
Ø Tribuna anticapitalista: ¿Por una Asociación Internacional de los Trabajadores Inmigrantes? Se inicia el debate… Nos escribe un compañero inmigrante


Núm. 6 (15.03.2007) > Italia: el nauseabundo olor del fascismo
Ø De Juana, excarcelado: una victoria revolucionaria
Ø Tribuna anticapitalista: Carta abierta por una Asociación Internacional de los Trabajadores Inmigrantes


Núm. 5 (31.03.2007) > Encuentro del Fórum Social en Nairobi
Ø Siete tesis marxistas sobre Kosovo
Ø Tribuna anticapitalista: un saludo, una propuesta


Núm. 4 (15.02.2007) > ¿«Por una vivienda digna»?… ¡Asambleas anticapitalistas por el acceso a la vivienda!
Ø La revolución comunista de mañana y los países no avanzados. (I…) Un trabajo necesario
Ø Biblioteca roja. Anti-Negri. Libro Primero. El padre filosófico del nazismo, Friedrich Nietzsche, y su amigo “anticapitalista” Antonio Negri


Núm. 3 (31.01.2007) > Tras el asesinato de Estado de Barajas: ¿A dónde va la cuestión vasca?…
Ø Anarquismo y comunismo
Ø Biblioteca roja. Anarquismo y comunismo. Ayer y hoy
Ø Diferencias entre el anarquismo y el comunismo


Núm. 2 (15.01.2007) > Contra el engaño de «la paz» en Palestina ¡Adelante con la guerra revolucionaria!
Ø Entrevista con I. Rodas: ¿Para qué un Anti-Negri?…
Ø Memoria roja: El asesinato de Rosa Luxemburg


Núm. 1 (01.01.2007) > El nuevo anticapitalismo. Vive les casseurs!
Ø ¿Adónde va la guerra de Irak y por qué nos importa a los anticapitalistas?…
Ø Movimiento okupa. Entre el reformismo y el anticapitalismo
Ø Hemos leído… Anti-Negri. Libro Primero. Crítica de la filosofía y la economía críticas


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