domingo, 4 de noviembre de 2007

ANTICAPITALISMO ROJO Nº 19

Marcha de Mussolini sobre Roma (1922). El fascismo en Italia no constituye casualidad alguna.

S U M A R I O 1 noviembre 2007

Editorial
Italia
LA VICTORIA DE VELTRONI, UN NUEVO PASO HACIA LA EMERGENCIA DEL FASCISMO
Los insufribles crímenes de la paz capitalista...
ISRAEL, CON EL APOYO CÓMPLICE DE TODAS LAS GRANDES POTENCIAS, MASACRA AL PUEBLO PALESTINO
BALANCE COMUNISTA DE LA REVOLUCIÓN ALEMANA (1918-1923) (II)

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Editorial

Italia
LA VICTORIA DE VELTRONI, UN NUEVO PASO HACIA LA EMERGENCIA DEL FASCISMO
Hace ya unos meses, en el editorial de Anticapitalismo rojo número 6 (15 de marzo de 2007, p. 3), escribíamos:

Más allá de las frías estadísticas, descendiendo al plano político, lo que proporciona definitivamente a Italia el puesto de cabeza en el proceso de deterioro de la democracia capitalista que se está desarrollando ante nuestros ojos, con especial virulencia, en el seno de las grandes potencias europeas, es la imposibilidad de dicho Estado ─socialmente débil, tanto por las componendas históricas con la reacción que dieron lugar a su origen como, sobre todo, por las crecidas concesiones que debió realizar, tras la Segunda Guerra Mundial, a un proletariado que, al cabo de ésta, se hallaba con las armas en la mano─ para poner orden en las filas de las diferentes fuerzas burguesas que componen el régimen democrático («Italia: el nauseabundo olor del fascismo...»).

La reciente elección de Walter Veltroni (ex director del periódico L’Unità ─órgano histórico del estalinista Partido Comunista Italiano (PCI)─, quien, ahora, sin embargo, no tiene empacho en asegurar, sin duda como prueba de su “sincero compromiso con sus electores”, «no haber sentido jamás simpatía por la ideología comunista»…) como nuevo salvador del «centro izquierda», tras el fiasco de Romano Prodi, cuyo Gobierno, sin mayoría parlamentaria y con fuerzas abiertamente enfrentadas entre sí, ha navegado, tal como reconoce la totalidad de las fuentes, entre, de un lado, «la inactividad» y de otro, «la gestión prodiana, muy impopular» (El País, 16.10.2007, p. 5), lejos de corregir el rumbo hacia la emergencia del fascismo por el que, en líneas como las arriba citadas, ya hemos puesto sobre aviso que discurre Italia, representa, en realidad, un nuevo paso efectivo en dicha dirección.Para empezar, la forma tragicómica en que ha tenido lugar la elección dista mucho de ser anecdótica; expresa, por el contrario, el alto grado de caudillismo y corrupción que impregna, hasta el tuétano, a la sociedad italiana. La situación creada es, en efecto, bien demostrativa de la división y el desconcierto, de las extremadas precariedad e inestabilidad políticas que reinan, en la actualidad, en las filas de las fuerzas vivas de la democracia burguesa del país. El ahora desautorizado, Romano Prodi ─primer ministro al que se pretende relegar, de un plumazo, al cargo honorario de presidente de un partido que, a día de hoy, no es más que un proyecto─, fue apoyado hace tan sólo un año, en las primarias de 2006, para seguir al frente del Ejecutivo, por las dos fuerzas que, coaligadas en El Olivo, le habían aupado al poder: los democristianos de Democracia y Libertad y los ex estalinistas de los Demócratas de Izquierda, las dos mismas formaciones que hoy se han fundido en un Partido Democrático (PD), que ─a falta de todo programa, a falta de estatutos, a falta de directiva─ ¡luce por todo activo al propio Veltroni! Es cierto que éste ha obtenido tres de cada cuatro votos de los 3,4 millones de sufragios depositados por la ciudadanía, sin ningún compromiso real por su parte, en apoyo de la formación del nuevo partido, pero ni siquiera esas 2.550.000 papeletas echadas a la urna a favor de Veltroni representan un número en firme, pues tal como puede leerse, en letra pequeña, en todas las triunfales crónicas publicadas al respecto, ¡«la cifra está hinchada porque un número indeterminado de personas votó más de una vez»! (ib.).¿Qué nos resta, en suma, como alternativa de estabilización de la democracia por parte del «centro-izquierda» en unas coordenadas marcadas, en lo económico, por la necesidad impostergable, para el capital italiano, bajo las exigencias ultracompetitivas de la revolución productiva de nuestros días, de deshacerse radicalmente de los insostenibles gastos improductivos representados por las conquistas sociales que aún perduran de la clase obrera italiana, y, en lo político, por el devastador desgaste que le espera al Gobierno asignado a tales fines, no sólo entre las masas trabajadoras en general, sino, muy en particular, entre la amplia pequeña burguesía que todavía subsiste en el país transalpino y que, por obvias razones de menor fuerza, estructuración y capacidad de resistencia que el proletariado es la víctima propiciatoria para pagar, en primera instancia, los platos rotos de todo intento serio de adecuación a las exigencias contemporáneas capitalistas de la vetusta realidad de la sociedad italiana?...; ¿qué aporta la operación Veltroni en una situación que tiende a disolver, al unísono, como garantes de dichos planes antipopulares que son, a la derecha y la izquierda del país, mientras las fuerzas fascistas enmascaradas de la Alianza Nacional de Gianfranco Fini y de la Liga Norte de Umberto Bossi esperan, a resguardo, su momento?...
Dos millones y medio de papeletas por todo apoyo a un partido que, hoy por hoy, es sólo un nombre y está todavía por constituir ―lo cual no es óbice para que, en su seno, los antiguos dirigentes de los partidos fusionados ya se den codazos para recolocarse, con un descaro que va en proporción directa a la indefinición programática del partido proyectado―, no parece verdaderamente que anuncie solidez alguna con vistas a la recia batalla social convocada por los acontecimientos. No en vano, el mismo Prodi no ha tenido reparos en declarar la misma noche de la victoria en las primarias de Walter Veltroni, en el cuadro de una nota dirigida a su nuevo jefe político, con relación a los riesgos que, con toda evidencia, se ciernen sobre el futuro de sus relaciones: «Sé que habrá pasajes nada fáciles, tensiones y tentaciones» (ib.).No; la «reforma de la ley electoral», «la creación de una sola Cámara parlamentaria», «la reducción del número de parlamentarios» y la promesa consabida de «regeneración de la clase política», no unirá a la sociedad italiana ni a su clase dominante tras Veltroni en un país en el que, recogiendo la crispación sin salida de la ciudadanía pequeñoburguesa, ganan audiencia por momentos, a escala de masas, demagogias “apolíticas”, tan antidemocráticas como por completo ajenas a todo tipo de anticapitalismo, como el movimiento Vaffanculo («¡A tomar por el culo!») lanzado, con el apoyo de importantes medios de comunicación, por el humorista ácrata Beppe Grillo (El País, 16.10.2007, p. 14). Pero si la timorata «presión reformista» que se propone ejercer el aún alcalde de Roma Veltroni nada aporta objetivamente a la estabilización de la situación política italiana, nada augura en el sentido del ordenamiento de las fuerzas burguesas, sí que apunta, con toda claridad, hacia infundir renovadas ilusiones democrático-burguesas a las capas menos desfavorecidas del proletariado, hacia tratar de atar, en definitiva, a través de ellas, la suerte del conjunto de la clase explotada, por mediación de los fieles servicios prestados por ese ala de izquierda de la izquierda burguesa en cuyo desempeño ofician la Refundación Comunista (RC)de Fausto Bertinotti ─presidente del Parlamento─ y sus hermanos de sangre, estalinistas declarados, del denominado Partido de los Comunistas Italianos (PCI), a la nefasta conciliación de intereses entre explotadores y explotados.Con una Italia que, pese a ser la séptima potencia económica del globo, descendió, en 2006, al lugar 42 del índice mundial de competitividad (fuentes: Banco Mundial, Worl Economic Forum)…, con una Italia cuya influencia europea se reduce, asimismo, día a día, tal como demuestra, sin ir más lejos, la reciente «crisis del voto» en el seno de la UE, que ha finalizado, tras la grandilocuente protesta italiana que amenazaba incluso con bloquear el funcionamiento global de «las instituciones europeas», pariendo el ratón de equipararla a esa potencia ajena, si no contraria, de hecho, a todo proyecto europeo real, que es Reino Unido…, con una Italia en la que los negocios de las mafias generan una facturación de 90.000 millones de euros ─¡un 7 % del PIB total del país!─ (informe SOS empresa, presentado el 22.10.2007 por la asociación CONFESERCENTI, que agrupa a las pequeñas y medianas empresas italianas, en la sede, en Roma, del Ministerio del Interior)…, con una Italia en la que se ha confirmado que el agónico Gobierno Prodi se siente, no obstante su extrema debilidad, suficientemente apoyado ─¿también por su flanco de estalinistas renegados y reconocidos constituido respectivamente por RC y PCI?...─ para someter al Parlamento un proyecto de ley que pretende supervisar y, si es el caso, perseguir los blocs de la Red («El govern Italia vol controlar els blocaires», Vilaweb, 26.10.2007, http://www.vilaweb.cat/)..., con una Italia, en fin, en la que el fascismo representa ya el núcleo duro de la oposición mientras la totalidad del reformismo toma por bueno el disfraz parlamentario tan convenientemente adoptado ─¿hasta cuándo?...─ por aquél, el primer deber de la vanguardia comunista actual, para con los proletarios italianos avanzados de hoy, es decirles, con toda franqueza, lo que se les viene encima.
En este sentido, escribimos ya, en su día, y ratificamos plenamente ahora:
En una Italia que ha sido y es una gran potencia, pero que, hoy como ayer, vive del pasado, esa clase pequeñoburguesa, arruinada o en proceso de hacerlo, no marchará, por muchas concesiones que la clase explotada pudiera hacerle, hacia los brazos del proletariado sin antes caer, en irritada defensa de su amenazada posición social, en el regazo del fascismo («Italia: el nauseabundo olor del fascismo...», Anticapitalismo rojo, núm. 6, 15.03.2007, p. 5).

En dicho paisaje social, la operación Veltroni, en el mejor de los casos ―léase, la victoria electoral sobre la derecha― sólo puede servir, a fuerza de concesiones al gran capital, para sustraer nueva base social a la democracia, para ocultar a las masas trabajadoras el avance, que tiene lugar ante nuestros ojos, del fascismo. Cualquier esperanza en Veltroni, cualquier apoyo, por crítico que sea, a su partido y al Gobierno Prodi supone, en el plano de los hechos, con independencia de las voluntades e ideologías detentadas, colaborar en ese criminal proceso actual de engaño democrático-burgués del proletariado que está llamado a desembocar en el brutal fascismo de mañana.En noviembre de 1922, tan sólo unas semanas después de que el menosprecio del avance fascista, por parte incluso de lo más revolucionario del proletariado italiano de entonces, hubiera permitido a Mussolini culminar con éxito su Marcha sobre Roma con su nombramiento como primer ministro por el Rey Víctor Manuel III, Lenin afirmaba, ante la vanguardia proletaria mundial, en la Internacional Comunista:

Puede que los fascistas de Italia, por ejemplo, nos presten un buen servicio, explicando a los italianos que no son todavía bastante cultos y que su país no está garantizado aún contra las centurias negras. Quizá esto sea muy útil (V. I. Lenin: «Cinco años de la revolución rusa y perspectivas de la revolución mundial», informe pronunciado ante el IV Congreso de la Internacional Comunista el 13 de noviembre de 1922).

¿Es posible que los proletarios italianos conscientes de hoy no comprendan la actualidad de estas palabras?... ¿Es posible que, al igual que los de ayer, desorientados y cegados por las ilusiones democráticas que pregona o tolera el reformismo en todos los Veltroni, llegados y por llegar, no perciban cómo todo apoyo, por crítico que sea, a la renqueante democracia italiana, cómo toda connivencia con ella sólo sirve, otra vez, para volver a abrir las puertas del poder al fascismo?...

Sea como fuere, la delimitación de la nueva vanguardia comunista en Italia, pasa ineludiblemente, en primer lugar, por la aprehensión plena, hasta las últimas consecuencias, de esta realidad insoslayable ―Italia, rediviva punta de lanza, en la escena internacional de nuestro tiempo, del fascismo― que informa, en lo más profundo del plano político, en su concreción específica, la encrucijada histórica vigente de la lucha de clases en el país.


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Los insufribles crímenes de la paz capitalista...
ISRAEL, CON EL APOYO CÓMPLICE DE TODAS LAS GRANDES POTENCIAS, MASACRA AL PUEBLO PALESTINO

En el seno de los países avanzados, está de moda la ideología pacifista. No analizaremos aquí las profundas razones de ello ─se resumen en el exorcismo del curso hacia la nueva guerra imperialista mundial por el que discurre, de forma cada vez más evidente, la sociedad burguesa de nuestro tiempo─ ni tampoco desplegaremos la crítica teórica de sus presupuestos. Remitimos a los lectores interesados en ello a los dos volúmenes del Anti-Negri, obra del marxismo contemporáneo dedicada a la crítica revolucionaria de la visión y política reformistas del mundo, así como al esclarecimiento, sobre dicha base, de los puntos de referencia claves que permiten reconocer la política revolucionaria de hoy (v. anuncio en la página anterior)

Por nuestra parte, nos limitaremos, en las líneas que siguen, a la constatación empírica, fehaciente, de lo que supone, en realidad, más allá de los discursos y las parafernalias, la paz capitalista. Tomemos, a este propósito, un ejemplo significativo, cuyo seguimiento se halla al alcance de no importa qué proletario, a saber, la suerte deparada al pueblo palestino por dicha política de «paz».Veintiún meses después del aplastante triunfo electoral de Hamás en Palestina, los efectos del bloqueo, impuesto por Israel, desde febrero de 2006, a los pobladores de la franja de Gaza, no dispuestos a reconocer al criminal Estado sionista, son, tal como se ve obligada a calificar la misma prensa burguesa, simplemente «bestiales» (El País, 26.10.2007, p. 4).

La última noticia, llegada, con relación a este tema, desde Israel, el pasado 25 de octubre fue la aprobación por el Ministerio de Defensa sionista del corte del suministro eléctrico y de combustibles al territorio ocupado, habitado, en la actualidad, por un millón y medio de palestinos (ib., para éstas y siguientes informaciones). Según las fuentes oficiales del Gobierno de Ehud Olmert, el suministro dependerá, a partir de ahora, «del lanzamiento de cohetes kassam contra suelo hebreo». «Si se disparan cohetes, los palestinos pagarán el precio», ha amenazado abiertamente y más en concreto, sin hacer distinción alguna entre la población civil y la militar, el laborista Matan Vilnai, viceministro de Defensa. De hecho, es el conjunto de la población oprimida ─claro está, sin embargo, que los niños y las mujeres con particular intensidad─ la que sufre los desastrosos efectos del brutal deterioro económico causado por el bloqueo israelí.

Así, el porcentaje de los palestinos de Gaza que dependen directamente, para sobrevivir, de las ayudas alimentarias de las agencias internacionales se eleva ya a un 70 % en consonancia con la cínica advertencia lanzada, en su momento, ante la sonrisa de los miembros del Gobierno, por Dov Weisglass, asesor de Sharon y, por unas semanas, también de Olmert: «Hay que hacer que adelgacen». Y, en efecto, en cumplimiento de estos criminales planes, la anemia se extiende, imparable, entre la población palestina, al mismo tiempo que el sistema sanitario roza el colapso. Tal como ha explicado, a este propósito, Jaled Raadi, alto funcionario del Ministerio de Sanidad palestino, en plena concordancia, por lo demás, por lo que hace a la descripción de la situación, con las Organizaciones de derechos humanos, incluso las israelíes:

Seiscientos o setecientos pacientes al mes necesitan salir camino de hospitales en el extranjero. Unos 450, el 35 % niños, requieren tratamiento contra el cáncer y no les dejan ir. En total, no se permite abandonar Gaza al 20 % de los peticionarios” (El País, 26.10.1007, p. 4).
No practicamos operaciones si no son a vida o muerte. 200 enfermos del riñón se las apañan con 40 máquinas de diálisis. Otras 25 no funcionan, pero el Gobierno israelí no permite la importación de repuestos. Cada paciente necesita tres o cuatro sesiones semanales. Sólo les podemos ofrecer una o dos (ib.).
De esta manera, agrega Raadi:
Israel emplea un nuevo método de matar, no respeta ningún principio deontológico (ib.).

Por su parte. Hasan Jalaf, director del hospital Shifa, el mayor de Gaza, añade otros datos verdaderamente escalofriantes:

Hay 60 fármacos, de los 180 que la Organización Mundial de la Salud considera básicos, de los que no tenemos nada. Ahora no tenemos vías de escape. Habrá muchas muertes evitables. Si la comunidad internacional desea esto, está bien, puede hacerlo (ib.).

Por último, Anuar el Sheik Jalil, director del hospital Al Nasser, reconoce que, con el corte del suministro eléctrico, «quienes necesitan respiración asistida corren el riesgo de morir»; El Sheik confiesa: «No he conocido una coyuntura peor en todos mis años de médico» (ib.).La guinda de este bárbaro cerco impuesto por el imperialismo sionista a la Palestina revolucionaria es el control fronterizo de la franja, durante cuya espera ya han fallecido más de 30 personas (ib., para éstas y las siguientes informaciones), habiéndose documentado casos espeluznantes, como el de Mahmud Abu Taha, un enfermo de cáncer de intestino que, a sus 21 años, había perdido un tercio de su peso cuando el pasado 18 de octubre, tras recibir autorización del Ejército para ser ingresado en un hospital israelí, fue devuelto, en ambulancia, al hospital palestino, sin recursos, de Jan Junis por el Shin Bet (servicio de seguridad interior de Israel) no sin antes asistir, en la misma frontera, a la detención de su padre, que le acompañaba, bajo la acusación de «sospechoso de terrorismo»…Bastaría, por supuesto, una orden de Washington para detener esta criminal masacre de que es objeto el pueblo palestino. Pero, claro está, que dicha directiva no llegará como tampoco lo hará ni siquiera una protesta, digna de mención, de esas otras campeonas de «la libertad» y «la democracia» que son las potencias europeas. Antes consentir que se aplaste y se masacre a un pueblo que permitir su rebelión contra el opresor orden imperialista mundial, así razonan, para sí, frente a la heroica lucha revolucionaria librada por los palestinos de Gaza, los amos del planeta, tan responsables o más que el Estado sionista de los crímenes contra la humanidad que éste está cometiendo.En tal situación, todo explotado y oprimido, consciente de su condición ¿puede dudar, ni por un momento, de que, pese a sus terribles costes ─sobre todo, humanos─, el mantenimiento y, en la medida de lo posible, la extensión de la guerra revolucionaria, de la franja de Gaza a la Cisjordania, todavía dominada por los colaboracionistas con el ocupante (Al Fatah), o de ambos territorios, de nuevo, al seno de Israel, hasta arrojar el Estado sionista al mar, se revela como la única alternativa posible para el pueblo palestino, de la misma manera que la defensa incondicional de ese combate de la nación palestina por su existencia deviene prueba de toque identificadora de la vanguardia histórica del proletariado?...Es, en primer lugar a sus propias burguesías que los proletarios de los países avanzados deben cargar en cuenta los execrables crímenes que se están perpetrando contra el pueblo palestino. La represión, empero, no detendrá su justa lucha, pero es hora ya de enviar a donde le corresponde ─a la barricada enemiga de las añagazas utilizadas por las clases explotadoras y opresoras del planeta─ toda esa dulzona cháchara pacifista con la que se pretende debilitar y aislar de sus grandes aliados (los proletarios del mundo entero y, en especial los de las grandes metrópolis imperialistas) a movimientos revolucionarios, dignos de la mayor admiración, como el palestino.¡Hay guerras y guerras, y la de la Palestina revolucionaria merece todo el apoyo que pueda prestarle el proletariado revolucionario!

I. Sánchez

LA DEFENSA INCONDICIONAL DE LA PALESTINA REVOLUCIONARIA en Anticapitalismo rojo…

Hamás arrolla en Gaza ¡VIVA LA PALESTINA ANTIIMPERIALISTA!Núm. 13, 01.07.2007
Al Fatah, ASÍ SE LUCHA CONTRA UN PUEBLO núm. 11, 01.06..2007
Contra el engaño de «la paz» en Palestina¡ADELANTE CON LA GUERRA REVOLUCIONARIA!Núm. 2, 15.01.2007


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BALANCE COMUNISTA DE LA REVOLUCIÓN ALEMANA (II)

1. La Revolución de Noviembre y el aplastamiento de la vanguardia del proletariado alemán

La Alemania que entra en guerra en agosto de 1914 cuenta, como hemos explicado en el capítulo anterior [v. Anticapitalismo rojo, núm. 18, 15.10.2007, pp. 9-11], con un Estado plenamente burgués y capitalista apoyado en una democracia parlamentaria, no del todo plena, debido a las peculiaridades de su tardía revolución burguesa, pero, de ningún modo, en una superestructura que precise de revolución democrática alguna, tal como defienden, por motivos diferentes, tanto la historiografía estalinista oficial sobre el movimiento obrero, como distintos autores ultraizquierdistas. El curso de la revolución es el siguiente. Desde mediados de 1916, a medida que los motines y huelgas proletarios van tomando amplitud en el país ─multiplicados fulgurantemente a raíz de la revolución de Febrero de 1917 en Rusia─, debido a la carnicería imperialista, en el frente, y a la hambruna, el desgaste y el esfuerzo de guerra en la retaguardia, la burguesía alemana empieza a realizar distintas concesiones democráticas que se materializarán, en última instancia, en la reforma del sistema electoral prusiano y en la formación de un gobierno parlamentario responsable únicamente ante la Cámara, donde, por vez primera, tendrán cabida ministros del SPD (Partido Socialdemócrata Alemán).

En abril de 1917 tiene lugar una huelga en Berlín secundada por 250.000 trabajadores. En lo que es ya un acto revelador del estado de ánimo de las masas, el 17 de junio el SPD, unido a otros partidos de centro, emite una declaración de Paz, desde el Reichtag. Si dicha circunstancia incomoda, en un principio, al Estado Mayor del Ejército, que amonesta al Parlamento, muy pronto, a raíz del coste desmoralizador de la última ofensiva alemana (julio-agosto de 1918), éste se convence de la inutilidad de toda prolongación de la guerra, y del peligro que ello supone, en vista del amenazante cariz que están tomando las cosas en el interior del país. Hindenburg y Ludendorff se pronuncian en septiembre a favor de un armisticio inmediato, pero el estallido de la revolución soviética de Octubre, en Rusia, precipita las cosas y hace que, de forma imparable, estalle también en Alemania.

La secuencia de los hechos discurre así. Siguiendo el ejemplo de Kronstadt, los marinos de la base militar de Kiel se sublevan y toman la ciudad el 4 de noviembre de 1918. Acto seguido, estalla la huelga general en Hamburgo, donde los obreros se apropian de los barcos de guerra, del puerto, de la central de ferrocarriles, desarman a la guarnición militar y proclaman «la unidad indisoluble de la Rusia de los Soviets y del Gobierno de los consejos de Hamburgo». El movimiento se extiende así a Bremen, a Stuttgart y, el día 7, a Munich. Por todo el país se forman de inmediato Consejos de Obreros y Soldados. En Berlín, dos días más tarde, 400.000 obreros se declaran en huelga y eligen un consejo compuesto por delegados de todas las fábricas de la ciudad ─400 en total─ que, reunidos, designan a su vez un Comité de acción compuesto por 6 soldados y 6 obreros pertenecientes, en la misma proporción, los dos únicos partidos “obreros” de los que tiene constancia el proletariado, el SPD y el USPD ─Partido Socialdemócrata Independiente de Alemania─ (escisión de izquierda del anterior). A todo ello, el KPD (Partido Comunista de Alemania) no existe aún.

La burguesía se estremece y el Káiser abdica, pero estos 12 delegados, siguiendo las instrucciones de los líderes socialdemócratas, delegan, a su vez, su poder en un nuevo Gobierno que se autodenominará Consejo de Comisarios del Pueblo usando la nomenclatura de la reciente revolución rusa como camuflaje para hacer pasar la conformación de un nuevo Gobierno burgués de izquierda (SPD/USPD) que prepare y legitime el tránsito hacia la convocatoria de elecciones… Sin perder tiempo, Max von Baden, el último canciller proveniente de la nobleza, nombra sucesor a Friedrich Ebert (SPD), quien inmediatamente hace un llamamiento, en vano, a la calma y a abandonar las calles. Su colega, Philipp Sheidemann, proclama la República democrática desde los balcones del Reichstag. Hay que imaginarse el estado de agitación y euforia reinantes entre el proletariado, en aquel momento ─la prensa socialdemócrata afirmaba, en sus rotativos, que el SPD «dirige la revolución» junto al USPD─, para comprender cómo, llevados del júbilo y embriaguez revolucionarios, los obreros no podían dejar de ver la formación de un nuevo Gobierno que hablaba de «socialismo» y «evolución», como fruto de su acción…Pero, mientras el proletariado celebra todo lo que acontece como una victoria suya, la casa de la socialdemocracia alemana, en cambio, no está para celebraciones.

La burguesía ha colocado sobre sus hombros la pesada responsabilidad de proteger y salvaguardar el Estado burgués en la delicada e incierta situación. Así pues, la socialdemocracia se pone manos a la obra. Con una calculada retórica que habla de «consolidar la naciente revolución democrática frente a la reacción», el SPD se posiciona enseguida en favor de la convocatoria de una Asamblea Constituyente (nuevo Parlamento) que debería elegirse en febrero de 1919, pero que acabará adelantándose un mes por la presión de los acontecimientos.

Ahora bien, puesto que el ascenso al poder del SPD había sido posible gracias al movimiento de los Consejos Obreros, en plena efervescencia, de los que se dice que ejercen todo el poder ─igualmente se ha afirmado que los Comisarios del Pueblo no son más que sus delegados─, se hace necesario convocar un congreso panalemán de todos los Consejos que sancione, al menos sobre el papel, y a costa de lo que sea ─maniobras, de todo tipo, incluidas─ la convocatoria de unas elecciones. Aunque, en un principio, se consigue hacer pasar la jugada, bien pronto llegará la guerra civil…De entrada, tanto el SPD como el USPD se cuidarán mucho de que nadie exponga, en dicho congreso, que se celebrará entre el 16 y el 20 de diciembre en Berlín, que dicha convocatoria electoral equivale a convocar a los partidos abiertamente burgueses y a conceder fuerza de voto a todos los enemigos de la revolución, capitalistas y reaccionarios, y que, por tanto, supone un ataque frontal contra los nuevos órganos de poder proletario surgidos.

A tal efecto, se niega la participación a los espartaquistas en el congreso con el pretexto, demagógico, de que «no son obreros». Otras maniobras que los proletarios dejan pasar por alto hacen a la composición del propio Consejo y sus proporcionalidades territoriales, donde, además de abrir la participación a «trabajadores intelectuales» (todo el funcionariado del SPD), se van a primar las categorías profesionales frente a criterios políticos como la afiliación, de tal forma que los miembros del SPD pueden ocultar la militancia ─no están obligados a declararla─ con sencillamente demostrar su condición de trabajador asalariado, una maniobra muy astuta teniendo en cuenta que en los consejos locales, tanto el SPD como el USPD, sí que presionaron, con toda su fuerza, para que la composición se hiciera sobre la base de un reparto proporcional de delegados entre los partidos políticos, lo que evidentemente, es, ya de por sí, una alteración flagrante de la naturaleza de cualquier Soviet o Consejo Obrero…

El SPD impone asimismo, en las diferentes regiones, que se elija un «delegado obrero» por cada 200.000 habitantes y un representante de los soldados por cada 100.000 soldados, con lo que la representación de los obreros se reduce a la mitad mientras que se multiplica por dos la de los soldados, entre cuyos miembros también hay muchos elementos de la pequeña burguesía y una pequeña oficialidad politizada, favorable al SPD… Así pues, con estas y otras maniobras, entre la que cabe destacar, finalmente, la prohibición del paso a los delegados de los Soviets rusos con la burda excusa, publicada en la prensa, de que «en el congreso no se tratan deliberaciones internacionales, sino únicamente asuntos alemanes», se había colocado todo el viento posible, a favor, para que la aprobación de la Asamblea Constituyente se convirtiera en un simple trámite, con todas las garantías, como así ocurrió…Sin embargo, los Consejos Obreros, a pesar de toda la manipulación y los engaños de que fueron objeto, eran una realidad palpable, que había sido creada ─por algo─ por la fuerza de la clase explotada y, de la misma forma, iban a tener que ser aplastados por la fuerza…Prueba de ello, es que, cuando los espartaquistas llamaron a una manifestación de masas ante el mismo congreso, más de 250.000 manifestantes se agruparon bajo la consigna: «¡Por los Consejos Obreros y de Soldados, no a la Asamblea Nacional!»…La burguesía, por su parte, entendió claramente que sus argucias políticas no podían ser más que un medio para ganar tiempo. La decisión de pasar a las armas para deshacerse de los Consejos Obreros es, pues, un imperativo inevitable que tendrá que tomar en el momento en el que se presenten las condiciones favorables… Como puede observarse claramente, no estamos, de ninguna manera, ya lo decíamos al principio, ante la culminación de la revolución burguesa en Alemania, sino ante una forzada democratización de la superestructura del Estado por parte de la burguesía ─declarando la República─ para intentar detener el empuje revolucionario del proletariado.
En consecuencia, mientras se entretiene a los obreros, y a sus Consejos, muchos de ellos armados, con las «conquistas» democráticas «por ellos obtenidas», el Estado se prepara, a conciencia, entre bastidores, para aplastar el movimiento revolucionario por la vía militar. No lo puede hacer con los medios del Ejército, completamente diezmado, inoperante e inseguro, sino reclutando reducidos cuerpos de choque (los denominados cuerpos francos, los Friekorps) entre los elementos más reaccionarios de la pequeña burguesía. Trágicamente para los esclavos del capital, la barricada proletaria no conocerá nada semejante a una Guardia Roja ─negada expresamente, por la socialdemocracia, en el Congreso de Berlín─, nada más allá del armamento espontáneo de numerosos contingentes proletarios, sin ninguna coordinación entre ellos, ni dirección de ningún tipo. La Liga Espartaco, compuesta por los elementos revolucionarios más formados del momento, por los que, pese a sus limitaciones, contaban con mayor potencial revolucionario, se halla reducida a un papel marginal, por las razones que inmediatamente analizaremos, y distaba mucho de tomar iniciativas en la creación de una milicia proletaria, tanto general del proletariado, como suya propia. No en vano, hasta finales de diciembre de 1919 ─en el momento en que el Estado capitalista se aprestaba a pasar a la ofensiva─ la Liga se había negado en redondo a la creación de un partido revolucionario, comunista, director de la revolución aduciendo «falta de condiciones maduras»…

Hablemos un poco de la Liga Espartaco. Rosa Luxemburg y Karl Liebknecht, los miembros más destacados de ella, eran figuras populares en el proletariado alemán, que conocía perfectamente, sobre todo con relación a este último, los episodios del rechazo a votar los créditos de guerra, en el Parlamento, y la llamada, en público, a «echar abajo la guerra y el Gobierno», en 1916 , que le había costado la cárcel a Liebknecht y había producido sendas y masivas manifestaciones de solidaridad, tanto en el momento de su encarcelamiento, como en de la liberación, con 200.000 trabajadores participantes (octubre de 1918)… Cuando, en abril de 1917, los centristas del SPD ─partidarios de la paz capitalista─ son expulsados del partido junto con los espartaquistas ─partidarios de la revolución proletaria─, los primeros fundan el USPD y los segundos, inseguros y presos de ilusiones en una posible recuperación revolucionaria de la socialdemocracia por las masas, creen posible hacer girar a dicho partido, el USPD, hacia la revolución, por lo que se afilian a él, conservando, no obstante, cierta autonomía, a pesar de que, en realidad, el USPD oficiaba de fuerza de extrema izquierda de la burguesía para mantener el empuje proletario bajo su influencia.Esta negativa a romper definitivamente con las organizaciones reformistas entroncaba plenamente con la concepción que tenían los espartaquistas y Rosa Luxemburg en particular de la vanguardia proletaria como organización pedagógica y concienciadora de las masas y no como núcleo dirigente de las mismas que, con su acción organizada independiente, hace posible la ruptura efectiva de las masas proletarias revolucionarias con la burguesía.

Por tanto, esta nefasta idealización del espartaquismo, deudora del peor de los democratismos, de la fuerza “creadora” de las masas, colocará a la Liga, desde el primer momento, completamente a remolque de la situación... Con el telón de fondo de las elecciones a la Constituyente, que, a pesar de la aprobación en el Congreso de los Consejos, en Berlín, empiezan a despertar la oposición de las bases de los mismos al ver como, poco a poco, se intenta desnaturalizar el movimiento con la ayuda de una política de maniobras y hechos consumados ─paralelamente la burguesía estaba creando Consejos Populares, interclasistas, de barrio u oficio gremial, donde tenían cabida empresarios y pequeños propietarios─, entre el 30 de diciembre y el 1 de enero se funda, por fin, bajo la presión insistente de Lenin, que envía a Radek a tal efecto a Berlín, el KPD. El joven partido proletario, inexperto y formado con la fusión de los izquierdistas del IKD (Comunista Internacionalistas de Alemania) y la Liga Espartaco que, hasta entonces se habían negado, tozudamente, por ambas parte, a dar tal paso hacia la unión, distará mucho de poder ser realmente comunista, a pesar de sus siglas.

No es muy difícil imaginar, en medio de las tensiones naturales creadas por la situación y de la poca cohesión del partido, la dificultad insuperable que va a tener la dirección para aprobar su línea e imponer la disciplina. Hasta el punto de que Liebknecht y el también dirigente espartaquista Pieck van a enrolarse en la aventura insurreccional, a pesar de la negativa del KPD a participar en ella. Pero el movimiento de descontento proletario era tan apabullante y las huelgas tan imponentes que los propios textos de Rosa, el elemento de más altura del KPD, interiorizan, asimismo, la presión del momento al redactar el programa del partido ─que significativamente aparece firmado como Liga Espartacus (KPD)─ en el que se deja sentir la influencia anarcosindicalista y obrerista, muy presente tanto en las bases como en el ambiente y que venía a complementar, además, el propio culto al espontaneísmo que, de siempre, cultivaron los espartaquistas:
Tras la primera fase de la revolución [hasta el 24 de diciembre de 1918], la de la lucha principalmente política, viene la fase de una lucha reforzada, intensificada, esencialmente económica. [...] En la fase revolucionaria por venir, las huelgas no sólo se extenderán más y más, sino que serán el centro, el punto decisivo de la revolución, inhibiendo las cuestiones puramente políticas.[…]Es en la base, allí donde cada empresario se enfrenta a sus esclavos asalariados, donde debemos arrancar nosotros, poquito a poquito, los instrumentos de su poder a los gobernantes (R. Luxemburgo, Congreso de fundación del KPD).

«O consejos o Asamblea Constituyente», es el título de un artículo de Die Rote Fahne [La Bandera Roja, órgano de prensa del KPD] que refleja la disyuntiva que se mascaba en la calle y pesaba, con particular encono, sobre el recién creado KPD. En ella, la dirección no conseguirá imponer sus tesis en pro de la participación en las elecciones en la reaccionaria Asamblea Nacional, bajo consignas a favor de dar todo el poder a unos Consejos Obreros reelegidos y de la dictadura del proletariado, puesto que la mayoría, semianarquista, se inclina, sin más, por el sabotaje de la Asamblea… Y puesto que, ante esta incompatible dualidad de poderes reinante ─los Consejos Obreros y la asamblea burguesa en proyección─ y la crisis acuciante, el creciente malestar de un importante sector proletario no encuentra dirección política, vanguardia decidida, que le permita materializar su oposición al escamoteo de su poder recién creado, los enfrentamientos callejeros se multiplican y estallan, ante cualquier chispa, dando la señal al poder capitalista de que ha llegado el momento de aplastar una revolución, una revolución con un cuerpo atlético y una cabeza de aceituna. Entre las bases del KPD, contagiadas por el exitoso combate que el 24 de diciembre han librado los marinos de Kiel ─acampados en el centro de Berlín, desde noviembre, para, como ellos mismos declaraban, «defender las conquistas de la Revolución»─ y cuerpos armados del Gobierno, que obligó a retirarse a estos últimos ante la solidaridad del proletariado berlinés, se crea un estado de euforia, entre los obreros, que acaba contagiando a un sector del KPD, precipitándolo a tomar parte en una aventura generosamente bautizada de “insurreccional”, junto a sectores del USPD…

La situación era de máxima tensión. A principios de mes, el día 4, Noske destituía a Eichhorn, prefecto de policía y miembro de la izquierda del USPD, al que se le acusaba de ser demasiado blando con los delincuentes y de “encubrir todo tipo de desmanes y robos” (eufemismo con el que querían acusarlo en realidad de no reprimir suficientemente al proletariado revolucionario). El 5, una manifestación de 700.000 obreros se pronuncia en contra de la medida. Al día siguiente, tropas leales al Gobierno atacan una manifestación de soldados desmovilizados y desertores matando a 14 manifestantes. Varias fábricas se ponen en huelga el 7 de diciembre en señal de protesta; por todas partes se organizaban asambleas generales en las empresas. El 8 de diciembre se produce, por primera vez, una manifestación de obreros y de soldados en armas que reúne a más de 150.000 participantes. En ciudades del Rühr, como Mülheim, los obreros y los soldados apresan a distintos empresarios..En ese momento, el USPD, ante el descontento creciente del proletariado, titubea sobre la cuestión de los Consejos y la Constituyente, buscando fórmulas intermedias que van en el sentido del reconocimiento constitucional de éstos.

No hay acuerdo con el SPD y el USPD abandona el Ejecutivo usando una fraseología radical. La crisis, por tanto, tiene que resolverse por la vía militar. Un sector de la débil vanguardia proletaria navega entre la impotencia y la impaciencia por saltar etapas en el estrechamiento de lazos con el proletariado revolucionario y, en una huida hacia delante, se deja seducir por el aventurerismo participando, a instancias de la izquierda del USPD en una “insurrección” desesperada, en la que se enrola, sin ningún tipo de garantías, Karl Liebknecht..

Al denominado Comité Revolucionario le une únicamente el acuerdo de que hay que echar abajo el Gobierno de Ebert y declarar la Huelga General; no está del nada claro qué pasará después. Todo indica que se constituye a iniciativa del USPD, tras la destitución de Eichhorn, cuya intención, en un principio, no es otra que presionar al Gobierno mediante un acto de fuerza, aislado, para que conceda algún tipo de reconocimiento legal, de atribuciones reales, a los Consejos Obreros, respondiendo así a una preocupación creciente, acerca de estos últimos, entre el proletariado revolucionario, parte del cual, no lo olvidemos, está armado.La cúspide del Comité estará dirigida por dos miembros del USPD y Liebknecht, al cual se le habían hecho promesas sobre el apoyo favorable de distintos destacamentos de obreros en armas, de fuera de Berlín, pero, a la hora de la verdad, los jefes que debían dirigirlos se quedaron “dormidos”.

El 5 de enero las fuerzas insurreccionales berlinesas, con las que contaba el Comité, ocupan los puntos estratégicos de la ciudad, declarando la destitución del Gobierno. Sin embargo, una vez producidas estas ocupaciones, no se hace ningún llamamiento a la acción fuera de Berlín, ni siquiera se dan consignas al proletariado de la capital, lo que facilita que la prensa burguesa los acuse de “buscar la dictadura de sí mismos”. El comité se queda entonces paralizado, sin saber qué hacer y en él se comienza a discutir si negociar o no con el Estado. Los USPD son partidarios de hacerlo y los espartaquistas e izquierdistas, en cambio, de proseguir hasta el derrocamiento del Gobierno, pero sin concretar la forma de llevarlo a cabo. Entre tanto permanecen unidos discutiendo, los primeros, a espaldas de Liebknecht,, han empezado a negociar con Noske…

Éste, a todo ello, no pierde el tiempo. Reorganiza, sin tregua, sus efectivos según el despliegue de los insurrectos y procede a planificar minuciosamente la distribución de sus tropas encargadas de reconquistar cada barrio de Berlín. La reconquista efectiva comenzará el día 7 y será sin cuartel. Así, asediados, los ocupantes del Vorwärts ─periódico del SPD que había sido tomado por los proletarios en armas, como, por otra parte, el resto de la prensa de la ciudad─ son asesinados, uno a uno, cuando salían a pedir un armisticio. El día 15, tras ser detenidos, serán Karl Liebnekcht y Rosa Luxemburgo los que resultan impunemente asesinados…La burguesía, claro está, no se quedará ahí, sino que aprovechará el momento para imponer el terror blanco en la capital, fusilando en el acto a miles de obreros cogidos con las armas en la mano y procediendo a la detención de otros tantos miles de proletarios. El KPD es declarado ilegal y, sobre todo, ha sido descabezado; la inmadura vanguardia del proletariado alemán ha sido liquidada…
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