viernes, 15 de junio de 2007

ANTICAPITALISMO ROJO Nº12

La única solución a la opresión nacional: la revolución comunista

Editorial

Fin de la tregua de ETA
HIPOCRESÍA Y DEBILIDAD DEL ESTADO CAPITALISTA ESPAÑOL

¿Vuelve el anticapitalismo negro?…
EL TIEMPO DE LAS CONTRACUMBRES HA CADUCADO

Tribuna anticapitalista
A propósito de la propuesta de una
Asociación Internacional de los Trabajadores Inmigrantes…
EL PARTIDO Y EL MOVIMIENTO PROLETARIO DE MASAS

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Fin de la tregua de ETA
HIPOCRESÍA Y DEBILIDAD DEL ESTADO CAPITALISTA ESPAÑOL


ETA ha anunciado la reactivación de su lucha armada. No era posible otro desenlace puesto que el Estado español ya tenía decidido dar carpetazo a la negociación y al denominado proceso de paz con anterioridad a la famosa explosión del coche bomba en Barajas. El desalojo inconcluso de la zona del explosivo, criticado por la propia organización independentista, que había avisado, con una hora de antelación, del lugar exacto donde se encontraba el artefacto, demostró, como indicamos hace meses, hasta qué punto al Estado le interesaba acabar con todo diálogo, poner los muertos sobre la mesa y escenificar, ante la opinión pública, la ruptura de las negociaciones.

¿Nos habría de sorprender, entonces, que, ahora, meses más tarde, ETA anuncie la vuelta a su actividad armada? ¿Podía mantenerse un “alto el fuego permanente” de forma indefinida mientras, en la negociación entre el Estado español y la organización nacionalista revolucionaria, a la segunda se le exigía la quietud absoluta (que, por otra parte, cumplía, salvo en lo que hace, lógicamente, a su aparato logístico), mientras el segundo no cesaba su ofensiva policial, judicial y mediática, desarticulando comandos, deteniendo a presuntos colaboradores, prohibiendo manifestaciones, organizaciones juveniles, revisando o inventándose condenas para los presos a punto de salir en libertad, manteniendo la dispersión, ilegal, de éstos —contraria a las mismas normas penitenciarias— y no ofreciendo, en suma, un solo gesto ni concesión de importancia hacia el mundo abertzale…?

Mientras arreciaba la represión del Estado, ETA esperó, con todo, a agotar lo que seguramente era para ella la última de las cartas que verificarían la ruptura definitiva del proceso: la posibilidad o no de que Batasuna pudiera presentarse a las elecciones recuperando, con ello, el estatus que le correspondía —y que siempre había ostentado hasta la famosa y antidemocrática Ley de partidos—, como organización política legal. Pero conocemos lo ocurrido. La imposibilidad de que el Estado español permita, siquiera, que el independentismo vasco pueda expresarse democráticamente, en Euskadi, ni a través de Batasuna ni a través de las listas de ANV (Acción Nacionalista Vasca), ha llevado, finalmente, a ETA a retomar el único camino que le ha dejado su enemigo, el de la resistencia armada.

A todo ello, sin que se les caigan los anillos, los medios de comunicación anuncian, como «la primera consecuencia de la ruptura del alto el fuego», el retorno a prisión de De Juana Chaos, apoyándose en las declaraciones del ministro de Interior, quién, justo al día siguiente del anuncio de ETA, informaba, a bombo y platillo, del inmediato encarcelamiento del preso como si se tratara de una decisión propia de su ministerio o del Gobierno. ¿Y los jueces? ¿No dicen que son ellos los que deciden, dictan, anulan o revisan sentencias o prisiones atenuadas?…

Aquí tenemos una muestra de la hipocresía y la debilidad de un Gobierno (y, por ende, de un Estado cada vez más dividido), que, durante todo el caso De Juana Chaos, se limitaba a reafirmar que la libertad del preso etarra estaba exclusivamente en manos de la “justicia”…
Lo mismo puede decirse de la apresurada encarcelación de Arnaldo Otegui, portavoz de la ilegalizada Batasuna e interlocutor, para más inri, con el Estado, en las negociaciones de estos últimos meses. Cuatro largos años han pasado, sin que la justicia dicte sentencia alguna contra él, desde que el político abertzale cometiera el supuesto delito de enaltecimiento del terrorismo por participar, en 2003, en el homenaje a Argala, el miembro y dirigente de ETA —conocido, entre otras cosas, por participar y accionar el detonador que acabaría con la vida del vicepresidente, y sustituto designado por Franco, Carrero Blanco—, en el 25º aniversario de su asesinato por los servicios secretos del Estado.

Que la sentencia condenatoria de Otegui se produzca, asimismo, como un puro acto de venganza, a los pocos días del anuncio por ETA del fin de su alto el fuego, es otro ejemplo palmario de esa farsa denominada «independencia del poder judicial» con la que se pretende ocultar, en este caso, a la opinión pública, el carácter político de tales medidas represivas.

Ésta y tantas otras hipocresías, que hemos tenido ocasión de apreciar, ampliamente, a lo largo del proceso, hoy roto —roto precisamente por la ficción en que se había convertido dicha negociación—, denotan que la debilidad del Estado español permanece intacta y acorde con su trayectoria y naturaleza históricas…

Lo que quizás resulta novedoso y verdaderamente interesante, a la luz del resultado de esta última experiencia negociadora; es decir, con la prueba empírica de su desenlace en la mano, es que este Estado no puede ni podrá acabar o ahorrarse el problema nacional vasco (pero tampoco el catalán y otros que se reavivarán en el futuro) ni por la represión —ETA, y el movimiento de liberación nacional vasco, pese a todos los intentos de décadas por desmantelarlos policialmente, siguen existiendo— ni mediante concesiones, que, por otra parte, no está en condiciones de ofrecer, como acabamos de ver…

El conflicto vasco se agrava. Deviene y permanecerá crónico, bajo el capitalismo, hasta la muerte misma del Estado que lo produce y exacerba, lo que significa, consecuentemente, que permanecerá activo, hasta la muerte del sistema económico y social que le sirve de base. No es, por tanto, por gusto o predilección ideológica, de ningún tipo, por lo que los marxistas nos abstenemos de negligencias e indiferentismos a la hora de tratar y ofrecer una solución al problema objetivo de las opresiones nacionales. El camino de la revolución comunista, contrariamente a lo que postula el oportunismo izquierdista y el anarquismo, será un camino aún de relaciones sociales capitalistas con problemas agravados y derivados de las mismas…

Dar una solución concreta a estos problemas, en función de los intereses generales de la clase explotada, es la tarea inédita, aunque anticipada por la anterior revolución, que tendrán por delante los revolucionarios de mañana…


En la misma medida en que es abolida la explotación del hombre por el hombre, es abolida la explotación de una nación por otra nación.
Al mismo tiempo que el antagonismo de las clases en el interior de las naciones, desaparecerá la hostilidad de las naciones entre sí. (Manifiesto del Partido Comunista, 1848)

¡LIBERTAD PARA OTEGUI Y TODOS LOS PRESOS NACIONALISTAS VASCOS!

Contra la ofensiva represiva del hipócrita Estado español, cárcel de pueblos…
¡EL ÚNICO CULPABLE DE LA VIOLENCIA ES EL ESTADO OPRESOR!

Para defender los intereses de la clase explotada, cuya consecución final sólo puede pasar por la destrucción revolucionaria del Estado de la clase explotadora:
¡SOSTEN INCONDICIONAL DE LOS LUCHADORES VASCOS!
¡LIBRE DERECHO DE AUTODETERMINACIÓN DEL PUEBLO VASCO
Y DEL RESTO DE LOS PUEBLOS OPRIMIDOS POR ESPAÑA!



¿Vuelve o no el anticapitalismo negro?
EL TIEMPO DE LAS CONTRACUMBRES HA CADUCADO


Ante los hechos ocurridos hoy, y que ahora intentaré describir, hace falta que nos replanteemos ciertas cosas.
La gente no ha llegado hasta prácticamente las 7, provocando que la primera media hora fuéramos no más de 30 personas repartidas por toda Plaza Catalunya (es decir, nada). No han aparecido responsables de ningún tipo (tampoco decimos que sean necesarios, pero si convocas, al menos lleva una pancarta individual, octavillas, etc…), hecho que ha provocado que cierta gente decidiera marcharse, aparte de haber mantenido inactiva la convocatoria hasta que gente, a nivel individual, ha comenzado a hacer pancartas con cartones y ha aparecido una pancarta, que rápidamente se ha usado de cabecera. Así que de manera totalmente improvisada se ha comenzado a caminar en dirección Ramblas, en donde se nos ha prohibido el paso. Desde ese momento, no hemos tenido la posibilidad de elegir cuál era el recorrido que queríamos hacer o si queríamos abandonar la zona, por lo que hemos sido rodeados por la policía, que no dejaba salir a nadie. Este cordón se ha endurecido después de un intento de romperlo y caminar por donde quisiéramos, hecho que ha valido algún porrazo suelto y que se duplicara el número de antidisturbios, así como que el número de furgonas de policía llegara a…23 furgonetas!!!!!! Sólo para 150 manifestantes (si es que llegábamos a 100).
Y así hasta Pla del Palau, donde después de rodearnos un rato, decidieron romper el cordón y dejar que la gente se marchara… no sin haber hecho fotografías ilimitadas sobre cada uno de nosotros.
Bueno no sé, por mi parte, tan sólo decir que espero que este sábado la gente aparezca, con material, y ganas de hacernos sentir, ya que lo que pasa en Rostock y otros lugares no nos ha de dejar indiferentes.
Muerte al Estado y que viva la anarquía!
Muerte al G-8!


Como puede verse, este testimonio anónimo de un participante en la manifestación del jueves, 7 de junio, en Barcelona, contra el capitalismo y el G-8 —a pesar de las esperanzas del autor, la segunda convocatoria del sábado no fue mucho mejor— son el vivo retrato de una realidad que es necesario asumir: EL TIEMPO DE LAS CONTRACUMBRES antiglobalizadoras, con el anticapitalismo negro a remolque, como en 2001 y 2002, HA CADUCADO.

Por mucho que voluntaristamente se intente reeditar aquel movimiento —y lo de Alemania con la cumbre del G8 no ha sido más que eso, una caricatura, en miniatura, de formas pasadas, ya inofensivas, a cargo de la extrema izquierda capitalista (¿o es que nadie se ha puesto a contar los cientos de banderas estalinistas, los cientos de globos y disfraces de payaso entre los que esa otra caricatura de “blackbloc” resucitado se ha movido tan felizmente, como si no hubiera pasado el tiempo, como si nada hubiera ocurrido desde entonces?)—, la realidad es que ese movimiento fue dispersado por el reformismo, inmediatamente después de Génova, mediante una acción combinada de “servicios de orden” (anti-blackbloc) y “días de acciones descentralizadas” en los que, a cambio de renunciar a constituir su propio bloque tras las manifestaciones antiglobalizadoras —justo lo contrario de lo que, en la manifestación contra el Banco Mundial de junio de 2001, en Barcelona, hizo la Resistencia anticapitalista—, a los anticapitalistas se les cedía un lugar y una fecha de desfogue “descentralizado” para no contagiar al resto de jóvenes que desfilaban tras los partidos y ONG´S…

Pocos fuimos los que nos esforzamos entonces por sacar un balance de aquello. Los que criticamos ese nefasto apoliticismo, lleno de ilusiones en la acción por la acción (esa trampa en la que se convirtió la denominada “acción directa”; directa contra las cristaleras, si, pero nunca contra los lacayos de izquierda del capital, algunos de los cuales, incluso, la promovían o jaleaban muy radicalmente, a medida que todo se iba viniendo abajo). Los que pusimos en solfa todos esos nefastos prejuicios apolíticos del anticapitalismo negro que, en el fondo, son los que impidieron, a la postre, y siguen impidiendo hoy —con un pie lleno de ilusiones ¡parece mentira! en la misma antiglobalización que los barrió de escena— organizar nada serio y afrontar al reformismo organizada y unitariamente como hacía falta.

Pero como éramos “autoritarios” y “vanguardistas”, no se nos hizo caso y todo continuó su pendiente en degeneración hasta la liquidación absoluta. Tan es así que de la desbandada aquella de “Març attack”, en Ramblas, en marzo de 2002, con motivo de la cumbre de la UE, donde tampoco había pancartas ni responsables, donde también se esperó una eternidad y nadie sabía hacia dónde caminábamos, ignorando el recorrido, sin dirección, ni consignas, ni cabecera, ni carteles, y donde, a pesar de ser 2.000 o 2.500, la policía nos dispersó como a conejos cuando le dio la gana, lo único que se ha sacado en claro, cinco años más tarde, es que… «No han aparecido responsables de ningún tipo [aunque] tampoco decimos que sean necesarios»…

Todo parece repetirse. Ni hubo “responsables” hace cinco años ni los ha habido ahora, salvo con la diferencia de que el hoy es una caricatura, como decimos, del ayer. Antes éramos miles, ahora han sido cien y, al día siguiente, doscientos, si es que llegaron… No hace falta insistir, por tanto, en que ese tipo de anticapitalismo —repetición acrítica del pasado con todos los errores y limitaciones de entonces— no sirve. Los nuevos elementos hay que buscarlos no en Rostock, sino en Francia; no tras las pancartas anti-Bush de los antiglobalizadores y su cortejo de ONG, sino en las nuevas formas de lucha de los casseurs de las barriadas francesas y en su fusión fraternal con los estudiantes de clase trabajadora, durante, por ejemplo, las movilizaciones contra el CPE (Contrato de Primer Empleo), la última batalla del Metro de París, o, recientemente, en los días siguientes a la elección de Sarkozy como presidente de la República francesa. Acciones que fueron llevadas a cabo completamente fuera del control de los sindicatos y organizaciones de la extrema izquierda capitalista.

Ésta es la verdadera lucha que está haciendo avanzar al movimiento de los jóvenes explotados. No los debates estériles sobre si las asambleas han de ser públicas o secretas (tales han sido las quejas y los balances, en los últimos días, al respecto de la manifestación de Barcelona). ¡Las circunstancias, acciones, o “delegaciones” determinarán cuando habrán de ser públicas o secretas! El auténtico debate que se rehuye es: las reuniones de los anticapitalistas ¿han de ser abiertas a los reformistas, por muy alternativas que sean sus formas —entendidos éstos como los individuos y organizaciones que, de una u otra manera, forman parte de las instituciones del Estado capitalista, incluyendo, claro está, entre ellas, las interclasistas asociaciones de vecinos o de barrio a través de las que se vehiculiza, a un primer nivel, la participación ciudadana—, o, por el contrario, el carácter abierto y no sectario de las reuniones y acciones anticapitalistas se refiere solamente a aceptar en su seno a los anticapitalistas, explotados y precarios de todo tipo, sin ningún discriminante ideológico, dispuestos a actuar independientemente de esas organizaciones, impulsando la unidad de todos los que luchan, en los hechos, contra el sistema?
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Ignacio Rodas
Anti-Negri. Libro Primero
Crítica de la filosofía y la economía críticas

En 2000 y 2004, el profesor Antonio Negri publicó respectivamente Imperio y Multitud, obras de gran impacto que tuvieron la virtud de exponer una teoría general del pensamiento y la acción alternativos de nuestro tiempo, antiglobalizadores. El Anti-Negri, de Ignacio Rodas, cuyo Libro Primero, dedicado a la crítica de la filosofía y la economía críticas, ve ahora la luz, constituye, ante todo —al hilo de la demolición sistemática a la que se entrega, por alienante de la realidad social, del discurso postmoderno expuesto por el señor Negri—, la afirmación científico-revolucionaria de que existe vida más allá de los trillados caminos del pensamiento oficial y crítico, que copan la escena.

Formalmente, la obra de Rodas se ancla en la más estricta ortodoxia marxista. En este Libro Primero, en particular, la crítica de la doctrina del señor Negri ha proporcionado al autor la oportunidad de llevar a cabo un despliegue, que abruma por su consecuencia, del más genuino materialismo dialéctico y de la implacable crítica de la economía burguesa tan característicos de la ciencia comunista. Pero, contrariamente a lo que podría esperarse, ese impecable ejercicio de marxismo, en las antípodas de recrearse como un fin en sí mismo, deviene, en manos de Rodas, instrumento privilegiado de aprehensión, concreta y activa, del curso vigente del capitalismo en su inédita especificidad.

En definitiva, de la crítica implacable, que nos depara el Anti-Negri, de los pilares de la praxis reformista radical de hoy emerge, en positivo, una profunda, y novedosa por su original contemporaneidad, comprensión teórica y política, tan intachablemente revolucionaria como plenamente verificable por los hechos más destacados del mundo actual, del papel que desempeñan los aconteceres más significativos que tienen lugar ante nuestros ojos en el movimiento histórico general de las masas explotadas y oprimidas del planeta por su emancipación.

edcurso@edicionescurso.com www.edicionescurso.com

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Tribuna anticapitalista

A propósito de la propuesta de una
Asociación Internacional de los Trabajadores Inmigrantes…
EL PARTIDO Y EL MOVIMIENTO PROLETARIO DE MASAS


Aun y sin compartir buena parte de las respuestas dadas, entiendo que la carta del camarada Flecha, publicada en la Tribuna del último número de Anticapitalismo rojo, es merecedora de la mayor atención, tanto por la complejidad de los niveles de reflexión que suscita como por la claridad con la que expresa sus conclusiones.
Con independencia de que los revolucionarios deban, o no, crear organizaciones específicas de un parte de la clase (de proletarios inmigrantes, de mujeres trabajadoras, de trabajadores discriminados por su raza…), la primera cuestión planteada hace claramente a la pertinencia o no, en general, de tales organizaciones particulares nacidas con la vocación de agrupar a un sector determinado del proletariado. Ésta es, sin embargo, una cuestión resuelta tanto en el plano histórico como en el teórico-político. En el terreno histórico, porque el recorrido del movimiento emancipador de la clase explotada ha tenido lugar al hilo del surgimiento y desarrollo transitorios de un auténtico reguero de organizaciones específicas de tal o cual sector proletario, desde la Asociación de Cultura de los Obreros Alemanes en Londres, en la que se concentraban los elementos más resueltos de la emigración y que tanto ayudó a la labor de Partido de Marx y Engels en la larga década de reacción de 1850-60, hasta los movimientos anticapitalistas de nuestros días —destinados, con toda evidencia, a organizar no al conjunto del proletariado, sino, en particular, a su juventud marginada y precarizada de hoy—, pasando, cómo no, por la Internacional de las Juventudes Comunistas, constituida a iniciativa de la Internacional de Lenin, el Secretariado Internacional Femenino de ésta, encargado, en colaboración con las Conferencias Internacionales de las Mujeres Comunistas, de desarrollar, por todo el planeta, «los órganos femeninos de los partidos comunistas» («Resolución concerniente a las formas y los métodos del trabajo comunista entre las mujeres», III Congreso de la Internacional Comunista —IC—) y la lucha declarada de la IC, con vistas al avance real de la unidad proletaria, para organizar, cuando se hacía indispensable —dada su no admisión en los sindicatos tradicionales—, a los trabajadores «negros en sindicatos especiales» y reunir «Conferencias generales» de los proletarios negros («Tesis sobre la cuestión negra», IV Congreso de la IC)…. Por no hablar, claro está, de la organización específica, por excelencia, característica del capitalismo anterior a nuestro tiempo: los sindicatos que, por supuesto, jamás pudieron, ni se propusieron siquiera, agrupar ni a la masa de los trabajadores que se quedaban sin empleo, ni a los jóvenes que ya no accedían a él, ni, en general, a las capas más explotadas de la clase, como gran parte de los inmigrantes, que no llegaban a alcanzar un trabajo mínimamente estable…
En el terreno teórico-político, la cuestión ha sido, asimismo, resuelta, por cuanto la diferencia entre la política revolucionaria del Partido Comunista, con respecto a las organizaciones específicas, y la política reformista jamás ha sido cortada bajo el patrón abstracto de la impulsión o no de las anteriores, sino, por el contrario, bajo dos criterios mucho más concretos, a saber: a) contrariamente al reformismo, que forma organizaciones específicas interclasistas, colaboradoras del Estado burgués, los comunistas impulsan la formación de organizaciones específicas proletarias, que se enfrentan a dicho Estado y b) esas organizaciones proletarias situadas en el cuadro de la independencia de la clase explotada obran, bajo la influencia o/y la dirección comunistas, no por su aislamiento (tal como pretende el reformismo) sino por su integración, cada vez mayor, con el conjunto del proletariado.
La segunda pregunta de calado suscitada por la carta del camarada es: ¿pero es que existe hoy un movimiento de inmigrantes?…
Estoy convencido de que, a día de la fecha, la respuesta a este asunto no puede ser categórica: sí o no. De entrada, parece indudable, tal como se ha explicado en varias de las cartas anteriores, publicadas sobre este tema en la Tribuna anticapitalista de Anticapitalismo rojo, que dada la dimensión, creciente e imparable, que está adquiriendo la emigración de las poblaciones de los asolados países atrasados a los países avanzados, se desarrollan cada vez más las condiciones materiales para que los trabajadores inmigrantes se asocien entre sí, teniendo en cuenta, como muy oportunamente apunta el camarada en su carta, «la afinidad cultural y lingüística que les es propia» y les permite «comunicarse más fácilmente entre ellos que con los trabajadores del país receptor». Prueba de esta dinámica es no sólo el florecimiento de asociaciones reformistas e interclasistas de inmigrantes, sino también la emergencia episódica, en los últimos años, de ciertas manifestaciones y acciones de trabajadores inmigrantes, llevadas a cabo al margen de la totalidad de las fuerzas reformistas que defienden el flanco izquierda del Estado burgués. No obstante, también es cierto que, precisamente por las infames condiciones de vida que se ven obligados a soportar y por las menores, cuando no nulas, oportunidades culturales de que han gozado, los proletarios inmigrantes no son precisamente un sector fácilmente organizable y, de hecho, esas expresiones puntuales de independencia que han tenido lugar al margen de los aparatos reformistas no han superado, hasta hoy, que se sepa, la calidad de conatos, sin cuajar en ninguna auténtica organización de proletarios inmigrantes situada fuera del cauce ciudadano, de colaboración de clases, impuesto por el Estado capitalista y las fuerzas reformistas que le sirven.
Con todo, la imparable dinámica creciente a la que asistimos de la inmigración masiva que reciben y recibirán —a tenor de la ruina de una parte creciente del planeta—, y pese a todas sus medidas represivas de prevención y control, los Estados capitalistas avanzados, permiten concluir, en mi opinión, con fundamento, que nos hallamos ante los primeros pasos, inevitablemente titubeantes, de un movimiento de inmigrantes proletarios en gestación que, más pronto que tarde y bajo formas inéditas que aún no pueden predeterminarse, eclosionará en la superficie social como inexorable respuesta a los ataques in crescendo tanto de las fuerzas democrático-capitalistas como de las fascistas a la situación de los proletarios extranjeros.
Tercera cuestión de interés suscitada por la carta del camarada Flecha: en cualquier caso, en la actual situación, no revolucionaria, ¿entra o no dentro de la prioridad contemporánea de tareas de la vanguardia revolucionaria del proletariado la impulsión de ese movimiento de proletarios inmigrantes o, más en general, de no importa qué otro movimiento de masas de la clase trabajadora?…
Antes de responder propiamente a la pregunta es preciso despejar el terreno de un posible malentendido. Nótese que la cuestión real no es si los comunistas —de hoy, para el caso, pero aquí también podría escribirse con total justificación, de mañana— crean o no esas organizaciones específicas, pues hacerlas realidad «sin que el propio movimiento proletario las cree de su necesidad cotidiana» sería ciertamente, como plantea Flecha, «una impulsión burocrática e irreal de dicho movimiento». Y, por eso mismo, en este debate, nadie ha defendido, para el caso, que yo sepa, constituir ya la Asociación Internacional de Trabajadores Inmigrantes propuesta. Es más, en mi carta anterior, publicada también en la Tribuna de Anticapitalismo rojo (núm. 8), ponía expresamente en guardia, al respecto, sobre cualquier tentación en ese sentido y exponía la necesidad insoslayable de desarrollar previamente a la creación de dicha asociación un sólido trabajo de agrupamiento del núcleo de vanguardia destinado a dirigirla. La cuestión no es, pues, si los comunistas deben crear o no dichas organizaciones —es evidente que no deben hacerlo—; la cuestión es si pueden y deben impulsarlas, cuando, como demuestra la polémica desarrollada en Anticapitalismo rojo, surgen compañeros proletarios dispuestos, en principio, a asumir el reto de trabajar por hacerlas realidad.
En el segundo capítulo del Manifiesto del Partido Comunista, dedicado a clarificar las relaciones entre «Proletarios y comunistas», Marx y Engels juzgaron preciso añadir —después de señalar que «los comunistas sólo se distinguen de los demás partidos proletarios» en que, en todo momento, «representan los intereses del movimiento en su conjunto»— que «prácticamente» constituyen «el sector más resuelto de los partidos obreros de todos los países, el sector que siempre impulsa adelante a los demás». Creo que sería un muy grave error considerar éstas como afirmaciones de época, sólo válidas para circunstancias revolucionarias. Por el contrario, tienen todas las trazas de integrar el patrimonio programático histórico del Partido Comunista. Un patrimonio que, a un nivel u otro, se ha expresado y se expresa en todas y cada una de las formas bajo las que, de acuerdo con las condiciones objetivas del curso histórico, nuestro Partido ha existido y existe. Tomemos, como ejemplo, la actividad de Marx y Engels, en esa década ya referida de los años 1850, cuando la certeza de que la posibilidad inmediata de la revolución proletaria había sido descartada, por todo un indeterminado periodo de tiempo, les llevó a disolver la primera organización del Partido Comunista vista por la historia, la Liga de los Comunistas. ¿Pensamos, no obstante, que el reconocimiento, sin ambages, que hicieron del cuadro objetivo de la situación reaccionaria imperante, les contuvo, en lo más mínimo, en cuanto al establecimiento de relaciones con cuanto proletario avanzado llamó a sus puertas?… Ahora bien, por supuesto —los hechos lo verifican incontestablemente—, ninguno de esos elementos de vanguardia proletaria que se les acercó por aquellos años (como, en realidad, durante la totalidad de su vida revolucionaria) tenía la capacidad de incorporarse directamente, en aquellas condiciones, a su lucha de Partido, determinada ya por la preparación de lo que sería El Capital y, más en general, por la escritura de una literatura comunista de alcance histórico. ¿Qué tipo de relaciones establecieron, por tanto, con esos compañeros?… Desde luego que no ideológicas; tal como hubiera sido el establecimiento, con ellos, en el aire, sin un trabajo común real a desarrollar, de una labor de delimitación programática. Una aproximación, siquiera somera, al detalle cotidiano de cualquier buena biografía de Marx basta para responder, con certeza, a la pregunta: a los compañeros más avanzados, los sumaron, de una u otra forma, como colaboradores de su labor literaria; con el resto, la mayoría, compartieron múltiples tareas concretas, que iban desde el impulso de la citada Asociación de Cultura de los Obreros Alemanes en Londres, a la publicación de periódicos y de proyectos, más o menos visionarios, de creación de nuevas asociaciones proletarias, de efímero recorrido en la práctica totalidad de los casos. En definitiva, organizaron con ellos relaciones de trabajo de masas al nivel real en que podía desarrollarse la labor de cada uno de esos compañeros. De la utilidad real de tal trabajo habla, sin ir más lejos, la influencia real que, desde el principio, estuvieron en condiciones de desempeñar Marx y Engels en la Asociación Internacional de los Trabajadores (I Internacional), fundada en 1864.
Ahora mismo, Jalefa —un compañero proletario inmigrante consciente de la realidad de explotación de la clase trabajadora que subyace a la democracia capitalista— sintió la necesidad de trabajar, con otros compañeros como él, para hacer realidad una Asociación Internacional de Defensa de los Trabajadores Inmigrantes. Para ello, escribió una propuesta clasista de organización —tal como el propio camarada Flecha reconoce— y la dio a conocer a través de las páginas de Anticapitalismo rojo. M. H., con sus escritos, y otros compañeros proletarios inmigrantes, con sus opiniones, respondieron, de una u otra forma, a la iniciativa, mostrando, en cualquier caso, su disponibilidad a trabajar para hacerla efectiva. Los camaradas comunistas no podemos dar la espalda a este proceso real de preparación de un nivel, por reducido que pueda ser, de asociacionismo proletario, por parte de estos compañeros, respondiendo con palabras, de forma dogmática, al avance innegable que, para ellos, supondría asumir la tarea de organizar a los proletarios inmigrantes bajo criterios de independencia de clase. Cuando estos compañeros afirman que están por una organización clasista, proletaria, de los trabajadores inmigrantes, verdaderamente no podemos contestar poniendo condiciones previas de no importa qué tipo («una organización consecuentemente anticapitalista», «un partido», «nuestro Partido, el Partido Comunista») al inicio de un trabajo revolucionario con ellos. Por el contrario —por supuesto que sin ocultar jamás nuestra naturaleza de vanguardia histórica de la clase explotada—, los comunistas debemos impulsar dicha labor, dicha comunidad clasista, sin otro requisito que el impuesto por la defensa, en todo momento, al máximo nivel posible, de los intereses del conjunto del proletariado.
No, ningún movimiento clasista, anticapitalista nacerá de una organización clasista, anticapitalista, existente antes que él. No, ningún partido precederá al movimiento. Lo que enseña precisamente «la experiencia histórica» aludida por el camarada Flecha es esto precisamente: que las organizaciones, que los partidos del proletariado se erigen al fuego de la lucha y que pueden hacerlo, cuando llega el momento, porque las condiciones objetivas existentes confluyen con cuadros comunistas que, incluso en las peores situaciones de aislamiento social, han sabido no desaprovechar ninguna oportunidad para desarrollar su trabajo de masas con los proletarios que, de una u otra forma, se les acercan.
Claro está que la clase proletaria no se reduce, en modo alguno, tal como sostienen los sectarios impenitentes, al Partido. Pero tampoco se limita, tal como se desprende del falso silogismo planteado en la carta del camarada Flecha («hace falta una organización anticapitalista» «para poder afrontar al reformismo»; «tal organización no puede ser otra que el Partido», «y ese partido no puede ser otro que nuestro Partido, el Partido Comunista») al binomio formado por los proletarios de base y la vanguardia comunista. Por el contrario, entre la vanguardia comunista, el Partido, y la masa proletaria hay y habrá un sinfín de «organizaciones anticapitalistas» no consecuentes —como inconsecuentes fueron, por ejemplo, en plena revolución rusa, los propios soviets antes de marchar en la dirección de la imposición de su propio poder revolucionario frente al Estado burgués, marcada por el Partido Bolchevique de Lenin— que no pueden ni deben intentar ser el Partido, ni el Partido debe intentar fagocitarlas, pues su naturaleza de masas es justamente la que permite el agrupamiento real del conjunto del proletariado bajo la orientación de éste.
En nuestros días, una Asociación Internacional de Defensa de los Trabajadores Inmigrantes formaría parte, de llegar a ver la luz, de ese terreno intermedio, común, de lucha independiente de clase, en el que los proletarios que combaten, con mayor o menor conciencia de su realidad de clase, pueden compartir experiencias con los comunistas. Tal como tuve ocasión de explicar en mi anterior carta, me antoja, en la actualidad, una tarea ardua —que, en cualquier caso, pasa por la formación de un aguerrido núcleo de compañeros inmigrantes dispuestos a dar, de veras, la batalla, con su organización, al reformismo— el llegar a hacer realidad esa asociación. Pero eso no quiere decir que no sea posible y aún menos que no sea positivo luchar por ello junto con compañeros proletarios que así se lo proponen. La verdad, no acierto a divisar qué tienen a perder los comunistas, más que aislamiento, más que su peligroso conformismo con éste, librando una lucha de este tipo.
Sea como fuere, el camarada Flecha ha tenido el gran acierto no sólo de plantear, en su carta, importantes puntos de reflexión, sino, además, de acabarla proponiendo una reunión de los «elementos proletarios de vanguardia» que hemos ido siguiendo el debate suscitado por la propuesta del compañero Jalefa. Me uno, con entusiasmo, a la propuesta y sugiero que la reunión gire en torno a la consideración de la «Carta abierta por una Asociación Internacional de los Trabajadores Inmigrantes» firmada por dicho compañero.



I.Rodas
11 de junio de 2007


En Tribuna anticapitalista….

¿Por una Asociación Internacional de los Trabajadores Inmigrantes?…

Ø Carta abierta por una Asociación Internacional de los Trabajadores Inmigrantes (Jalefa) (Anticapitalismo rojo núm. 6)
Ø Se inicia el debate… Nos escribe un compañero inmigrante (M. H.)
(Anticapitalismo rojo núm. 7)
Ø Una reflexión marxista (I. Rodas)
(Anticapitalismo rojo núm. 8)
Ø Continúa el debate (M. H.)
(Anticapitalismo rojo núm. 9)
Ø Para defender consecuentemente a los trabajadores inmigrantes hace falta una organización consecuentemente anticapitalista (Flecha)
(Anticapitalismo rojo núm. 11)
Ø El Partido y el movimiento proletario de masas (I. Rodas)
(Anticapitalismo rojo núm. 12)






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Sumarios de Anticapitalismo rojo
Núm. 11 (01.06.2007)
Ø Elecciones burguesas y anticapitalismo
Ø Al Fatah: Así se lucha contra un pueblo
Ø Tribuna anticapitalista: ¿Por una Asociación Internacional de los Trabajadores Inmigrantes? Para defender consecuentemente a los trabajadores inmigrantes hace falta una organización consecuentemente anticapitalista
Núm. 10 (15.05.2007)
Ø ¡Atención a Francia!
Ø Tesis. La cuestión saharaui y los proletariados marroquí y español
Ø ¿Por qué hay que defender, quién defiende y quién no a Núria Pórtulas?…
Núm. 9 (01.05.2007)
Ø Las elecciones francesas señalan el curso
Ø 1 de mayo: ¿manifestaciones anticapitalistas?…
Ø Tras los atentados de Al-Qaeda en el Magreb… Declaración de Anticapitalismo rojo
Ø Tribuna anticapitalista: ¿Por una Asociación Internacional de los Trabajadores Inmigrantes? Continúa el debate
Núm. 8 (15.04.2007)
Ø A los 50 años de su fundación… Crisis agónica de la UE
Ø Metro de París: nueva irrupción del anticapitalismo
Ø Tribuna anticapitalista: ¿Por una Asociación Internacional de los Trabajadores Inmigrantes? Una reflexión marxista
Núm. 7 (31.03.2007)
Ø La caída de las Bolsas anuncia el crash que se acerca
Ø Irak: cuatro años de ocupación… La guerra, la paz y los proletarios del mundo
Ø ¿China capitalista?… ¿Cuándo dejó de serlo?…
Ø Tribuna anticapitalista: ¿Por una Asociación Internacional de los Trabajadores Inmigrantes? Se inicia el debate… Nos escribe un compañero inmigrante
Núm. 6 (15.03.2007)
Ø Italia: el nauseabundo olor del fascismo
Ø De Juana, excarcelado: una victoria revolucionaria
Ø Tribuna anticapitalista: Carta abierta por una Asociación Internacional de los Trabajadores Inmigrantes
Núm. 5 (31.03.2007)
Ø Encuentro del Fórum Social en Nairobi
Ø Siete tesis marxistas sobre Kosovo
Ø Tribuna anticapitalista: un saludo, una propuesta
Núm. 4 (15.02.2007)
Ø ¿«Por una vivienda digna»?… ¡Asambleas anticapitalistas por el acceso a la vivienda!
Ø La revolución comunista de mañana y los países no avanzados. (I…) Un trabajo necesario
Ø Biblioteca roja. Anti-Negri. Libro Primero. El padre filosófico del nazismo, Friedrich Nietzsche, y su amigo “anticapitalista” Antonio Negri
Núm. 3 (31.01.2007)
Ø Tras el asesinato de Estado de Barajas: ¿A dónde va la cuestión vasca?…
Ø Anarquismo y comunismo
Ø Biblioteca roja. Anarquismo y comunismo. Ayer y hoy
Ø Diferencias entre el anarquismo y el comunismo
Núm. 2 (15.01.2007)
Ø Contra el engaño de «la paz» en Palestina ¡Adelante con la guerra revolucionaria!
Ø Entrevista con I. Rodas: ¿Para qué un Anti-Negri?…
Ø Memoria roja: El asesinato de Rosa Luxemburg
Núm. 1 (01.01.2007)
Ø El nuevo anticapitalismo. Vive les casseurs!
Ø ¿Adónde va la guerra de Irak y por qué nos importa a los anticapitalistas?…
Ø Movimiento okupa. Entre el reformismo y el anticapitalismo
Ø Hemos leído… Anti-Negri. Libro Primero. Crítica de la filosofía y la economía críticas




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